Opinión

Conceder hasta deshacer, todo lo que ha entregado Sánchez

Tanto PP como PSOE han cerrado concesiones a los independentistas para garantizarse el Gobierno, el asunto es la profundidad y magnitud de las cesiones en curso

Sánchez justifica dar a Bildu la alcaldía de Pamplona para dar estabilidad y rechaza críticas: "Deben hacérselo mirar"
Sánchez y Cerdán, (PSOE) junto con Mertxe Aizpirua (Bildu)Europa Press

Este hombre ha engañado a la gente de izquierdas, no cabe otra explicación. Mis amigos votantes del PSOE y Podemos me razonan que «la economía va bien y todo lo demás es secundario». Añaden que gobernar es pactar, que todos los partidos del hemiciclo son fruto del voto democrático y que, por lo tanto, es lícito y bueno «alcanzar acuerdos». Y te lo dicen en serio y de corrido, yo creo que lo creen.

El aldabonazo esta semana de Felipe González, en el Foro La Toja, sobre la necesidad de cerrar un acuerdo de Estado en torno a la unidad y la solidaridad nacional y avisando del peligro de una disolución de España, es un indicio más. Pero mis interlocutores se burlan: «Felipe es viejo y no entiende el presente».

Es verdad que gobernar España no es fácil y que, en mayor o menor medida, tanto PP como PSOE han cerrado concesiones a los independentistas para garantizarse el gobierno. El «Pacto del Majestic» de Aznar no fue el menor. El asunto es la profundidad y magnitud de las cesiones en curso, justo en el momento en que el nacionalismo, después de ETA y tras el 155 en Cataluña, estaba vencido. Merece la pena hacer una lista

  • El indulto de los condenados del «procés».
  • La eliminación del delito de sedición y la reducción de la malversación, como pedían los «indepes».
  • La Ley de Amnistía.
  • La concesión de una mesa de diálogo entre el Gobierno y Cataluña.
  • Las negociaciones con Junts en el extranjero, con mediador internacional, incluido.
  • Las comisiones de investigación para acusar a los jueces de «lawfare», es decir, politización.
  • Eliminación del artículo 43 bis de la ley de Enjuiciamiento Civil, que ratificaba la cuestión prejudicial.
  • Comisiones de investigación sobre los atentados de Cambrils y Barcelona y la «Operación Pegasus», culpabilizando al estado de perseguir al independentismo ilegalmente.
  • El traspaso de la competencia de inmigración que incluye el control de fronteras y las expulsiones y devoluciones, en detrimento de la Policía Nacional. El desmantelamiento de importantes comisarías
  • La reforma de la Ley de Sociedades de Capital para revertir el decreto de Rajoy que permitió la salida de empresas atemorizadas de Cataluña
  • Condonación de la deuda de Cataluña y pacto para la financiación privilegiada, con Hacienda propia.
  • Gestión del Ingreso Mínimo Vital en Cataluña.
  • Acercamiento de presos de ETA al País Vasco y Navarra.
  • El Gobierno ha cedido competencias en instituciones penitenciarias al País Vasco.
  • Retirada de todos los agentes del Centro Nacional de Inteligencia de Cataluña y País Vasco.
  • Traspaso de competencias de tráfico a Navarra y retirada de las competencias a la Guardia Civil.

Lo lamento, pero la lista no es exhaustiva, mi memoria no da para más. Creo sin exagerar que lo señalado arriba es de una gravedad extraordinaria, porque pone en peligro el tejido económico, jurídico, fiscal, de infraestructuras y cuerpos policiales que llamamos España. Y no he entrado en aspectos culturales o lingüísticos. Nuestro país negocia en Ginebra el futuro de los españoles y ese cuadro patético es exactamente la escenificación de lo que está ocurriendo. ¿En qué momento los padres de la Constitución planearon un estado confederal? La descentralización y la federalización son características actuales de España, con una Ley Fundamental muy similar a la alemana, pero el camino emprendido por Pedro Sánchez nos lleva a la desconexión regional hasta dejar España en una alianza territorial. ¿De verdad quieren esto las izquierdas? No lo niego, si es el caso, pero exige un referendo. No es moral transitar este camino sin preguntar a todos.

Ha llegado el momento de plantearse si los españoles de Algeciras tienen los mismos derechos que los de Hospitalet, si la educación forma niños españoles o ciudadanos de naciones distintas, si pagamos los impuestos para el mismo fin y, en definitiva, si caminamos hacia una Europa Unida o hacia la desmembración del continente en una Europa atomizada.