Videos

Casado contará con los apoyos de Cospedal, Margallo y Feijóo en la segunda vuelta

El estrecho margen dinamita la candidatura de unidad y deja favorito a Casado.

El candidato a la Presidencia del PP Pablo Casado conversa con los periodistas hoy en Madrid. EFE/ Javier Lizón
El candidato a la Presidencia del PP Pablo Casado conversa con los periodistas hoy en Madrid. EFE/ Javier Lizónlarazon

El estrecho margen dinamita la candidatura de unidad y deja favorito a Casado.

Noche de infarto. Una vez más en este proceso sucesorio el PP se encontró con un escenario no previsto. El empate casi técnico entre los dos vencedores de la votación de los afiliados deja abierto el Congreso del PP y en el aire la demanda de unidad del «aparato».

Las reglas estatutarias establecen que debe haber una segunda vuelta en la que voten los compromisarios. Y con los resultados en el PP sostenían anoche que quedan días de mucha negociación para ver si hay margen para una candidatura de integración, pero que es muy difícil que cuaje. Andalucía es la que dio la victoria «in extremis» a Santamaría, pero por un margen tan estrecho que legitima al segundo, el ex portavoz Pablo Casado, a dar la batalla en el Congreso. Sobre todo porque otras candidaturas, como la de Maria Dolores de Cospedal o José Manuel García-Margallo, podrían sumarse a la de Casado. Y también recibir el apoyo del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.

El PP esquiva de esta manera el peor escenario: el duelo fratricida entre Cospedal y Sáenz de Santamaría. Pero el PP sigue instalado en el pánico porque asumen que por mucha que sea la presión orgánica para que haya una sola candidatura en el Congreso, donde tendrán que volver a pronunciarse los compromisarios, es muy complicado que se consiga. Ayer hasta el presidente de la Xunta,Alberto Núñez Feijóo, rompió su discurso de neutralidad para advertir, antes de que se abriesen las urnas, de que los dos aspirantes con más apoyos entre los afiliados este jueves debían «hablar entre sí» para llegar al cónclave nacional que se celebrará los días 20 y 21 de julio con una candidatura única. «Sobre todo si tienen resultados muy similares. Aquí no se trata de ver quién gana, sino de ver cómo se pone en marcha y se da impulso al PP», sentenció quien al principio de este proceso de relevo de Rajoy era señalado como su «sucesor natural».

Ayer ya adelantó este periódico los movimientos que se estaban produciendo en el poder territorial para forzar esa candidatura única con los resultados de la votación, hasta el punto de entender que con sólo una mínima ventaja, de unos 3.500 votos, habría que dar por válido el nombre del señalado por la militancia como nuevo líder o líderesa del partido. Pero los resultados no se aproximaron a esa cifra ya tan baja.

Con estas primarias el PP ha hecho historia interna, porque es la primera vez que sus militantes eligen a su «número uno», pero queda en el aire si también marca un hito en la historia de la democracia española, porque de lo que han decidido los militantes no está claro que el PP sea al final el primer partido que concurrirá a las próximas elecciones generales con una mujer como candidata a la Presidencia del Gobierno. La gran pregunta que se hacían en el partido en el día de ayer era con que criterio iban a votar los afiliados. Y la elección demuestra que no han atendido del todo los cantos desmocópicos que apuntan que Sáenz de Santamaría es la que tiene más posibilidades electorales frente a la izquierda y frente a Ciudadanos. El reto del PP es corregir su desgaste, dejar de perder votos, según pronostican los sondeos, y recuperar los apoyos que se les han quedado en el camino y que se les han ido, mayoritariamente, a la formación de Rivera. Y ésta es precisamente la baza que explotó Saénz de Santamaría durante la campaña.

Pero la renovación generacional que prometía Casado ha hecho mella sobre la imagen de la ortodoxia en la defensa de los principios del partido que abanderó Cospedal y sobre las buenas expectativas electorales que ofrecía Santamaría. Dentro de esta etapa sin precedentes en la historia del partido, el PP cree que el resultado no aplaca el riesgo de ruptura. Las relaciones de Sáenz de Santamaría y Cospedal son malas, esto no es un mito, sino una realidad. Y así consta dentro del partido. Tanto que daban por hecho que si Sáenz de Santamaría tomaba la decisión de saltar a la arena, Cospedal también lo haría para frenar a su rival. Un ajustado resultado entre las dos las habría obligado a entenderse en lo político y en lo personal, bien por integración bien porque la que hubiera quedado en segundo lugar se apartase del primer plano y facilitase esa integración con otros miembros de su lista.

Con Casado como segundo en la votación, pero por tan estrecho margen, pierden legitimidad las presiones para que el ex portavoz del PP acepte retirarse sin más a cambio de ocupar un alto puesto en la nueva Ejecutiva popular. Estamos hablando de la Secretaría General del partido. En cualquier caso, el PP ha entrado en terreno no pisado hasta ahora y habrá que ver en las próximas semanas cómo evolucionan las presiones orgánicas y las conversaciones entre los dos aspirantes más votados.

La nueva etapa del PP se sustanciará sobre todo en el liderazgo y en los rostros de la nueva dirección del partido y parlamentaria. Los tres principales candidatos han estado en la etapa de Rajoy y en la estrategia de oposición es más que previsible que no haya cambios en lo sustancial, aunque haya habido algún tímido amago de enmienda durante la campaña. En las cuestiones fundamentales, la política territorial, la política antiterrorista o la política económica, el nuevo PP será el mismo que el que presidía Rajoy. Y la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez será tan dura como la que habría hecho Rajoy de no haber dado el paso al lado. El desafío para el PP está en ver si es capaz de hacer que la renovación en su equipo directivo le permite pasar definitivamente página del desgaste por la corrupción y por otras decisiones adoptadas en el Gobierno y no bien entendidas por sus votantes. Y parar los pies a Rivera.