Elecciones catalanas
Arrimadas se consagra como líder constitucional
Logra la primera victoria de una candidata no nacionalista al sumar un millón de votos e imponerse en las ciudades más numerosas.
Logra la primera victoria de una candidata no nacionalista al sumar un millón de votos e imponerse en las ciudades más numerosas.
Corría el año 2006 cuando un partido semidesconocido, Ciudadanos, concurría a las elecciones catalanas por primera vez con apenas el aval de un puñado de intelectuales. Nacían como repuesta al tripartito y a la orfandad resultante de los votantes de izquierdas. La clase política catalana ni se inmutó. Prefirieron ignorarlos. Tras sus primeros comicios, saldados con tres diputados, Ciudadanos pasó de recibir la callada por respuesta al desprecio. Hubo quien se aventuró a compararlos con el GIL marbellí augurándoles una existencia exigua. De una legislatura, a lo sumo. Once años más tarde, el partido naranja logró ayer una histórica victoria, cimentada en el triunfo en las diez ciudades más pobladas de Cataluña, con Barcelona a la cabeza. Fue una victoria incontestable, tanto en escaños como en votos, logrando 160.000 sufragios que Junts per Catalunya.
El partido naranja capitalizó el voto útil constitucionalista y se hizo con 37 diputados y más de un millón de votos (prácticamente, 1,1 millones). La candidata, Inés Arrimadas, en la fiesta que se organizó en la plaza España, ahondó en la idea. «Nos dijeron que desapareceríamos, nos dijeron que no repetiríamos. Y aquí estamos. ¡Hemos ganado las elecciones!», celebró.
Al poco de cerrar las urnas, se intuyó el resultado. Los feudos independentistas perdían participación mientras aumentaba en Barcelona y su área metropolitana. El otrora cinturón rojo consolidaba su transformación. De rojo a naranja. La alegría con los primeros recuentos era contenida. Ciudadanos se imponía en votos incluso a ERC pero los catalanes están familiarizados con partidos que ganan elecciones pero pierden en escaños. Así le ocurrió al PSC tanto en las elecciones de 1999 como en las de 2003. Nada más lejos de la realidad. La candidatura de Arrimadas, pese a todo, se apuntaba un tanto que pasará a la historia de Cataluña con 36 diputados y el 25% de los votos, al cierre de esta edición. No sólo por la victoria en los comicios, sino también en las pequeñas pugnas que esconden los resultados. Ciudadanos se imponía en los pocos reductos que le quedaban al PSC en el área metropolitana de Barcelona como Santa Coloma, Cornellà, o Badalona. Incluso en el pueblo de Oriol Junqueras, Sant Vicenç dels Horts. Pero, sobre todo, ganaba en las pincipales ciudades catalanas como Barcelona o Tarragona.
En cualquier caso, al finalizar el recuento, fiesta por todo lo grande en la plaza España. Así, si en 2015 Ciudadanos triplicó sus escaños, pasando de los nueve hasta los 25 y se situaba en segunda posición. En esta ocasión han roto todas las quinielas robando votos de todo el espectro político. Desde el PP hasta los comunes.
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