Diada
Ante «otra» Diada
A dos días de la Diada, no se puede afirmar que, en el campo del independentismo, todo siga igual que el año anterior. Tan cierto es que el procés ha provocado una grave quiebra en la sociedad catalana como que no ha avanzado hacia su objetivo soberanista. La patología se ha cronificado en el cuerpo social y parece que estemos condenados a asumir como normal el no convivir, sino simplemente coexistir.
Atrás quedan los tiempos de comienzo de la Transición en los que las pancartas y las gargantas coreaban «avui més que mai, un sol poble». La cohesión e integración sociales eran objetivos compartidos por todos, especialmente del Pujolismo, por temor a la fractura de Cataluña en dos, por la presencia dels altres catalans, como los bautizara Candel.
Hoy coexisten dos realidades sociales, con una mitad que pretende imponerse sobre la otra y, además, quedarse con el territorio. Aquel proyecto unitario ha fracasado estrepitosamente: «Hoy más que nunca, un pueblo roto».
Pero hay una novedad destacable: el independentismo se ha fracturado también y, en ese campo, lo que antes era una aparente cohesión transversal, ahora es reflejo de lo que padece el conjunto de Cataluña en su seno. Puigdemont y Torra, por un lado, y Junqueras, por el otro, encarnan esa división.
Esta Diada hará visible esta fractura independentista con una concentración menos unitaria que nunca y la misma retórica cansina de siempre.
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