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Don Juan Carlos vuelve al frente

Asegura que la actual crisis económica representa «una amenaza a la seguridad» de España. Incide en la necesidad de mantener «las capacidades militares que garanticen una disuasión verosímil» para los intereses del país Nación

El Rey Juan Carlos, junto a la Reina Sofía y los Príncipes de Asturias, saluda al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy
El Rey Juan Carlos, junto a la Reina Sofía y los Príncipes de Asturias, saluda al presidente del Gobierno, Mariano Rajoylarazon

El Salón del Trono fue el proscenio de la primera aparición pública de Su Majestad el Rey tras la operación de cadera izquierda de hace un mes. A pesar del discurso de Navidad, la entrevista de TVE por su cumpleaños, y el encuentro que LA RAZÓN mantuvo con el Monarca, puede afirmarse que el Rey recuperó ayer oficialmente su actividad institucional.

Un Don Juan Carlos sonriente y con aspecto relajado entró apoyado en dos muletas y acompañado por la Reina y los Príncipes de Asturias. Una vez dentro, tomó asiento para asistir a la ceremonia, y Doña Sofía y los Príncipes hicieron lo propio a su lado. Inmediatamente después entraron el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el titular del Ministerio de Defensa, Pedro Morenés, y el responsable de la cartera de Interior, Jorge Fernández. Tras el discurso de Morenés, en el que incidió en la necesaria austeridad, el Rey se levantó para enarbolar el espíritu militar. Porque si en algo insistió el Monarca durante todo el discurso fue en poner como referencia los valores de los miembros de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil, además de destacar su labor. Por este motivo Don Juan Carlos trajo ayer la Directiva de Defensa Nacional que se le presentó en el Consejo de Defensa Nacional del pasado julio, y sus reuniones con el ministro de Defensa y la nueva cúpula militar del Estado Mayor de la Defensa. En estos encuentros el Rey recordó que, además de plantear los retos de este año en materia de Defensa, se reconoció «que la actual crisis económica actúa como una amenaza a la seguridad». Don Juan Carlos jerarquizó objetivos. «Resulta primordial priorizar el esfuerzo para mantener las capacidades militares», aspotilló, «que garanticen una disuasión verosímil en defensa de los intereses de España».

Como mando supremo de las Fuerzas Armadas, puntualizó la «necesidad» de que como «leales servidores del Estado» contribuyamos a una tarea que puntualizó colectiva para sacar adelante al país. «Con más ahínco si cabe».

En ningún momento Don Juan Carlos cuestiona del espíritu y la disposición de los militares para este cometido. De hecho, recordó la imposición de la Laureada Colectiva al Regimiento de la Caballería Alcántara –que dio su vida para proteger a sus compañeros durante la retirada del Rif en el desastre de Annual de 1921–, ceremonia celebrada el pasado octubre en el Palacio Real, y aseguró que «me emociona el orgullo de saber que aquellos héroes eran nuestros y que su espíritu también lo es». Tras remarcar que debemos ser dignos herederos de ellos, no lo dudó: «Las virtudes de aquellos jinetes permanecen en lo más hondo de todos vosotros». Porque para el Rey, los soldados de nuestro tiempo lo demuestran a diario, entre otras cosas, en la «entrega desinteresada», pensando «siempre en España».

Dicha actitud castrense es, para el Rey, reconocida por toda la sociedad, y citó como ejemplo la actuación de los militares durante los incendios del pasado verano. «Nuestros soldados fueron requeridos entonces y actuaron sin descanso». Puntualizó que supieron, como siempre, «cumplir con sus obligaciones».

Así, el Rey pidió en estas fechas navideñas un «emocionado» recuerdo para aquellas personas que perdieron la vida en 2012 en acto de servicio.

Breve ceremonia

Este año la celebración de la Pascua Militar fue más breve de lo habitual. La costumbre de que se celebre cada 6 de enero se remonta al reinado de Carlos III, «como expresión de júbilo por la recuperación de Menorca del poder de los ingleses». La conmemoración fue olvidada en el siglo XIX y principios del XX, y Don Juan Carlos «la rescató».

Y este año ha sido la más breve. Si el Jefe del Estado llegó al Palacio Real poco antes de las 12:00 horas, alrededor de una hora más tarde el acto había terminado. A pie, asistió primero a la interpretación del himno nacional y al lanzamiento de salvas en el patio de la Armería. A diferencia de los años anteriores, en esta ocasión el Monarca no pasó revista a las tropas y tras las salvas se encaminó directamente a la Saleta de Gasparini del Palacio Real utilizando un ascensor. Por otro lado, este año el tradicional besamanos fue bastante reducido.

«Me encuentro divinamente, con ganas de mejorar»

Este año no ha habido los habituales «corrillos» en la Pascua Militar después de los discursos de rigor. Tras finalizar las intervenciones del ministro de Defensa, Pedro Morenés, y del jefe del Estado, este último se encaminó al Salón de Columnas, donde, con un vino de honor, puso fin al acto junto a las autoridades militares y civiles asistentes.

Acompañado por Doña Sofía, seguido por los Príncipes de Asturias y apoyado en dos muletas, Don Juan Carlos, con un aspecto visiblemente animado, se detuvo un momento ante los periodistas, a los que felicitó el año, al igual que hizo la Reina.

Ante las preguntas por su estado de salud afirmó que se encuentra «divinamente».

Insistiendo en la idea que transmitió durante la pasada entrevista en TVE el día de su cumpleaños, en la que dijo tener muchas «ganas de volver», en esta ocasión dirigió el entusiasmo a «mejorar» su condición física tras las operaciones.

El Rey levantó las muletas para indicar que las tiene que utilizar por indicación de los médicos, ya que le han recomendado «cuidado» ante el afán del Rey por recuperarse, algo que ha palpado durante todo 2012 y que, según afirma el traumatólogo Villamor, fue tanta actividad la que propició en gran medida la segunda intervención quirúrgica de la cadera a finales el pasado año.

El Monarca solamente abandonó su sonrisa para otorgarle solemnidad a su discurso, y la recuperó al salir.

Dicho estado de ánimo se reflejó en su sentido del humor, que, como cabía esperar, no faltó ayer.

Al estar toda la atención depositada en él, materializada en los continuos «flashes» de las cámaras, Don Juan Carlos se rió: «No soy el único», remarcó.