Análisis

Amnistía, gallegas y "caso Koldo": los cien días del Gobierno de Pedro Sánchez

La inestabilidad del Gobierno complica la legislatura a un Sánchez que no da por perdida la partida. «El presidente tira»

Nuevo gobierno de Pedro Sánchez.
El Gobierno echó a andar el pasado 20 de noviembreGonzalo Pérez La Razón

«Ni 100 días de gracia» es la frase que repite el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ante la oposición de la derecha a su gestión. Una frase que se le ha vuelto contra sí mismo. Ha sido su propia negociación para sacar adelante su investidura, las exigencias hasta la extenuación de sus socios, los resultados de su partido en las elecciones gallegas, la crítica interna y, ahora, el «caso Koldo», quienes han perturbado el balance del Gobierno en estos 100 días desde que echara andar el pasado 20 de noviembre.

El Ejecutivo asistía ayer a la previa de la celebración de su primer efeméride en la legislatura. Un Consejo de Ministros que presidió ayer el presidente del Gobierno en el que, sin embargo, no habría tiempo para la celebración. Se enfrentaban inmediatamente a cómo evitar que al Ejecutivo y al PSOE les explote el «caso Koldo». Irrumpió de lleno la pasada semana y ayer, tras la negativa del exministro José Luis Ábalos a entregar su acta, se vieron obligados a comenzar los trámites para suspenderlo del partido, como única vía para cerrar la puerta a la polémica.

Más allá de la trama que ahora se investiga, el Gobierno de coalición busca sobrevivir a una legislatura incierta e inestable ante su fragilidad numérica –que ayer se volvió todavía más débil con la marcha de Ábalos– y a las continuas demandas de sus socios en el Congreso. No ha habido, a cambio de la investidura, un cheque en blanco y las cesiones tanto a Bildu, PNV, ERC y Junts, se han ido multiplicando en estos tres meses de Gobierno. La amnistía es la operación vital que ocupa al Gobierno y sobre la que puede entenderse la durabilidad de esta legislatura. La complicación de aprobar una ley y la duda de que los tribunales que apliquen la ley amnistíen finalmente al expresident Carles Puigdemont es una de las preocupaciones también para el Ejecutivo, que asume ya que son los tribunales los que pueden «llevarse por delante» al Gobierno, según fuentes gubernamentales al más alto nivel. Aun así, la meta del Gobierno sigue siendo la misma; llegar a los tres años y medio de legislatura, con la mirada puesta en el 2027. En el camino el PSOE denota ya cansancio ante la continua presión de Junts para cerrar el acuerdo de ley de amnistía y si bien, el acuerdo lo dan por hecho, avisan ya que no llevarán la ley de nuevo al Congreso si no queda ratificado el acuerdo.

La amnistía complica a la vez la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. El Gobierno quería presentarlos en este primer trimestre del año, sin embargo, ahora, asumen, que hasta que no salga adelante la ley, no podrán cerrar con los socios los PGE. Haya o no amnistía y presupuestos, la intención del Gobierno es de continuar adelante, aunque sea con prórroga de las cuentas públicas y con un apoyo volátil de sus socios. «El presidente tira», aseguran en Moncloa.

Uno de los retos a los que se enfrenta también el Ejecutivo es a renovar la cúpula del Consejo General del Poder Judicial, en un enésimo intento de negociación con el PP. Si el pacto entre PSOE y PP para reformar el artículo 49 de la Constitución para eliminar el término disminuido culminó con éxito, la negociación del CGPJ, no corre con la misma suerte.

A la vez, el presidente del Gobierno tiene que compatibilizar su futuro en el Gobierno con el de su partido. Las elecciones en Galicia del pasado 18 de febrero volvieron a ofrecer la imagen de un partido debilitado a nivel territorial, después del batacazo que ya sufrieron en mayo. Ahora, los socialistas buscan repensar de cara a próximos comicios el rearme en los territorios, aunque en el corto plazo no hay más elecciones autonómicas a la vista que en el País Vasco. El temor a que las opciones nacionalistas puedan coger auge tras el impulso del BNG en Galicia rodea a Ferraz, aunque en el partido aseguran que estas opciones, por si solas, no pueden gobernar. «El PSOE es el partido que ofrece la posibilidad de cambio», repiten dirigentes socialistas. A todo ello hay que sumar las voces críticas internas que se van sumando por la perdida de gobiernos autonómicos. La oposición la encarna el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, el único junto al presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón.

La parte minoritaria de la coalición, Sumar, tampoco complementa ya electoralmente al PSOE tras su batacazo en la tierra de Yolanda Díaz. En el PSOE ya advierten a Díaz. «Un partido no es solo una cara». Ello, unido a la batalla por el poder entre Sumar y Podemos, donde los socialistas prevén más votaciones tensas como el decreto de desempleo que cayó en el Congreso por la oposición de Podemos a la vicepresidenta.

El único contratiempo que podría hacer a Moncloa recalcular sus planes sería las elecciones europeas que se celebrarán en el mes de junio. En el caso de que los resultados sean malos, Sánchez podría tratar de imprimir un nuevo impulso a su Ejecutivo con un cambio de Gobierno, como ya ha publicado este diario.