Elecciones generales
Efecto Navidad: influyente, no decisivo
Los precedentes demuestran que se vota más en otoño que en primavera y los expertos pronostican una participación superior al 70%.
Los precedentes demuestran que se vota más en otoño que en primavera y los expertos pronostican una participación superior al 70%.
Al anuncio de la Lotería de la Navidad no le seguirá este año el de las burbujas de Freixenet. En su lugar, Mariano Rajoy o Pedro Sánchez pueden pedir el voto para seguir en el camino de la recuperación económica o pedirlo para poner en marcha un «cambio seguro y valiente», respectivamente. La escena sería insólita. La confirmación por parte del presidente del Gobierno de que las duodécimas elecciones generales de la democracia serán el 20 de diciembre convertirá finalmente lo que era una posibilidad en realidad. El jefe del Ejecutivo decidiría así apurar hasta el máximo plazo legal la celebración de los comicios. Antes de que se hablara del 20-D, los analistas hablaban de que buscaría ganar tiempo, consolidar los buenos indicativos económicos y acabar la legislatura con el máximo número de leyes aprobadas en el Parlamento. Pero, con el anuncio del jueves, entra en juego un factor inédito: la Navidad. ¿Cómo puede afectar la cercanía de las fiestas navideñas en el resultado de las elecciones?
Es una cuestión de difícil pronóstico. Diciembre había sido hasta ahora mes inhábil para la política en nuestro país. Y es terreno desconocido para quienes se dedican a realizar estimaciones electorales. Para José Pablo Ferrándiz, sociólogo y vicepresidente de Metroscopia, «todo lo que se pueda decir parte de apriorismos y conjeturas, pero todo parece indicar que una mayor movilización favorecería al PP y, aunque la participación varía mucho de unos sitios a otros, no parece probable que vaya a bajar del 70%». Los niveles de participación, sin embargo, podrían verse afectados por el fenómeno de los desplazamientos que en esas fechas llevan a muchas familias a reunirse con sus seres queridos. Y aunque las fechas son propensas también para el regreso de los que viven en el extranjero, para Ferrándiz «sería más la gente que sale que la que entra, porque además tendría que darse el caso de que llegaran al sitio donde estén empadronados».
El segundo factor alterable por la Navidad sería el sentido del voto. Con el consumo disparado y el aumento del poder adquisitivo de todos aquellos que acaben de recibir la paga extra de Navidad, incluidos los funcionarios a los que se devolverán los atrasos, los sociólogos piensan que favorecería al partido del Gobierno. El PP nunca ha ocultado que su estrategia electoral se va a basar en enarbolar la bandera de la recuperación económica. Pero también puede producir el efecto contrario. Que la ciudadanía se rebele contra el ruido electoral en unas fechas dedicadas al descanso. En cualquier caso, la época del año es influyente, pero nunca decisiva. En otoño vota más gente que en primavera, es cierto; pero también influirá el resultado del 27-S en Cataluña, según Ferrándiz, ya que «se da por hecho que un resultado favorable a las tesis independentistas, favorecería al PP en el resto del territorio nacional, aunque tampoco está demostrado». Y, por supuesto, el factor económico: «Influirán más los presupuestos y la posibilidad de que la llegada de otro Gobierno pudiera modificarlos y paralizar la recuperación», asegura.
Pero todo siguen siendo hipótesis. Queda analizar los escasos precedentes que tenemos en España, a pesar de que para el vicepresidente de Metroscopia sean «periodos muy diferentes y circunstancias que no se pueden comparar». Hay cuatro precedentes de que en diciembre los ciudadanos tuvieran que acudir a las urnas, pero ninguno similar a la celebración de unos comicios para elegir presidente del Gobierno. Por orden cronológico, el último mes del año ha acogido dos referéndums de suma importancia para nuestro país, el de la reforma política celebrado el 15 de diciembre de 1976, con una participación del 77,7%, y el referéndum constitucional del 6 de diciembre de 1978, en el que votaron 17,8 millones de españoles, el 67,1% del censo electoral.
Los otros dos casos se dan a nivel regional en Galicia. Un 21 de diciembre de 1980 se votaba el estatuto de autonomía gallego, con sólo un 28,2% de votos registrados, mientras que el 17 de diciembre de 1989, en las elecciones al Parlamento gallego, votaron el 59,5% de los electores. A excepción de la votación del Estatuto gallego, cuya baja participación las crónicas de la época achacan a la desinformación y el escepticismo, en los otros tres casos la participación fue buena e incluso superior. Los dos referéndums a nivel nacional superan en participación a la consulta de marzo de 1986 para permanecer en la OTAN (59,4%), a pesar de celebrarse en marzo, un mes más habitual. En cuanto a los comicios en Galicia, los inmediatamente posteriores, en octubre de 1993, tuvieron más participación (64,2%), pero en los anteriores, en noviembre de 1985, fue a votar el 57,4%.
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