Ciudadanos

Ciudadanos: ¿borrón y cuenta nueva?

Rivera da por cerrada la crisis interna y por acallados a los críticos. Fuentes del partido aseguran que, pese a los rumores, no habrá ceses en la Ejecutiva a lo largo de las próximas semanas

Albert Rivera, en su intervención en el Consejo General del partido el pasado viernes/Efe
Albert Rivera, en su intervención en el Consejo General del partido el pasado viernes/Efelarazon

Rivera da por cerrada la crisis interna y por acallados a los críticos. Fuentes del partido aseguran que, pese a los rumores, no habrá ceses en la Ejecutiva a lo largo de las próximas semanas

En el orden del día del Consejo General de Ciudadanos del pasado viernes no había ningún punto extraordinario o que llamase la atención en un primer vistazo: la aprobación del acta anterior, la presentación de cuentas del pasado ejercicio, ruegos y preguntas... De todos, el más excepcional puede que fuera la votación para que el máximo órgano entre asambleas del partido naranja respaldase (o no) a Marcos de Quinto como nuevo miembro de la Ejecutiva Nacional. Lo hizo sin ningún voto en contra. Sin embargo, lo cierto es que se jugaban algo más. La reaparición de Albert Rivera –era la primera vez que hablaba desde que estallara la mayor crisis interna en la (breve) historia de la formación– estaba llamada a marcar un punto de inflexión. Con sus palabras se jugaba avivar aún más la crisis o hacer borrón y cuenta nueva. Tras su discurso quedó claro que el líder se decantó por lo segundo. Y todos arroparon al líder, lo «mimaron», como dijo Ignacio Aguado. Por ello, nadie de dentro de Cs quiere hablar ya de díscolos, críticos, dimisiones o ceses. Mañana mismo se reunirá la Ejecutiva Nacional en Madrid, tal y como hacen todos los lunes. Solo queda esperar para saber si será tan movida como la anterior.

Sin embargo, pese a que las aguas están más calmadas, todavía hay varios señalados. Luis Garicano, Fernando Maura y Francisco Igea siguen en el punto de mira después de que se posicionasen a favor de levantar el veto a Sánchez. Éste último dio el pasado viernes, apenas unas horas después del Consejo General, un golpe encima de la mesa: firmó un acuerdo con el Partido Popular para sacar adelante un Ejecutivo de centro derecha en Castilla y León que lo coloca a él mismo como vicepresidente de la región. «Una gran noticia para Castilla y León: tendrá un Gobierno nuevo que aplicará políticas liberales y de regeneración, trabajando para todos los ciudadanos de esta tierra tan abandonada por el bipartidismo», escribió Rivera en su cuenta de Twitter. Fuentes de Cs se refieren, precisamente, a ese mensaje en la red social para aclarar que la crisis está zanjada y que los rumores de que en los próximos meses se puede dar una escalada de ceses entre los que componen la Ejecutiva Nacional no tienen fundamento.

Por eso, los naranjas están midiendo mucho las palabras para no alimentar los rumores. Sin ir más lejos, el viernes saltó la voz de alarma después de que Rivera pronunciase una polémica frase: «Si algunos piensan que el sanchismo tiene que campar a sus anchas, que presenten un partido político y se sumen a Sánchez. Los partidos políticos están para defender sus ideas frente a los electores y nosotros vamos a construir esa alternativa», dijo. La frase copó titulares. Apenas unos minutos después, fuentes de Ciudadanos se apresuraron a matizar que el mensaje iba dirigido a «la patronal, sindicatos o bancos que dicen lo que tienen que hacer». No en vano, Rivera, Aguado y Villacís se encargaron de recordar en sus intervenciones que, a diferencia de otros partidos, ellos no tienen deudas con entidades bancarias. «No vamos con mochila», subrayaron. Pero la mecha ya estaba prendida. Los que lo vieron como un mensaje claro hacia los críticos se reafimaron cuando el propio Toni Roldán, ex portavoz en Asuntos Económicos, respondió a Rivera en su cuenta personal de Twitter.

Y es que, aunque Rivera se cuidó mucho de no pronunciar los nombres de Roldán y Nart, sí que hizo varias referencias a la necesidad de contar con un equipo unida, aunque sea heterogéneo. «Este partido me recuerda a los grandes ríos de Europa, que tienen diferentes afluentes. Estoy rodeado de gente libre, con libertad de opinión, pero todos remamos en la misma dirección», afirmó, y recalcó que la mayoría de los miembros de Cs vienen de la sociedad civil y no del mundo de la política.

Las dudas de los críticos

«La estrategia no va a cambiar, va a seguir siendo la misma», explican a LA RAZÓN fuentes del sector crítico de dentro de Cs. Éstos también descartan que se produzcan ceses en los próximos meses. «Sería muy impopular hacer algo tan brusco», subrayan. Sin embargo, estas mismas fuentes apuestan por que los «díscolos» pueden ver cómo se mina su equipo: «Les pondrán trabas, empezarán a cesar a todos los asesores que trabajan para la parte de Europa y a nivel autonómico», vaticinan.

Sin embargo, parece que ahora Rivera está más centrado en sumar que en restar. Y lo está haciendo a base de «convencer» a los que habían ido en sus listas como independientes para que se afilien. A las incorporaciones de Marcos de Quinto, ex vicepresidente de Coca Cola, Edmundo Bal, abogado del Estado, y Joan Mesquida, ex dirigente socialista, se suma ahora la de Javier Imbroda, entrenador de baloncesto. Como hizo con el resto, Rivera le dio la bienvenida en Twitter, su canal de comunicación preferido en las últimas semanas.

Tras la incorporación de De Quinto a la Ejecutiva, aún queda un puesto en el órgano de dirección por cubrir, el de Javier Nart. Según informó el partido, su asiento quedará vacante, al menos de momento.