Caso ERE
De los «cuatro golfos» a los ex presidentes
El ex director general de la Junta que guió a Alaya hacia sus superiores «sigue en pie» en Sevilla, en el paro y a resguardo de los insultos callejeros
Hace casi cuatro años que la jueza Mercedes Alaya abrió en Sevilla la caja de Pandora del «caso de los ERE». A la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo le toca ahora diseccionar qué papel desempeñaron los ex presidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán, el ex vicepresidente Gaspar Zarrías y los ex consejeros José Antonio Viera y Mar Moreno, en la creación y el mantenimiento durante más de una década de un sistema de reparto de fondos públicos que permitió el manejo de 855 millones de euros sin control interno.
El destilado de esa investigación podría provocar el procesamiento histórico de dos ex presidentes andaluces, bajo cuyos mandatos se pagó una paz social, hoy sucia, con cargo a la partida presupuestaria 31L, con la que se pretendió dar aire a «empresas que necesitaban respirar». El acuñador de esa expresión, el ex director general de Trabajo Francisco Javier Guerrero, ha asistido estos días en su piso de Sevilla al relato en los medios de una noticia que en absoluto le sorprende, más bien la auguró.
La vida de Guerrero, quien ayer cumplió 58 años, transcurre entre dos focos geográficos de la capital andaluza: el área de los juzgados y la Buhaira, un barrio en el que no es difícil constatar entre sus vecinos que su don de gentes sigue intacto, pese a sus dos estancias en la cárcel Sevilla I y a que todo el mundo sabe que ya no puede, dinero en mano, resolver conflictos laborales. En ella caben también viajes esporádicos a su pueblo, el renombrado en el sumario El Pedroso. Círculos de confort en los que intenta ponerse a resguardo de los insultos callejeros.
No en vano, el telón de fondo de su existencia es desde hace años la causa que instruye Alaya, ahora de forma compartida con el Supremo. A la magistrada le adelantó en marzo de 2012 que Chaves, Moreno y Viera «sabían cómo se trabajaba» en la Consejería de Empleo y en su Dirección General en relación a las ayudas judicializadas. De hecho, declaró que le «escandalizaba» que los tres intentaran «salvar su honorabilidad» a su costa. Antes, en enero de aquel año, ya había sostenido ante los investigadores policiales que nunca había adoptado «decisiones unipersonales» y que los fondos librados a través del antiguo Instituto de Fomento de Andalucía (IFA), que actuó de caja pagadora como luego la agencia IDEA, con soporte en el «fondo de reptiles», respondieron a «decisiones compartidas».
Por entonces, un rostro más que reconocible hoy del PSOE-A le dijo en una acera que no se preocupara, que todo «era cosa de los periodistas». Aliento que luego, sobre todo a partir de que su ex chófer Juan Francisco Trujillo cuestionara su disciplina de trabajo con un relato que incluía desvelos, kilómetros y cocaína, se transformó, tanto desde el partido como desde la Junta, en una estrategia: colocarlo como el máximo responsable de la inmundicia.
Otro líder socialista lo resumió al principio de la instrucción, cuando limitó las irregularidades a la actuación de «cuatro golfos». De ahí se ha llegado a 229 imputaciones y al señalamiento de Chaves y Griñán. Y es que, la teoría de los cuatro golfos tiene algunas grietas. ¿Nadie se dio cuenta de lo que sucedía en más de 10 años? ¿Por qué hasta tres consejeros mantuvieron a Guerrero en su cargo y aprobaron su gestión? ¿No supervisaron un trabajo que llevó a la solución pacífica y eficaz de focos de tensión, a un precio en el punto de mira; o hay que hablar de connivencia? ¿Se buscó un atajo para pagar ERE y se acabó permitiendo la corrupción?
Mientras la Justicia intenta dirimir estas cuestiones, Guerrero mantiene otra pelea con la Junta. Está en el paro y quiere volver a su puesto en la Administración –es funcionario en excedencia del Servicio Andaluz de Empleo (SAE)–. Tiene dónde apoyarse. El Tribunal Superior de Justicia de la comunidad (TSJA) ha ordenado al Ejecutivo regional que le asigne una vacante y que le dé la retribución que le corresponde desde febrero de 2012. De hecho, el ex director general confirma a LA RAZÓN que en el ámbito de esa guerra ha presentado una reclamación por discrepar «con la liquidación» que le han entregado hace unos días. «Quiero que me arreglen mis cuentas y que me readmitan, como han hecho con otros imputados en la misma causa que yo», reclama. Sabe que su futuro, como su presente, estará ligado a una palabra: ERE. Pero batallará porque «sigue en pie».
«Quise ser algo más / que un ser humano / tenerlo todo en mis manos / y sólo soy un profeta / de lo ya profetizado», escribió en un poemario titulado «Cuando una noche llueva», publicado en febrero de 1998. Muchas tardes han caído desde aquel año y muchas profecías...
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