Jessica Chastain
«Algunas intervenciones de los Goya no tuvieron respeto institucional»
El político repasa los retos de su departamento en una semana marcada por la polémica gala de la fiesta del cine
Entrada al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte por la calle de los Madrazo; atravesamos un pasillito corto, después otro más largo. Tomamos un ascensor. Segunda planta. Un par de despachos, precedidos de otro corredor y llegamos a la segunda casa del ministro, una estancia amplia en la que destaca un espléndido lienzo de Esteban Vicente. Viste José Ignacio Wert de azul oscuro, camisa del mismo tono, pero clara, zapatos negros sin cordones. Un ministerio el suyo con tres cabezas y al que el cine no ha dado tregua esta semana. Es el primer tema que ponemos sobre la mesa.
-La gala de los Premios Goya ha estado presente de manera constante en todos los medios de información estos días. Usted ha declarado que mantuvo el tipo. ¿La procesión iba por dentro? ¿Se sintió especialmente molesto por algunos de los comentarios vertidos por la presentadora, Eva Hache, y por algunos actores?
-Lo primero que quiero decir es que no me parece justo hablar de un comportamiento sin distinguir a quienes tuvieron un comportamiento correcto, que fue la mayoría de la gente que intervino, tanto presentadores de premios como galardonados, pese al tono evidentemente crítico de su discurso. La gala no es un sitio adecuado para plantear reivindicaciones, pero si se expresan en tono correcto y no ofensivo, evidentemente hay que aceptarlas, y yo las asumo sin ningún problema y además las he aceptado no sólo aquí sino en otros tipo de contextos. Ahora creo que sí hubo alguna intervención que trascendió lo que se considera un mínimo tono de corrección y no hacia mí, que me importa muy poco.
-¿A qué se refiere concretamente?
-No pienso en mí, sino en lo que represento, que es el Gobierno de España y , francamente, creo que algunas de las alocuciones fueron manifiestamente faltas de ese mínimo respeto institucional que creo que es exigible, pero que lo es más cuando uno ha sido invitado a un acto.
-¿Se refiere a alguna en concreto?
-Hay quienes se dirigieron al Gobierno de España y, especialmente, y esto me pareció peor, al Jefe de Estado y su familia. Me parece lo más rechazable, sin ninguna duda.
-Usted y su familia también estuvieron en el punto de mira.
-No entendí las alusiones a mi familia, me parecieron incomprensibles porque no tenían la menor gracia. No las comprendí.
-¿Le pareció correcta y adecuada la intervención de José Corbacho, que le recibió con un saludo «sólo al 21 por ciento», en alusión a la subida del IVA?
-Cuando a uno le invitan a un acto, que un miembro de los que invitan le diga que solamente le saluda un 21 por ciento, en fin... no lo quiero comentar. Creo que lo puede juzgar cada uno.
-La gala de los Goya del «No a la guerra» de 2003 resultó un ataque frontal contra el Gobierno de José María Aznar, y ésta de 2013, diez años después, no se ha quedado atrás en cuanto a críticas y reivindicaciones. ¿Por qué el mundo del cine siempre pone el foco de las críticas cuando gobierna el Partido Popular e instrumentaliza la celebración para convertirla en escaparate permanente de la reivindicación?
-Hay que evitar los números acabados en 13, no traen buena suerte. El presidente de la Academia, Enrique González-Macho, con quien hablé antes de la celebración, y que tuvo un comportamiento impecable, me reiteró antes, durante y después que la Academia haría un esfuerzo por mantener la correción del tono para que sea institucionalmente adecuado. Él ha declarado que no todos lo consigueron y debo darle la razón.
-¿Se ceba el colectivo de los actores con el Partido Popular y el mundo del cine?
-Hay que preguntárselo a quienes formulan las quejas. Quizá tenga algo que ver que ellos no tienen simpatía hacia el PP.
-¿Es mutuo?
-Yo siento más que simpatía por ellos. Soy cinéfilo confeso, aunque mejorable, como casi todo. He defendido el cine español y la industria en todas las cincunstancias en que me ha sido posible y se me ha requerido, lo que no quiere decir que esté de acuerdo con todos sus planteamientos, sobre todo con aquellos en los que se mezcla lo que es una legítima defensa del mundo industrial con reivindicaciones políticas que no tienen nada que ver. Sí puedo garantizar que en mi ánimo, en mi actitud, en mi voluntad de trabajar por el cine español no va a incidir negativamente ninguna gala de los Goya ni ningún comentario negativo de los que se han escuchado esta semana.
-¿Lo que sucedió entonces el pasado domingo no va a hacer mella en las sucesivas reuniones con el sector?
-Para nada. Hay que trascender ya la gala. Estamos embarcados en algo importante. Hemos sido capaces de sentar en la misma mesa a sectores que no han tenido facilidad para dialogar entre sí y a todos los brazos de la Administración del Estado con competencia en esta materia. Estamos desarrollando una agenda conforme a lo previsto y podemos esperar que en primavera pueda haber un acuerdo sobre el modelo de financiación de la industria. Hay que tener en cuenta que no sólo por las circunstancias económicas y fiscales en que nos encontramos hay que ayudar a caminar a la industria, aunque ésta tiene que aprender a caminar sola. Y ese espíritu existe. Algunos de sus más conspicuos representantes lo han expresado en términos de «hay que sacar al cine los Presupuestos Generales del Estado». Yo no prejuzgo eso. Justamente de eso se está hablando en la Comisión. Es un momento importante y una ocasión que tenemos que saber aprovechar. Coincido con los planteamientos de la Academia, de Fapae, de las entidades gestoras de derecho en que la industria española de la ficción adiovisual, que es más que el cine, pueda tener un desarrollo sano y sostenible.
-¿En qué términos?
-Hacer el número de películas que van a tener mercado, ser capaces de generar productos que salgan al encuentro del público, fortalecerse industrialmente en un mercado de 500 millones de hablantes. Es uno de los pilares de la industrias culturales españolas y en ese sentido es necesario crear el marco más favorable.
-Hablamos entonces de primavera.
-Hacia finales de mayo o principios de junio. Es más fácil empezar las negociaciones que acabarlas. Soy totalmente optimista.
-¿Tiene más motivos para quejarse el colectivo del cine que cualquier otro?
-Eso no me toca a mi juzgarlo. El derecho a quejarse no está expresado en tales términos en la Constitución. Cada uno se queja por lo que quiere. No puedo desconocer que el mundo de la cultura está atravesando dificultades en su conjunto, como otros sectores industriales. Jerarquizar sobre quiÉn tiene más o menos derecho depende de la óptica de cada cuál.
-¿Ha hablado con el tItular de Hacienda, Montoro, después de lo que dijo en el Congreso de que «algunos de nuestros actores no pagan impuestos»?
-Hemos pasado once horas sentados a escasos centímetros. De algo habremos hablado, digo yo, pero no voy a glosar las declaraciones públicas de un ministro.
-Un caballo de batalla para el mundo de la cultura, para todos sus sectores en general, es el IVA. En el mundo del arte hay preocupación abierta y lo hemos visto en la pasada edición de ARCO. La última protesta ha sido la del mundo del arte catalán en bloque el pasado miércoles. ¿Se prevé una reducción temporal del impuesto?
-De ARCO tengo mis dudas porque depende de con quién hablaras: hay galeristas que me consta que han vendido este año más que nunca. Sobre la reducción, no será ni temporal ni definitiva. Me atengo y comparto lo que ha dicho el presidente del Gobierno: a ninguno nos ha gustado esta subida ni en esto ni en nada; la caída de los ingresos era tan importante que algo había que hacer y actuar de inmediato.
No somos fundamentalistas de un tipo alto de IVA. No me hace feliz que el IVA de algunas actividades culturales haya pasado al tipo general, otras ya lo estaban y otras no lo están.
Se mantiene el tipo superreducido para libros, el reducido para algunas manifestaciones artísticas, y el cero para teatros públicos. Actuar sobre esta cuestión dependerá de cómo avance la consideración fiscal en el momento en el que sea posible. No se pueden comprometer fechas porque depende de muchas variables.
-El teatro, por poner un ejemplo, ha visto descender en un millón y medio el número de sus espectadores con respecto a 2011 y y caer en un 30 por ciento su recaudación desde septiembre de 2012.
-No podemos centrar todo el panorama en una única manifestación artística. En el cine, pongo por caso, no ha pasado lo que vaticinaban.
Importan también otros factores. El mejor cuatrimestre ha sido el cuarto, en el que se ha producido la subida del impuesto. En el Ministerio siempre estaremos abiertos al diálogo.
-¿Se reúne con los sectores de la cultura? ¿Escucha sus reivindicaciones?
-Nos reunimos muchísimo con todos los sectores, por ejemplo, con el de las artes escénicas y el audiovisual a través de los respectivos organismos autónomos. He participado en la constitución de la mesa del cine y en la reunión con las entidades de gestión. Mi interlocución es bastante fluida con todos los sectores culturales. Estamos siempre intentando echar una mano en lo que nos toca.
-¿Nos puede avanzar algo de la esperada ley de mecenazgo?
-Digo lo que el presidente del Gobierno: no es el mejor momento pero estamos trabajando, y de verdad, los distintos departamentos y buscando fórmulas que nos permitan sacar la ley en esta legislatura y que cumpla las expectativas de los distintos sectores que están interesados.
-Aprobada la tramitación de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) en el Congreso y una vez que se cumplan los trámites legales, ¿habrá temporada taurina en la Monumental de Barcelona de nuevo?
-Es un tema de cierta complejidad porque entramos en el marco de las competencias. El hecho de que se vaya a tramitar la ILP y que se considere la tauromaquia como Bien de Interés Cultural no quita el hecho de que la competencia pase por la autonomía. Me gustaría que volvieran los toros a Barcelona, aunque la complejidad jurídica va mucho más allá de la ILP. Lo ideal sería que hubiera un gran acuerdo para que regresaran a la plaza.
-Se define como «cinéfilo mejorable». Estará al tanto de los Oscar, que se celebran hoy (serán en nuestra madrugada), e imagino que no dejará de ver al director Michael Haneke en el Teatro Real con su versión escénica de «Così fan tutte», que ayer se estrenó.
-Tuve la oportunidad de cenar con Haneke y su esposa.
-¿El ministro Wert ha conseguido sacarle de su casi reclusión monacal en el Real?
-Así es, para algo tiene que servir ser un ministro. Es broma. Realmente tengo auténticas ganas de ver la ópera, que ayer no pude. Obviamente iré como lo he hecho a todas las que se han estrenado este año.
-¿Qué le pareció «The Perfect American», una de las grandes apuestas del Real?
-La música de Glass estaba bastante bien, reservas sobre el libreto, con cierto maniqueísmo y planteamiento político facilón de la figura de Disney. Tuve mala suerte porque estuve el día que hubo un problema con el montaje, pero era espectacular.
-¿Nos da su quiniela para los Oscar?
-Soy malísimo en quinielas, loterías y pronósticos electorales. La película que más me ha gustado, «Argo», que vaya a ganar mucho, no lo sé. Seguro que «Amour» será mejor película en lengua no inglesa y no descartaría que se llevara el premio al mejor director, pero son palabras mayores. En los técnicos, «Los miserables» se llevará unos cuantos, y es seguro que Daniel Day Lewis ganará el protagonista maculino, y «Lincoln» también se llevará algo importante para Spielberg. La dirigida por Bigelow no creo que se vaya a ir de vacío. Y mejor actriz, Jessica Chastain.
-Su departamento ha hecho bandera de la lucha contra la «piratería». Al llegar al Ministerio usted dijo que «nadie va a respetar la cultura de un país que lidera el ránking de descargas ilegales. Por ese camino no vamos a ninguna parte». España salió de la temible Lista 301 el año pasado y ahora está a punto de volver a entrar.
-Lo que hay es una recomendación negativa de la International Intelectual Property para que se considere la posición de España, que no quiere decir que el Departamento de Comercio vaya a aceptarla. Es una llamada de atención con la que no estamos de acuerdo, y eso tengo que subrayarlo, aunque no significa que en cuanto a materia de protección intelectual de datos esté el trabajo hecho.
-¿Falta entonces mucho por hacer?
-Somos conscientes de que hay que seguir trabajando. La labor de la Comisión de Propiedad Intelectual, especialmente la de comisión segunda, es mejorable, pero no es justo decir que no se está trabajando, porque, además, estamos haciendo pedagogía en otras partes que también tienen que intervenir, fundamentalmente en el Ministerio de Industria. No rectificaría ni una sola coma de la primera declaración que hicimos al llegar al Ministerio: es un compromiso de gran magnitud de este Gobierno el conseguir la mayor protección posible de la propiedad intelectual y borrar cualquier huella de un pasado de comprensión y hasta de simpatía hacia las violaciones de la propiedad intelectual.
-¿Perjudica gravemente este problema la imagen de España en el exterior?
-La gran preocupación es que merma el desarrollo de nuestras industrias culturales y afecta a los creadores. La «marca España» depende de muchos factores. Tenemos que erradicar todo lo que pueda transmitir la sensación de que en este país hay tolerancia hacia la «piratería». Tolerancia cero. Tan importante es una legislación adecuada y eficaz como el hecho de que las industrias culturales generen tipos de negocio adecuados al modelo digital, que haya incentivos al uso legal del entorno digital.
-¿Está dando la Comisión de Propiedad Intelectual los resultados que estaban previstos?
-Está dando resultados. Que no resuelve totalmente los problemas planteados es algo completamente natural teniendo en cuenta el tiempo de vida de la misma y la necesidad de actuar en un sistema como el español, que es bantante garantista. Con los ajustes legislativos precisos y, en definitiva, con una buena interlocucion con las industrias de protección de la propiedad intelectual vamos a poder lograr resultados aún mejores como son los importantes efectos disuasorios conseguidos. La situación es hoy mucho mejor que lo era hace un año.
-España no está sola en el tema de la «piratería» porque estamos hablando de una lacra global, ¿no es así?
-Es muy importante señalar los límites que hay para, desde un órgano nacional, cubrir y atajar una parte importante que no se genera aquí y cuyas posibilidades de intervención resultan limitadas. Es necesaria la interoperatividad entre los sistemas internacionales de protección.
-¿Podemos hablar de una fecha, un plazo de aprobación, de la Ley de Propiedad Intelectual?
-Se está trabajando intensamente en el plano interministerial. No quiero comprometer una fecha, pero al Consejo de Ministros va a ir pronto.
-¿En este año?
-Sí
-¿Contemplará acciones penales la nueva norma?
-Estamos en diálogo, aunque no existe un criterio definido sobre este asunto.
–¿Está satisfecho con la reforma educativa que ha hecho? ¿Por qué cree que ha generado tanto rechazo?
–Sí lo estoy. Es una reforma muy importante y en la medida en que vaya siendo conocida como tal y no su caricatura, como algunos la presentan, va a ser apreciada por la comunidad educativa y la sociedad. Hay sectores organizados, tanto en el campo político como en el sindical, que se han encargado de hacer mucho ruido respecto a su posición crítica. Todo el mundo tiene derecho a estar en contra de cualquier cosa, pero en un tema tan importante hubiera sido deseable que esa oposición se hubiera presentado con argumentos. Me brindo a sentarme con quien sea y a discutir uno por uno los argumentos que se dan para descalificarla.
–¿Ha intentando consensuar la reforma con el principal partido de la oposición?
–He hecho toda clase de aproximaciones formales e informales al PSOE. Incluso he propuesto que estableciéramos un escenario parcial de acuerdo, pero me he encontrado una actitud del PSOE totalmente cerrada al acuerdo. Mantengo abierta la oferta, pero veo que no sólo se hace una crítica muy ideológica, sino también muy anticuada, como se ha visto en el Debate sobre el Estado de la Nación. Tengo la impresión de que Rubalcaba se ha quedado en los años en los que él era el autor de las leyes educativas y ha descuidado ponerse al día. Las cosas que dice son las mismas que las de los partidos socialdemócratas de los años 70 y 80 y que se resumen en la filosofía de la comprensividad. Ya no las sostiene en el mundo prácticamente nadie. Tony Blair abjuró de la comprensividad hace muchos años y Obama nunca ha creído en ella.
–¿Tiene miedo de que la ley se desbarate en el Parlamento?
–El entorno político afortunadamente es de mayoría absoluta. Pero estaríamos dispuestos a aceptar algunos cambios para ensanchar el consenso de la ley, siempre y cuando esas cesiones no desvirtúen la espina dorsal de la ley, que es introducir una organización y unos mecanismos que permitan enfrentarse a los principales problemas que tiene la educación no universitaria en España: el abandono escolar temprano, que dobla el de la UE, y el fracaso escolar. Hoy, quien abandona los estudios antes de haber conseguido algo más que la titulación obligatoria realmente no está en unas condiciones mínimas de empleabilidad decorosa. Uno de los efectos más importantes que va a producir la ley a medio plazo va a ser el incremento de estudiantes hacia la Formación Profesional convencional y dual.
–Precisamente Madrid acaba de anunciar que va a quitar los conciertos a la FP de grado superior. ¿No le parece que esta medida no ayuda al Gobierno en su intención de potenciar la FP e invertir el modelo?
–La FP de grado superior está en las mismas circunstancias que el Bachillerato: no es una educación obligatoria. No he hablado con la consejera, pero supongo que esto responde a una situación temporal de insuficiencia financiera, que no es la expresión de una política de la Consejería de no potenciar la FP de grado superior. A lo mejor también tiene que ver con el hecho de que hay oferta pública suficiente. La autonomía es la autonomía y su decisión puede gustar más o menos, pero es legal. Hablaremos con la consejera a ver qué circunstancias son las que han llevado a tomar esa decisión. Lo que no podemos es darle dinero, ¡ya nos gustaría!
–¿Por qué no se ha metido en el articulado de la Lomce la prohibición de que los menores de edad pudieran hacer huelga y se ha dejado para que el Congreso lo introduzca? Me consta que estuvo sobre la mesa. ¿Era demasiado polémico este punto como para regularlo por ley?
–No sé si es demasiado polémico, ya estaba regulado en la LODE, en el artículo octavo. Hemos preferido que el Parlamento sea el que tome las decisiones oportunas y lo que decida nos parecerá bien. La regulación que hay ahora es muy floja.
–¿Cree que al final la Lomce va a garantizar la posibilidad de estudiar en castellano en Cataluña o cree que al final la Administración catalana va a boicotear la ley a la hora de aplicarla?
–Pues no supondría ninguna novedad respecto a todo lo que está sucediendo ahora, que es no aplicar todas aquellas sentencias que le obligan a ofertar la posibilidad de que el castellano sea lengua vehicular en la enseñanza. Hemos tenido una disposición negociadora y de diálogo amplio con Cataluña y le hemos sugerido alternativas que causaran la mínima dificultad práctica para que se atienda a aquellas personas que quieran que la lengua vehicular sea el castellano. Hay un filósofo catalán, Félix Ovejero, que ha calificado la situación catalana de «anomalía planetaria». Lo que la Lomce intenta remediar es la exclusividad del monolingüismo. En el Congreso se intentará llegar a un acuerdo, pero el límite es que se respete la doctrina constitucional, que es muy sólida y reiterada.
–¿Cuándo va a emprender la reforma universitaria? ¿Qué va a rescatar del informe de expertos que hemos conocido recientemente?
–Los expertos han dado sugerencias, no un anteproyecto de ley de reforma universitaria. Es un punto de partida para comenzar un diálogo muy amplio con la comunidad educativa universitaria y con la sociedad en general.
–¿Y ese diálogo se va a traducir en una ley?
–No sé si hace falta una ley, pero si es así, quiero que salga del diálogo.
La calidad de la universidad es la que va a marcar, junto con los organismos públicos de investigación, dónde se posiciona el país. En la mente de todos está el agudísimo problema económico al que se están enfrentando las universidades.
–¿Entonces, el primer punto que se va a abordar va a ser cómo afrontar los problemas económicos de las universidades?
–Es el punto más urgente. Hay que reflexionar y ver si es necesario un aumento de tasas y a la par de becas para evitar el efecto indeseado de que alguien tenga que dejar una carrera por falta de medios.
–¿Cuándo va a desatascarse la bolsa de profesores titulares y catedráticos acreditados por la Aneca que están esperando a ocupar su plaza?
–Esto está pasando en todos los cuerpos desde que se plantearon las limitaciones en la oferta de empleo público a una tasa de reposición cero con las excepciones de las Fuerzas de Seguridad, la sanidad y la Educación, que es del 10%. El horizonte inmediato es la cobertura del 10% de las plazas y, cuando las circunstancias económicas y fiscales lo permitan, entraremos en una normalización de la tasa de reposición.
–¿Cuándo va a llegar la reforma que afecta al profesorado?
–Estamos trabajando en ella a nivel interno, pero eso es lo siguiente en la agenda.
–¿Nos puede avanzar medidas?
–El estatuto de la profesión docente abordará la formación, la selección y hasta temas de convivencia escolar. El reforzamiento de la autoridad del profesor será un elemento básico de la convivencia en los centros. La formación inicial es muy importante. Un sistema educativo vale lo que la calidad de sus profesores.
–¿Se va a ampliar el tiempo de formación del profesorado?
–Es la fase en la que estamos. Hay un consenso en que la función docente requiere un periodo de prácticas: el llamado MIR educativo.
–¿De cuánto tiempo será ese MIR?
–Dependerá del acuerdo que se alcance.
–¿Y qué tiempos se barajan?
–Ahora estamos más en una fase de hacer los planos que de levantar paredes.
– ¿Cómo se siente al ser el ministro más vapuleado? Lo último que le han hecho ha sido pegarle dos tiros en un cartel que se ha exhibido en un instituto andaluz. ¿Se siente muerto como ministro?
–Todo lo contrario. Hay que distinguir entre lo que es la crítica y lo que ha sucedido en este instituto andaluz. Me parece que es un síntoma preocupante que la jefa de estudios del centro y el director de una forma u otra lo justifiquen: la primera recurre a la libertad de expresión y el segundo dice que es un caso aislado. Algo funciona mal cuando una persona que se desenvuelve en el mundo educativo justifica el hecho de que se cuelgue en la sala de profesores un cartel del ministro de Educación o de cualquier otra persona con dos tiros en la cabeza y encima piense que eso tiene cabida en la libertad de expresión. Las explicaciones del director del centro mueven a la risa.
– ¿Qué piensa de las voces que piden la abdicación del Rey?
–No comparto esta petición en absoluto. Me parece que es de una imprudencia extrema. No soy capaz de entender la relación entre el PSC y el PSOE, por qué se ha hecho esta petición por Pere Navarro o por qué se hizo precisamente el miércoles. Para colmo, Pere Navarro no dio ninguna razón argumental para hacer tan singular petición.
–¿Bárcenas es un problema para el PP? ¿Le preocupa la sensación en la ciudadanía de que está chantajeando a Génova? ¿Por qué cree que le cuesta tanto a Rajoy enfrentarse a él?
–Estoy seguro de que no existe ese chantaje, aunque hay una situación incómoda; de eso no tengo la menor duda. El presidente ha dado suficientes elementos sobre la importancia que le concede a la cuestión y la seriedad con la que aborda la solución.
–¿Cree que el proyecto soberanista de Mas ha fracasado?
–Me atengo a lo que ha dicho Rajoy. Un proyecto soberanista planteado al margen de la Constitución no tiene recorrido. El «plan Ibarreche» se presentó como un proyecto para su toma en consideración en el Congreso y se le dijo ese no era el camino, que se había equivocado de ventanilla. Creo que Rajoy lo ha dicho en términos muy parecidos. La Ley es la Ley y estamos para que se cumpla la Constitución. Tengo una cierta tendencia al optimismo y he creído ver en Duran Lleida una actitud más abierta al diálogo. Creo que hay que agarrarse a la esperanza de que el asunto se pueda reconducir. En ese sentido también ha habido una disposición abierta del presidente del Gobierno.
–¿Le preocupa el coste que pueda generar ante la opinión pública que la ministra Mato siga al frente de Sanidad? ¿Apoya que no dimita?
–Estoy convencido de la honestidad de mi compañera y tiene mi plena solidaridad. Nada en su comportamiento tiene que llevarla a la dimisión.
–¿Cree que hay un movimiento desestabilizador del Gobierno?
–Soy muy poco partidario de las visiones conspiratorias. En un momento tan delicado como el actual creo que ha habido alguna intervención política poco afortunada.
–¿No es un problema a la hora de gobernar que no haya una oposición sólida?
–El equilibrio entre Gobierno y oposición es muy necesario. Las oposiciones débiles piensan que se hacen más débiles si convienen cosas con el Gobierno. Estamos en esa situación y eso no es bueno.
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