Andrés Bartolomé
El otro «golpe» de Tejero, el chino franquista y el "Cara al Sol"
Desde primera hora de la mañana se concentra en la colonia Mingorrubio un grupo compacto de devotos de Franco. Una acera les separa del primer control para llegar al cementerio, donde solo hay prensa montando una guardia que se hace eterna.
Entre banderas preconstitucionales y gritos a favor de Franco, los nostálgicos cuentan con personajes peculiares: desde un hombre vestido de legionario al uso –en camisa y manga corta– al que la Policía invita a retirarse ante su insistencia a avanzar o Chen Xiangwei, el chino franquista, que porta un enorme ramo de rosas rojas y flores amarillas dibujando la enseña de España. No desaprovecha el momento y reparte calendarios del local con simbología franquista que regenta en el barrio madrileño de Usera. Llama la atención un manifestante con un paraguas cuyo pomo es la cara de Franco.
Junto al punto de recogida de las acreditaciones de prensa, dos señoras que no se sabe cómo han pasado el primer control son conminadas a retroceder. Antes de hacerlo, se justifican: «Nosotras somos de aquí, de Franco».
Entre los concentrados se escucha el «Cara al Sol» mientras otro grupo reza. Gritos de «viva España» y «viva Franco» entre aplausos. No falta quien rompe a llorar. Hay quien no quiere hacer declaraciones y menos con foto. Como Esperanza, bandera y escarapela a juego en el pelo: «Hoy es un día grande, pero para la historia negra de España». Cerca está Ganapanes –no da su nombre– llegado de Granada, e indignado con el Gobierno. «Es una vergüenza». Se escuchan gritos contra la prensa: «¡Habéis venido a reíros de nosotros!».
De pronto un numeroso grupo se mueve entre gritos y forcejeos junto a las vallas. Han cortado el paso a Antonio Tejero y los presentes se abalanzan para ayudarle. La Policía consigue que retroceda y permanece calle arriba, con vigilancia. Su silueta evoca la del 23-F con Armada en el Congreso.
La zona de prensa frente al cementerio es un hervidero donde solo se oyen los disparadores de las cámaras y la voz de algún directo. Haciendo una entradilla para televisión, una periodista se equivoca al citar a Carmen Calvo en lugar de Carmen Polo. Risas entre los presentes. Pasadas las cuatro, con los deudos ya fuera, se oyen cánticos y ondean banderas. El cordón se ha abierto y los concentrados se acercan. Inicia un rezo el padre David, de la capilla de Santiago, que culmina en la entrada del cementerio, enclave ya marcado a fuego para los presentes. Brazos en alto y gritos de «¡Franco, Franco!». Un aire irreal llena el ambiente.
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