Pilar Ferrer

El arte de la prudencia

Durante años, mientras el PSOE arrastraba los casos Juan Guerra, Filesa, Malesa y Times Export, sus dirigentes clamaban por no judicializar la vida política. Mira que da vueltas el destino. Ahora, enfrascados en su debilidad electoral y de liderazgo, los socialistas se agarran al asunto de Bárcenas como desesperada tabla de salvación. Mal hecho y escasamente democrático. Su secretario de organización, el leonés Óscar López, quien un día olvidó incluso los motivos para ser votados, se ha pasado bastante de la raya. Lanzar acusaciones de financiación ilegal del PP, mientras existe una investigación judicial en curso, no es de recibo.

Aferrado a su incontinencia verbal, el número tres del PSOE ha traspasado una línea elemental: nadie puede acusar sin pruebas y, mucho menos, cuando el PP está colaborando al máximo en el sumario que instruye el juez Pablo Ruz. ¿Hizo lo mismo el partido ahora en la oposición en anteriores sumarios que llevaron a prisión a algunos de sus dirigentes más destacados? Recuérdense, a título de ejemplo, los nombres de Barrionuevo, Vera o Roldán. O aquella Aida Álvarez, implicada hasta las cejas en el escándalo de Filesa. Por no hablar de los encarcelados en Sevilla a raíz de los falsos ERES. Un entramado de campeonato, con los más altos cargos de la Junta andaluza.

Se nota que Óscar López no ha leído a los clásicos. Escribió el gran Cicerón que preferible es una silenciosa prudencia a una tonta locuacidad. El vicesecretario del PP, Carlos Floriano, anuncia medidas judiciales ante acusaciones sin pruebas. Bien hecho, ante lo inaceptable en un Estado de Derecho. Basado en «El arte de la prudencia», de Baltasar Gracián, se forjó un refrán popular: la prudencia es la madre de la ciencia. Muy cierto. Cuando las palabras son huecas y los dardos no tienen fundamento probatorio, la política se convierte en estulticia. Y sus líderes, en algo necios.