El desafío independentista
El PSC sitúa a Rubalcaba al borde del abismo
Consuma la ruptura, rompe la disciplina y vota a favor de la consulta soberanista. La «vieja guardia» clama por el divorcio y exige que sean expulsados de la dirección del grupo
Y al final se consumó la ruptura. Trece de los 14 diputados del PSC votaron a favor de la consulta soberanista en Cataluña. Carme Chacón, número uno por Barcelona, prefirió no «mojarse» (ni sí, ni no, ni abstención; simplemente, no pulsó botón alguno) y poner su escaño a disposición de Pere Navarro.
Y al final se consumó la ruptura. Trece de los 14 diputados del PSC votaron a favor de la consulta soberanista en Cataluña. Carme Chacón, número uno por Barcelona, prefirió no «mojarse» (ni sí, ni no, ni abstención; simplemente, no pulsó botón alguno) y poner su escaño a disposición de Pere Navarro. Vuelve así a la casilla de salida para pujar por el cartel electoral. La decisión de los socialistas catalanes, que sitúa a Alfredo Pérez Rublacaba al borde del abismo, se conocía desde la noche anterior, y de ahí que se esperara un contundente pronunciamiento de la dirección federal, que no llegó. Más bien se intentó poner paños calientes a una relación ya imposible.
Y es que el número uno del PSOE se limitó a anunciar una revisión del protocolo de las relaciones entre sendos partidos y la número dos, sanciones para los que rompieron la disciplina de voto. De momento, pese a las presiones internas, Rubalcaba se resiste al divorcio con la tesis de que si al PSC le va mal con el PSOE, a Cataluña le irá peor con España. Un argumento en absoluto compartido por la «vieja guardia» que clama por recuperar la desaparecida federación socialista en Cataluña. El primero en levantar la voz en este sentido fue ayer el expresidente del Gobierno Alfonso Guerra durante la reunión del grupo parlamentario que precedió al pleno en el que el PSC rompió la disciplina de voto.
El que fuera número dos del PSOE llegó a acusar al PSC de tener dos disciplinas (la nacionalista y la socialista) y de hacer primar la segunda sobre la primera. «Estamos en el final. Hay que buscar alternativas», afirmó el hoy veterano socialista. Fue la suya, sin duda, la intervención más contundente de cuantas se escucharon en la reunión, a puerta cerrada. No en vano advirtió de que si el PSC sigue su deriva nacionalista e insiste en retar al PSOE, debería presentarse sólo con sus siglas en Cataluña. Alfonso Guerra es partidario de mover ficha, pero hay muchos más que comparten su análisis. También Txiqui Benegas, otro veterano, que puso el grito en el cielo y habló de un momento histórico en las relaciones entre sendos partidos que los sitúa ante posiblemente el final de un camino compartido durante 35 años. «Este seguidismo nacionalista que no os reporta beneficio alguno, hace daño al PSOE en toda España», recriminó Benegas a sus colegas catalanes.
Otra voz crítica fue también la del otrora vicesecretario general, José Blanco: «Para el PSC esto es un error; para el PSOE, un desastre», afirmó. Tanto Blanco como Guerra y Benegas elogiaron el desmarque de Chacón al entender de su exposición que votaría con la mayoría socialista. Cuando la catalana, por la tarde, decidió no votar, las «flores» se tornaron en indignación y crítica.
La lista de reproches al PSC siguió con Consuelo Rumí, José Martínez Olmos y otros tantos que pidieron la expulsión de los catalanes de los órganos de dirección del grupo. En ausencia de Rubalcaba, Elena Valenciano se vió obligada a pedir calma, pero sobre todo a replicar a Guerra para decirle que no es momento de tomar «decisiones en caliente» sino de mantener los contactos y las vías de diálogo. La ruptura, a su juicio , sería definitiva e irreversible, justo en un momento en que la situación política en Cataluña requiere mantener abiertos los cauces de diálogo. «A veces, ejercer la autoridad es mantener el timón en momentos difíciles y éste es uno de ellos», zanjó la discusión la número dos del PSOE.
Como decía el lunes un destcado barón, la indisciplina del PSC y la falta de perspectivas electorales precipatarían la situación interna, y no precisamente en beneficio de Rubalcaba.
Chacón vuelve a la casilla de salida
«Tengo muy claro que no voy a optar por la ruptura entre Cataluña y España, sino por mis convicciones. Siempre que he hecho lo contrario me he equivocado». Con esta solemne declaración, la diputada del PSC y ex ministra de Defensa daba la espalda ayer a los de Pere Navarro, a su apuesta por la consulta soberanista y a su indisciplina. Su decisión, que explicó ante el Grupo Socialista, fue elogiada por varios de sus colegas del PSOE, ya que además puso a disposición de Pere Navarro su escaño e invocó su «compromiso» con los ciudadanos por el entendimiento entre Cataluña y el resto de España.
La número uno por Barcelona dio a entender por la mañana que votaría con el PSOE, esto es, en contra de las resoluciones a favor de la consulta, pero lo que hizo finalmente fue no votar. Su meditada decisión, ambigua o no, la sitúa otra vez en la casilla de salida por la candidatura a la presidencia del Gobierno. En mayo de 2011 dio un paso atrás y ayer lo dio hacia delante. Ella lo niega, dice que nada tiene que ver con su pasado ni con su futuro político, pero lo que hizo fue uno de los movimientos políticos más importantes de su carrera. Muchos lo interpretan como una prueba irrefutable de que sigue en la pelea y que su desmarque del PSC le hace ganar enteros en un PSOE hoy a la deriva. Sus detractores niegan la mayor y sostienen que su ambigüedad de ayer la coloca en una díficil situación con el socialismo catalán y de «imposible reconciliación» con el resto de federaciones. Sea lo que sea, hay partido.
Navarro busca la paz con los críticos
Pere Navarro tiene desde ayer más problemas con el PSOE, pero menos en el PSC. Los cinco diputados díscolos que pusieron en evidencia a Navarro durante la votación de la declaración de soberanía en el Parlament tienen ahora más complicado volver a desafiar a su primer secretario, reforzado a nivel interno por una decisión que, subraya, es «coherente» con el programa electoral con el que los socialistas catalanes concurrieron a las elecciones. Tras conocer la decisión de la ejecutiva del PSC de desmarcarse del PSOE en el Congreso en la resolución para autorizar la convocatoria de consultas populares, Àngel Ros –uno de los cinco rebeldes que evitaron votar la declaración de soberanía–, no tuvo otro remedio que celebrarlo. «La voz propia del PSC se escuchará en la defensa del diálogo y el pacto por el derecho a decidir», celebró el alcalde de Lérida y diputado en el Parlament. La instrucción dada por la ejecutiva del PSC a sus 14 diputados en el Congreso –sólo ignorada por Carme Chacón– ha servido para apaciguar los ánimos del sector crítico del partido, que representa un 25 por ciento del partido nada desdeñable. Al fin y al cabo, nadie había tomado la iniciativa en el PSC hasta ahora de romper la disciplina de voto con el PSOE. Se trata de un hito que servirá a Navarro para seguir a flote en el partido.
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