Elecciones andaluzas
El «adelanto técnico» de Díaz
La presidenta andaluza ha subrayado que este eventual adelanto no sólo depende de ella, sino de lo que ocurra con el inicio del curso parlamentario y la actitud del resto de partidos
La presidenta andaluza ha subrayado que este eventual adelanto no sólo depende de ella, sino de lo que ocurra con el inicio del curso parlamentario y la actitud del resto de partidos.
La presidenta andaluza, Susana Díaz, ha dicho hoy que si hay un adelanto electoral "se sabrá en cuestión de semanas" y ha subrayado que este eventual adelanto no sólo depende de ella, sino de lo que ocurra con el inicio del curso parlamentario y la actitud del resto de partidos.
"Lo vamos a ver en cuanto volvamos al curso parlamentario y veamos la actitud, si estos nerviosismos que hemos tenido durante este fin de semana de querer darnos órdenes desde Cataluña o Madrid van más allá (en referencia a Cs) y si hay voluntad de que sean tres meses más tarde o tres meses antes", ha señalado Díaz en una entrevista en la Cadena Ser.
La negociación de los presupuestos, ha indicado Díaz influirá, ya van a determinar que Andalucía cuente con 1.100 millones más, ha indicado Díaz, quien cree que "no tiene mucho sentido"condicionar ahora la negociación "al cambio del Estatuto de Autonomía", en referencia a la supresión de los aforamientos que exige Ciudadanos.
Ha asegurado que su intención es agotar la legislatura y que Andalucía "tenga estabilidad", a la vez que ha reconocido que su diálogo con el líder de Ciudadanos en la comunidad, Juan Marín, ha sido "fluido", pero ha advertido de los "volantazos"que está dando ahora la formación naranja por el "nerviosismo"de Albert Rivera por competir por "quién es más de derecha"con Pablo Casado.
Y es que se juega mucho, tanto como su futuro político. Tal vez por eso, Andalucía ha iniciado el nuevo curso con la incertidumbre de si la presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha parido ya una fecha: la de las próximas elecciones autonómicas que sólo ella puede convocar.
Tocan en marzo de 2019, pero llevan meses envueltas en el ruido de un posible adelanto. Miembros de su entorno le sugirieron ya antes de las vacaciones estivales que diera el paso para «aprovechar» el «efecto Pedro Sánchez», entendido éste como la mejora que el desembarco del socialista en La Moncloa ha provocado en las expectativas electorales de la «marca PSOE», al que sumaron que «las encuestas también son positivas e indican que sería posible gobernar otros cuatro años y ganar estabilidad», admiten fuentes socialistas. Pero la presidenta pareció volver de su descanso como se fue. «No lo tiene del todo decidido», apuntan fuentes próximas a ella. En un escenario político volátil, ser el primer ñu que se lance al agua para cruzar un río puede significar que te devoren los cocodrilos. Ese podría ser el «marco emocional» en el que no sólo Díaz, sino también Sánchez, sopesan los pros y contras de ejercer sus prerrogativas y elegir cuándo fijar los comicios autonómicos y estatales, respectivamente. Una de las causas que frenaban a la presidenta andaluza es que no encontraba el relato en bruto, el que luego tendrá que pasar por el tamiz de la historia, para justificar el movimiento y es consciente de que, en política, todo lo que tenga que explicarse demasiado no es bueno. Inventarse una épica alrededor de esa decisión tras haber presumido de forma incansable de «estabilidad» y haber dado orden de iniciar las negociaciones con Ciudadanos (Cs), socio de investidura, para dar forma a los Presupuestos de 2019, no parece fácil. Máxime si ya pesa sobre tus hombros la ruptura en 2015 de un Gobierno de coalición con IU para anticipar aquellos comicios. La oposición en pleno rugirá y se le echará encima acusándola de haber tomado una determinación caprichosa. Si bien, estos días parece que Cs ha optado por esmerarse en proporcionarle a la presidenta la coartada que necesita al amenazar por boca de sus dirigentes, regionales y nacionales, con no sentarse a hablar de las cuentas si no se eliminan los aforamientos o se reforma la ley electoral. Puntos recogidos en el pacto programático que ambas formaciones rubricaron hace más de tres años pero cuyo cumplimiento «excede el ámbito competencial netamente andaluz y requeriría la reforma del Estatuto», advierten fuentes parlamentarias. Díaz escribió ayer en su perfil de Twitter: «He visto con asombro cómo Rivera y Arrimadas nos ‘ordenan’ lo que debemos hacer. Lo que interesa a Andalucía, lo decidimos en Andalucía, no en Madrid o en Cataluña».
Al calor del órdago de Cs cobra fuerza la opción del denominado «adelanto técnico» que implicaría llamar a los andaluces a las urnas a finales de este año y sobre el que ya se habría trabajado en simulaciones preventivas en el seno de la Administración autonómica.
Del lado del presidente del Ejecutivo central, instalado en la cúspide de la ola, «no descartan» que si al final Díaz opta por agotar la legislatura, «puedan celebrarse las andaluzas y las generales juntas», dado que «siempre sería bueno aunar esfuerzos» para «movilizar» a los votantes de un partido que, como otros, «se mueve por el poder». Ambos líderes socialistas se manejan distinto y aún no han limado del todo sus diferencias, pero estas fuentes anotan que «deberían mirar por el interés» de la formación. La última vez que se dio esa conjunción fue en marzo de 2008. El ex presidente de la Junta, Manuel Chaves, aceptó empujar a José Luis Rodríguez Zapatero con la fuerza electoral que entonces tenía el PSOE-A, aún sabiendo que lo culparían, como así fue, de hurtar a los andaluces el debate autonómico, acusación que éste negó replicando que era imposible separar a aquél del español. Aunque desde el ala «sanchista» se pone en duda que el PSOE de Díaz tenga hoy ese empuje, sí admiten que «es cierto que les puede venir bien a los dos la coincidencia». Con todo, ésa sólo es una opción que el presidente del Gobierno abrazará o no teniendo en cuenta un amplio conjunto de variables. Anotan que habrá que estar atentos a la evolución de la situación en Cataluña y a si ésta se recrudece hasta el punto de llegar allí a las urnas, al ámbito demoscópico, a si se producen más novedades judiciales en procesos como el de «Gürtel»; o a la negociación del Presupuesto para el próximo ejercicio. De darse esa circunstancia, avisan, no parecería muy lógico que Sánchez convocara las elecciones en medio del trámite parlamentario para lograrlo.
Díaz tiene incluso otro espejo en el que mirarse: el de su antecesor en el cargo, el ex presidente Griñán, quien optó por no ceder a las presiones de la dirección federal del PSOE para convocar las andaluzas con las generales y aguantó la legislatura hasta marzo de 2012 con un fin: intentar rentabilizar el malestar que provocaron las primeras medidas de recorte que tuvo que tomar el Gobierno de Rajoy para mantener el poder en la comunidad, como hizo gracias al apoyo de IU. La presidenta tendrá que ultimar de una vez su estrategia, sobre la que sobrevuela también la sentencia del «caso ERE», en medio del «nerviosismo» de la oposición que lleva meses en campaña y evidenciando «su propia inseguridad», en palabras de Díaz. De momento, sí ha sabido pasarles esa pelota, la de anteponer el interés partidista al de la gente, mientras ella está centrada, dicen, en «trabajar en el día a día».
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