Caso Bárcenas
Analizar los originales, no las fotocopias
Todos pueden caer, pero no tiene por qué suceder tan triste circunstancia. De entrada, hay una serie de factores externos e internos que permiten saber cuándo estamos ante una falsificación o un documento auténtico. El papel, la tinta, el instrumento de escribir pueden determinar si el documento es de la época que se le atribuye o notablemente posterior y, por tanto, falso. Por lo que se refiere a los factores internos, además de la coherencia de los datos del documento, hay que atender a tres factores muy concretos que son los trazos, la velocidad de la escritura y la presión. Si los tres coinciden podemos dar por identificado al autor de un texto y el autor de estas líneas sabe por experiencia propia que eso puede llegar a extremos como el de, por ejemplo, determinar quién falsificaba las firmas de los talones de las tarjetas de crédito en un establecimiento hostelero de la provincia de Zaragoza. De esos tres factores, los rasgos y la velocidad pueden ser falseados por un avezado experto. No es posible hacer lo mismo con la presión. Por eso, afirmar dogmáticamente que un documento fue redactado por una persona concreta sin contar con el análisis de la presión es, como mínimo, precipitado por no decir temerario. Llegamos así a los controvertidos papeles publicados de manera reciente como procedentes del puño y letra de Bárcenas. Si el material con el que se cuenta es una fotocopia o una fotografía no se puede afirmar de manera categórica que hayan sido trazados por Bárcenas porque resulta imposible analizar la presión. No sólo eso. El derecho procesal español rechaza como elemento probatorio, con toda la razón, una fotocopia.
A lo anterior hay que añadir otro elemento que llama mucho lo atención en los documentos que se han presentado como debidos a Bárcenas. Nos referimos a las escasas variaciones que se perciben en ellos – las excepciones son, proporcionalmente, escasas e insertas en el texto general, como si obedecieran a una enmienda posterior – y que dificultan creer que los datos fueron escritos en un plazo de varios años. A decir verdad, más bien parece que, con algunas salvedades, lo escrito se consignó no en años sino en un periodo muy breve de tiempo y que sobre ese texto se superpusieron algunas enmiendas.
Naturalmente, existiría una manera de salir de dudas y de conocer si, realmente, las fotos publicadas corresponden a una contabilidad anotada a lo largo de los años por Bárcenas. Bastaría con que el diario que las ha publicado las entregue a un juez que designe a peritos competentes. Éstos podrían entonces determinar si Bárcenas fue el que los escribió y, por añadidura, si lo hizo en el curso de varios años o tan sólo en una tarde. Hasta entonces sólo podremos movernos en el terreno de las especulaciones carentes de un fundamento inequívoco.
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