El desafío independentista
Alivio por una sentencia «blanda»
Serenidad en Lledoners . Junqueras acudió ayer a misa como hace habitualmente tras saber que no será condenado a 25 años como pedía la Fiscalía
Así acogen los presos soberanistas la sentencia del Tribunal Supremo que les aplicará una única pena de sedición, con malversación subsumida en el mismo delito
Una sensación de alivio y prudencia a sus seguidores para no provocar actos violentos en la calle. Así acogen los presos soberanistas la sentencia del Tribunal Supremo que les aplicará una única pena de sedición, con malversación subsumida en el mismo delito. La noticia fue recibida positivamente por sus abogados defensores, ya que los jueces por unanimidad no contemplan la condena por rebelión, tal como reclamaba la Fiscalía, que habría supuesto unas penas muy elevadas. «Es una sentencia blanda», admiten fuentes de los letrados, que ven a sus defendidos tranquilos y con una llamada a la serenidad del mundo independentista. Aunque la respuesta al fallo judicial será inequívoca de rechazo, lo cierto es que las formas algo han cambiado. Desde la cárcel, los presos han hecho llegar un mensaje de calma para que las movilizaciones ciudadanas no se desborden y acaben en actos de violencia. El concepto clave que ha primado entre los magistrados y marcará las penas de los encausados.
Todos los presos piden a la sociedad civil catalana una respuesta contundente y masiva, pero «cívica, democrática y pacífica», aseguran en su entorno. Esta es también la tónica que impera en La Generalitat y los partidos soberanistas que abogan por garantizar el derecho a la protesta y libertad de expresión «ante una injusticia política flagrante», pero sin caer en actos violentos o crispación exacerbada. «Cortar carreteras y paralizar Cataluña puede no ser útil», reconocen ahora algunos dirigentes independentistas ante la llamada a la huelga general de los CDR, la CUP y las organizaciones radicales. En las cárceles donde permanecen los encausados el ambiente es de serenidad ante una sentencia alejada del delito de rebelión, que habría endurecido las penas hasta treinta años. La Fiscalía pedía una máxima de veinticinco años para Oriol Junqueras, a quien consideraba el máximo responsable del 1-O en su calidad de vicepresidente de La Generalitat.
Por ello, el líder republicano agradeció esta rebaja al delito de sedición, que puede oscilar entre diez y quince años, según fije la sentencia, como suele hacerlo: rezando. Fiel a su costumbre y creencias religiosas Oriol Junqueras escuchó Misa en la prisión de Lledoners, dónde también se encuentran Jordi Turull, Josep Rull, Raúl Romeva y los dos Jordis. En estos días, las visitas familiares y políticas han sido habituales, así como las de los presidentes del Govern, Quim Torra, y del Parlament, Roger Torrent. Según fuentes de su entorno, Oriol Junqueras y ERC son partidarios de una respuesta «fría, pacífica y estrictamente política», mientras los del PDeCAT y la ANC, alentados por Torra y el fugitivo Puigdemont, prefieren «armar mucho ruido». En todo caso, bajo lo que llaman «desobediencia civil», pero no institucional, nadie duda de que las organizaciones radicales llevarán tensión a la calle. «La división está servida», admiten en el mundo independentista por las divergencias entre ERC y la línea dura de Torra, Puigdemont, la ANC y Omnium Cultural. «El embrollo es monumental», admiten estas fuentes.
Al margen de la huelga de hambre que mantuvieron algunos presos, que hizo a Jordi Turull ser quien más kilos ha perdido, la vida en la cárcel no ha sido hostil, sino más bien sosegada. El líder de ERC, Oriol Junqueras, hombre de probadas creencias religiosas, es quien más visita la capilla penitenciaria. «Reza mucho», afirman fuentes de Lledoners. Es un presidiario místico, buen conocedor de lecturas religiosas e historia vaticanista. Lee todas las noches textos bíblicos antes de acostarse y frecuenta algo el gimnasio de la cárcel dónde practica bicicleta y cinta que le han rebajado algo de peso. El contacto con su mujer, la profesora Neus Bramona, ha sido constante a través de cartas y los cuentos que les manda a sus dos hijos, Lluc y Joana. Su ánimo es de una resignación cristiana ante una injusticia de «opresores políticos».
Algunos libros y periódicos consumen también los ex consellers Jordi Turull y Josep Rull, el primero bastante meditabundo y muy distante, explican las fuentes consultadas. El dirigente de la ANC, Jordi Sánchez, es el más polémico y de peor carácter, pasa sus días entre la habitación individual y paseos por el patio. Lo mismo hace su compañero Jordi Cuixart. «Son los más agitados», comentan en el centro. Raül Romeva, un antiguo campeón de natación y kárate, se machaca de lo lindo en el gimnasio y la piscina del centro. «Es un cachas», dicen algunos funcionarios de quien fuera consejero de Exteriores del Govern. Apasionado deportista, Romeva se entrega al ejercicio y adquiere en la farmacia suplementos alimenticios de herboristería para ganar fuerza y musculatura. Según fuentes de la prisión, cuida mucho su dieta y solo bebe agua de Vichy catalán.
La ex presienta del Parlament, Carme Forcadell, permanece en una moderna cárcel de Tarragona próxima a su domicilio, recibe visitas de su marido, el informático Bernat Pegueroles, sus dos hijos Bernat y Ferrán, y su única nieta. Forcadell practica gimnasia y su gran pasión: la costura, en especial el punto de cruz. Menos adicta al ejercicio es la republicana Dolors Bassá, ex consejera de Trabajo y Auntos Sociales de La Generalitat, que un día se rompió la nariz en un accidente de montaña y dijo que era «por culpa de España». Casada y madre de un niño de dos años, se siente satisfecha por su cercanía familiar en la cárcel de Gerona, que es su tierra natal.
El antiguo conseller de Interior, Joaquim Forn es quien mayor contacto mantiene con Torra y Puigemont, dentro de la enorme fractura latente en el PDeCAT.
Mañana lunes, a primera hora, los jueces del Supremo firmarán la sentencia que les fue repartida el pasado jueves por el ponente y presidente de la Sala, Manuel Marchena, para su lectura definitiva y sugerencias de última hora. Al margen de los detalles, lo importante es que el delito de sedición rebaja considerablemente las peticiones de la Fiscalía. A expensas de las condenas concretas, y aún con años de cárcel a la vista, la opinión de los presos y sus defensas es que todo pudo haber sido peor.
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