Podemos
El otro lobo de Wall Street
Su viaje duró tres días, pero pareció un mes. Especialmente larga se les hizo la estancia del líder de Podemos a los neoyorquinos, que tuvieron que sumar a la intensa ola de frío que azota la costa este de Estados Unidos las soflamas de Pablo Iglesias.
A los americanos lo de «podemos» ya les suena a viejo: ciertamente, se trata de una traducción literal del «Yes, we can» de Barack Obama, que tan pocos resultados parece haberles dado. Por eso, cuando Iglesias aterrizó el pasado lunes en el JFK, los ánimos parecían concentrar todo el calor que no se respiraba en las calles. «Nosotros inventamos el “occupy Wall Street”, y hemos salido de la crisis. ¿Qué viene a decirnos a nosotros?», se quejaba un taxista del distrito financiero. Su primera parada en Manhattan estuvo cargada de simbolismo e intenciones. El lunes, Iglesias se entrevistaba en la Universidad de Columbia con el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, crítico de la globalización, azote del liberalismo y voz firme contra el capitalismo. «Salgo con las pilas cargadas», explicó Iglesias en la entrada de la Escuela de Negocios de Columbia, uno de los centros más elitistas y donde se forman los futuros líderes económicos del mundo.
Sin obviar los consiguientes fines electorales de esta gira política, Pablo Iglesias ha buscado enriquecer su programa económico en Nueva York. «Podemos se inspira en las ideas de los mejores, como Stiglitz. Es interesante comparar las diferencias entre la actuación de la Reserva Federal, que ha comprado deuda para resucitar la economía, y el Banco Central Europeo, que sólo ha respondido a las exigencias de los grupos de presión financieros. El BCE debería parecerse más a la Reserva Federal», declaró tras la entrevista con el Nobel.
Minutos después, Iglesias se despedía de Stiglitz y se dirigía al metro con su eterna coleta y una mochila colgada al hombro. Acompañado por su equipo (viaja con el responsable internacional de Podemos, Pablo Bustinduy), se desplazó hasta el Círculo Español del popular barrio de Astoria, en Queens, para celebrar un mitin ante los simpatizantes españoles. «Queremos construir una España a la que podáis volver. ¡Nunca más una España sin vosotros!», exclamaba nada más subir al escenario. Escuchándole, cerca de 500 personas, la mayoría españoles emigrados que prorrumpieron en aplausos. A su espalda, las banderas de España y Estados Unidos y un crucifijo; en su atril, el mensaje «The time is now» («El momento es ahora») con el que pretende devolverle la ilusión al electorado. Su conferencia oscilaba entre el sentimentalismo y la referencia a la «añorada patria» y la crítica feroz que ha marcado su discurso político.
Iglesias dedicó parte de su discurso a criticar las políticas de austeridad seguidas estos años en España, punto central de su mensaje económico. «Esos traidores dijeron que iban a solucionar la crisis. Siete años después, ¿han servido de algo las políticas de austeridad? La deuda está al 100%, el desempleo no se reduce, cada vez hay más gente que trabaja y es pobre, la desigualdad aumenta. No sólo son corruptos y traidores, son tremendamente ineficaces, y cuando les explicas el significado de democracia, te insultan».
Fuentes de los círculos del Podemos neoyorquinos aseguran que «Iglesias no durmió en ningún hotel», sino que se hospedó «con otros simpatizantes» en Manhattan. Quizá por eso el martes llegó puntual a su cita en el Auditorio Proshansky de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), donde ofreció una conferencia moderada por la escritora y periodista de izquierdas Amy Goodman, que conduce el programa «Democracy Now». Quizá por su formación como profesor, el líder de Podemos parecía estar en su salsa ante los 400 estudiantes (todos menores de 30 años) que le escucharon comenzar su discurso alabando Estados Unidos, a los huelguistas de Chicago y a Humphrey Bogart por resistir la caza de brujas anticomunista del senador Joseph McCarthy. Dijo admirar a Abraham Lincoln y su discurso de Gettysburg, en el que habla de un Gobierno «del pueblo, por el pueblo y para el pueblo», y al activista de los derechos de los homosexuales Harvey Milk, igual que a Rosa Parks, que desafió en la década de los cincuenta la prohibición de que los negros se sentaran en la parte delantera de los autobuses.
El resto de la apretadísima agenda de Pablo Iglesias en la Gran Manzana incluyó una reunión con el presidente del Comité sobre Procesos de Reestructuración de la Deuda Soberana, así como con diplomáticos de Brasil, Mercosur y Palestina. La ronda de citas económicas incluyó a Mark Weisbrot, del Center for Economic and Policy Research, una de las voces más críticas con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, además de alimentar su programa económico, Pablo Iglesias ha querido disfrutar de la ciudad, ya que era la primera vez que viajaba a Nueva York. Por ello, entre reuniones y conferencias, consiguió pasear por Uptown Manhattan (a pesar del frío), y salió a cenar la comida típica neoyorquina. Según parece, tanto él como Bustinduy –que ha residido en Nueva York durante más de siete años– como Juan Suárez, responsable de prensa de Podemos, alquilaron un pequeño apartamento en Chinatown y se dejaron encandilar por el encanto del barrio chino, situado al sur de la isla, muy cerca del barrio financiero. Lástima que la gira política de Iglesias finalizara el miércoles y no pudiera disfrutar de las celebraciones del año nuevo chino.
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