Elecciones catalanas
Cinco claves nacionales del post 21-D
Las decisiones y los pactos que puedan salir de la noche electoral en Cataluña pueden afectar a las alianzas, a los equilibrios y a la proyección de PP, PSOE y Ciudadanos
Las decisiones y los pactos que puedan salir de la noche electoral en Cataluña pueden afectar a las alianzas, a los equilibrios y a la proyección de PP, PSOE y Ciudadanos.
El resultado de las elecciones catalanas tendrá efectos en la política nacional. Un ex ministro de José María Aznar lo describía muy gráficamente: «En este caso el terremoto ya se ha producido, fue el “procés” y todo lo que ha acompañado a la declaración unilateral de independencia. Y ahora nos queda ver si lo que nos llega es sólo el aleteo de una mariposa o el terremoto tiene réplicas». Después de la noche electoral todos los partidos ajustarán sus estrategias y sus discursos al nuevo tiempo que marquen los resultados, pero teniendo en cuenta que las decisiones en Cataluña tendrán consecuencias en la política nacional. No tanto como para provocar un adelanto de las generales, pero sí repercutirán en las energías con las que todos los partidos afrontarán el engrase de su maquinaria para el siguiente examen, las autonómicas y municipales de 2019.
El equilibrio entre PP y Cs
El PP se encuentra ante el riesgo de que un excelente resultado de Ciudadanos (Cs) en Cataluña se lea a nivel nacional como que ha llegado el momento en el que cambian los equilibrios y el peso de los dos partidos. Los populares pelean por un buen resultado del bloque constitucionalista, pero necesitan salvar los muebles. «Hay que aguantar el tirón», aseguran en Madrid. En clave estrictamente de partido el PP sabe que si no resiste su soledad será mayor en el Congreso. Además, tendrá que empezar la carrera autonómica y municipal en una situación de desventaja con respecto a Cs. Génova intenta templar los ánimos, pero la preocupación territorial por lo que pase este jueves en Cataluña es un hecho. Líderes regionales y alcaldes miran hacia el 21-D mientras empiezan los empujones contra el liderazgo de Xavier García Albiol y también las críticas a la gestión del problema catalán o a que las elecciones se convocaran de manera tan inmediata. Hay miedo a un tropiezo sonoro, que Génova sigue negando oficialmente que pueda producirse.
Iceta y los «barones»
El candidato socialista ha tenido la habilidad de imponer la tesis de que no importan los votos que consiga sino su capacidad de tender puentes a derecha, a izquierda e incluso con los independentistas si renuncian a la unilateralidad. Éste ha sido el centro de su campaña electoral. El PSC puede dar por aprobado el examen si mejora, aunque no se aproxime a los resultados de la época de Pasqual Maragall o José Montilla. Pero el PSOE tiene que medir mucho cómo maneja la negociación de las alianzas postelectorales y hasta dónde rebaja Iceta sus exigencias para mantener el juego de que sigue aspirando a la Presidencia de la Generalitat. Iceta no puede, o mejor dicho, el PSOE no puede permitirse pactos del PSC con los independentistas, incluso aunque hagan la revisión del proyecto que en campaña no han hecho, sin asumir un coste a nivel nacional. Esta pasada legislatura catalana ha tensado al máximo la situación en Cataluña, pero también el clima de opinión en las demás comunidades autónomas. Lo dicen los veteranos en el PP y también en el PSOE. Hace unos años se podía todavía plantear una negociación con la Generalitat y hacer alguna nueva concesión. «Hoy, cualquier gesto en esa dirección con los independentistas, cuesta votos en el resto del territorio nacional. Han roto la cuerda y eso los sabemos todos. Habrá que hacer política y negociar. Pero ningún presidente autonómico socialista va a aceptar que la dirección de su partido haga cesiones para que Iceta pueda sacar pecho en Cataluña», asegura un alto cargo del socialismo andaluz.
El pulso Sánchez-Iglesias
Pablo Iglesias también se enfrenta al reto de equilibrar sus intereses en Cataluña y en el resto del territorio nacional. De momento, según las encuestas, la estrategia tiene bastante de «cuento de la lechera», dicen desde Izquierda Unida. Esas encuestas no dan aire a Podemos a nivel nacional, pero tampoco bendicen la alianza con Ada Colau. El candidato Xavier Domènech querría tener la posibilidad de ser parido bisagra para dar forma a una alianza con ERC y con el PSC, un pacto de izquierdas que enmascare la presión soberanista. Pero no parece que entre la izquierda haya mucho acuerdo de partida sobre las parejas con las que quieren seguir bailando después de la noche electoral. El 21-D, por tanto, es también un examen para el liderazgo y la estrategia de Iglesias ante el problema independentista. Y sobre su pulso eterno con Pedro Sánchez a nivel nacional.
Las alianzas en Madrid
Que al PP le pueda resultar más dificil tejer consensos en Madrid si saca un mal resultado no condicionará de manera inmediata el futuro de la legislatura. Hay un Gobierno en minoría, que tiene como principal reto aprobar los PGE para 2018, pero que ya sabe que de aquí en adelante no hay espacio para llegar a grandes acuerdos con la oposición. Al contrario, ésta, con Cs a la cabeza, reactivará la presión en su contra bajo la bandera de la regeneración democrática y de la corrupción: es su «carta» para poner sordina a la recuperación económica. La conclusión es que un PP que salga mal parado de Cataluña tendrá más problemas para encontrar compañeros de viaje, incluso con el PNV, pero que esto no tiene por qué condicionar el futuro de la legislatura. Seguirá sin haber margen para una moción de censura.
La continuidad del 155
Si hay bloqueo o si hay un Gobierno independentista que vuelve a echarse al monte, el Ejecutivo de Rajoy tendrá que seguir sosteniendo su alianza con el PSOE y con Cs para mantener activo el artículo 155 de la Constitución y la intervención de la Generalitat. En principio, en Moncloa descartan que pueda haber problemas que afecten al consenso básico que une a estos tres partidos en este asunto. Pero, en cualquier caso, los resultados electorales también pueden interferir en la gestión que los socialistas y la formación naranja hagan de este hipotético escenario. Nadie niega que en la noche electoral empieza un nuevo tiempo, en Cataluña y en Madrid.
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