Política

El desafío independentista

El juicio que puede unir al soberanismo

Supone un bálsamo para aunar fuerzas en plena lucha de poder entre Puigdemont y Junqueras

Los presos y el juicio es el pegamento que está adhiriendo las costuras del movimiento independentista que no atraviesa por su mejor momento
Los presos y el juicio es el pegamento que está adhiriendo las costuras del movimiento independentista que no atraviesa por su mejor momentolarazon

Supone un bálsamo para aunar fuerzas en plena lucha de poder entre Puigdemont y Junqueras.

Arranca en una semana «la madre de todos los juicios». Todos están preparando sus defensas que serán políticas y solo aceptarán «la absolución porque son inocentes», en palabras del vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, en la entrevista que publicó LA RAZÓN el pasado domingo.

Los presos y el juicio es el pegamento que está adhiriendo las costuras del movimiento independentista que no atraviesa por su mejor momento. Dos frentes están abiertos. Uno externo que tiene como primera contienda el apoyo, o no, a la tramitación presupuestaria. Otro interno por la pugna del liderazgo independentista. Todos los movimientos de los partidos secesionistas tienen la mirada puesta en las elecciones del 26 de mayo. Según los resultados, se abrirá un escenario político u otro. Uno que buscará ampliar la base social proindependencia u otro anclado en la desobediencia.

El inicio del juicio ha sido como un bálsamo para aunar fuerzas en base a la movilización permanente. El hito más destacado de esta movilización será el día 5, el día del inicio del proceso, en el que se ha fijado una huelga general. Lo curioso es que el motivo que esgrime el sindicato convocante, la Intersindical, es que la movilización se realizará contra la reforma laboral de 2012. Una reforma que contó con el apoyo de Convergència i Unió.

Tanto PDeCAT, ERC y la Crida, y no digamos la CUP, han expresado al unísono que no se apoyarán los presupuestos de Sánchez. Se niega que el gobierno caiga porque «puede gobernar por decreto», afirman que no se aliarán con los socialistas «por el miedo a que venga la derecha», y exigen, como también afirmó Aragonés, «una propuesta política. El PSOE debe diferenciarse del PP con hechos». Los independentistas quieren iniciar una negociación sobre la celebración de una consulta de autodeterminación, lo que no entra en los planes del Ejecutivo y, mucho menos, de la oposición. La actual interlocución entre gobiernos la consideran totalmente «insuficiente». Los partidos son prudentes en sus valoraciones, pero el máximo responsable de la Generalitat, Quim Torra, no deja pasar un día sin calentar motores y lanzar consignas incendiarias que no se concretan en iniciativas parlamentarias.

En el frente interno, la Crida ha lanzado una OPA a Esquerra Republicana para lograr listas únicas en las municipales y europeas. Los dirigentes de la Crida quieren convertir en una especie de plebiscito el 26 de mayo, pero los republicanos se mantienen firmes argumentando que «ir juntos no es garantía de sumar más». Los más activos en esta petición de unidad son la Crida y la Asamblea Nacional Catalana y, en menor medida el PDeCAT. Sin embargo, la unidad se antoja complicada toda vez que la ANC se ha personado en más de 50 poblaciones como actor político convocando «primarias independentistas» y amenaza con presentarse si no hay acuerdo. En el PDeCAT han puesto freno a la «invasión de personas ajenas al partido» en las listas.

Barcelona es el caso más paradigmático. El «pressing ERC» se ha acelerado en los últimos días. Todos los dirigentes del entorno de Puigdemont y Torra se han lanzado a doblegar el brazo a ERC. Ernest Maragall fue el encargado de decir por enésima vez que es problema de la Crida y PDeCAT fraguar «una candidatura independentista de derechas». Puigdemont apuesta por el tándem Joaquim Forn y Elsa Artadi, pero veta la presencia de Neus Munté en las listas. La ex vicepresidenta y la que ha ganado las primarias en el PDeCAT. Para echar leña al fuego, Ferran Mascarell, delegado de la Generalitat en Madrid y ex concejal con el PSC, ha presentado su propia candidatura. Se niega ir en la lista de la Crida y, sin embargo, es miembro de la ejecutiva del nuevo partido. Y, por último, Jordi Graupera ganó las primarias independentistas patrocinadas –y pagadas– por la ANC, y quiere vender cara «su unidad». El liderazgo independentista está en juego.