Aniversario
Un año de la segunda fuga de Puigdemont de España: el día en que el prófugo de la Justicia burló al Estado español
Un año después, aquel gesto sigue resonando como un recordatorio de que la cuestión catalana permanece abierta, con sus protagonistas dispuestos a mantener el pulso en todos los frentes posibles
Hace exactamente un año desde que el doblemente prófugo de la Justicia, Carles Puigdemont, volvió a protagonizar un nuevo episodio de la vergüenza en el convulso escenario político al fugarse por segunda vez de España tras una visita -más que anunciada- a Barcelona después de siete años exiliado en Bruselas.
Una maniobra extremadamente calculada y premeditada, en un intento de medir sus fuerzas con el Estado español y, de paso, lanzar un claro desafío al Gobierno de Pedro Sánchez: la llave para la continuidad de la Legislatura está en Waterloo.
Ahora bien, más allá del simbolismo, aquel episodio fue también una forma de presión directa sobre Moncloa en un momento delicado, cuando la Ley de Amnistía -aprobada por el Congreso de los Diputados- aún no se aplicaba de forma efectiva sobre la figura de Puigdemont. Algo que le llevó a utilizar su posición como figura central del independentismo exiliado para denunciar lo que consideraba -y sigue haciendo- una demora injustificada, presentándose como víctima de una Justicia selectiva y de un pacto político incompleto.
Un año después, aquel gesto sigue resonando como un recordatorio de que la cuestión catalana permanece abierta, con sus protagonistas dispuestos a mantener el pulso en todos los frentes posibles. Aunque aquel episodio dejó en evidencia algo más grave: un prófugo de la Justicia fue capaz de burlar unos deficientes controles de seguridad que no tuvieron capacidad de detener a alguien sobre el que pesa una orden de arresto desde hace años. Todo ello en un operativo dirigido conjuntamente por el Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska y la Generalitat de Cataluña de, por entonces, Pere Aragonès.
Una huida junto a su abogado y los Mossos abriendo maleteros para localizarle
El expresident Carles Puigdemont reapareció en Barcelona frente al Arco del Triunfo poco antes de las 09:00 horas del 8 de agosto del año pasado, cumpliendo con su promesa de regresar durante el debate de investidura de Salvador Illa, tras el que se convertiría en president de la Generalitat de Cataluña.
De esta manera, rodeado de miembros de Junts y cerca de 3.500 simpatizantes -según datos oficiales, que los independentistas calculan en "decenas de miles"-, Puigdemont pronunció un discurso a escasos metros del Palau del Parlament de Cataluña en el que advirtió a todos: "He venido para recordarles que aún estamos aquí".
Al finalizar su intervención, el ex eurodiputado se giró hacia la salida del escenario y, con un gesto de intranquilidad, su abogado, Gonzalo Boye, le agarró rápidamente del brazo y con ansias se pudo leer en sus labios cómo le dijo: "¡Vámonos!", sacándole del escenario tras el que no se volvió a saber nada de él.
Como consecuencia de la fuga -inesperada para muchos, especialmente para los dispositivos de seguridad desplegados en la zona que permitieron el mitin de Puigdemont bajo el Arco del Triunfo de la ciudad condal- los Mossos d'Esquadra activaron la denominada "Operación Jaula" para tratar de localizar al expresident mediante controles en carreteras donde abrieron maleteros -rememorando la leyenda de su primera figa- y filtros policiales, aunque no lograron capturarlo ni rastrear su paradero. Días después, el propio Puigdemont anunció que estaba de vuelta en su domicilio en Waterloo.