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El terrorista del 11-S que iba a atentar en España

Yusuf Galán, que estuvo en prisión hasta 2011, fue detenido ayer en Madrid por reclutar yihadistas para causar una «masacre».

Luis José Galán, "Yusuf"es conducido por agentes de la Policía Nacional tras su detención, esta noche en Madrid por su presunta integración en la organización terrorista Estado Islámico (EI)
Luis José Galán, "Yusuf"es conducido por agentes de la Policía Nacional tras su detención, esta noche en Madrid por su presunta integración en la organización terrorista Estado Islámico (EI)larazon

Yusuf Galán, que estuvo en prisión hasta 2011, fue detenido ayer en Madrid por reclutar yihadistas para causar una «masacre».

«Objetivos blandos» que puedan garantizar un elevado número de víctimas. Ésta era una de las consignas que, siguiendo las órdenes del Daesh, el Estado Islámico (EI), transmitía Yusuf Galán (condenado en España por los atentados de Nueva York del 11 de septiembre) y que ayer fue detenido de nuevo por agentes de la Comisaría General de Información.

Galán, que estuvo en prisión hasta 2011 y que supuestamente se había reinsertado tras abandonar el yihadismo, se dedicaba ahora, a través de un complejo sistema informático, a captar nuevos adeptos para la banda terrorista.

Las derrotas sufridas por el EI le han obligado a reorganizar su estrategia y potenciar las estructuras destinadas a cometer atentados en occidente.

Las características de las acciones criminales buscan, según expertos consultados por LA RAZÓN, tres objetivos: la mayor lesividad (elevado número de víctimas); impacto negativo en la economía del país afectado, y el mayor eco mediático posible.

En eso estaba Yusuf Galán cuando fue arrestado ayer en Madrid. Tiene 52 años. Antes de convertirse al islam, se llamaba Luis José Galán González.

Fue detenido en noviembre de 2001 en la «operación Dátil» contra la red de Al Qaeda en España, y condenado por delitos de pertenencia o integración en organización terrorista y tenencia ilícita de armas.

Galán, según fuentes de Interior, «había desarrollado ahora un sofisticado modus operandi virtual para llevar a cabo una labor de difusión masiva en Internet y no ser detectado».

«Para ello, agregan, hacía acopio de una importante cantidad de material el cual alojaba de manera simultánea en varios de sus perfiles, o a través de hilos de mensajería instantánea, con el fin de alcanzar al mayor número de personas. Empleaba el lenguaje virtual habitual en estos foros, comentando, linkeando o compartiendo contenidos como parte de la estrategia global de Daesh: emplear la red mundial como medio para transmitir los valores ideológicos terroristas».

Además del adoctrinamiento intelectual, se dedicaba a entrenamientos operativos en técnicas de combate a través de la red. «Publicaba vídeos en los que él mismo aparecía manejando armas blancas con gran destreza, acompañados de mensajes altamente explícitos, dirigidos a la comisión de acciones terroristas», agregan las referidas fuentes.

Galán pretendía controlar psicológicamente a los nuevos reclutas con el fin de que obedecieran sus órdenes y, llegado el momento, y cometieran los atentados contra los citados «objetivos blandos».

«Había desarrollado en los últimos años un perfil afín a la figura del cibersoldado, la versión 2.0 del combatiente yihadista que emplea la red informática para compartir, interactuar y propagar el ideario terrorista. Lejos de reconducir su conducta (como pretendía hacer creer), actuaba de acuerdo los principios y compromisos del Daesh».

De hecho, tras salir de prisión aseguró que quería «vivir en paz» y afirmaba no ser un terrorista. Sin embargo, las vigilancias de los expertos de la Policía no tardaron en demostrar lo contrario: había renovado sus compromisos de «muyahidin (combatiente) virtual» para formar parte de la yihad electrónica, que utilizaba para actividades de adiestramiento operativo de otros individuos.

Los citados expertos en la materia que consultó este periódico han señalado que los próximos años, en lo que a terrorismo yihadista se refiere, van a estar marcados por esta estrategia, ya sea a través de actores solitarios o células organizados, como la que cometió los atentados de Cataluña el pasado 17 de agosto.

El Estado Islámico va a tratar de llevar el terror y la intranquilidad a todos los lugares que pueda. Su mensaje es que nadie estará seguro y que los países que han participado en la coalición internacional, que les han derrotado en Siria, van a pagar caro esta victoria que «debe volverse contra ellos».