Partidos Políticos
En busca del ADN del PP vasco
El nuevo equipo encabezado por Alonso busca recuperar el centro derecha y abanderar la lucha por las libertades. Aseguran que el partido tiene «cantera» y que ha llegado el momento de darle protagonismo.
El nuevo equipo encabezado por Alonso busca recuperar el centro derecha y abanderar la lucha por las libertades. Aseguran que el partido tiene «cantera» y que ha llegado el momento de darle protagonismo.
La sede vitoriana de San Antonio era el centro de reuniones de unos jóvenes vascos que no se resignaban. Se rebelaron ante esa especie de “ley del silencio en el que decir que eras del PP estaba mal visto”. Alfonso Alonso, Javier Maroto, Iñaki Oyarzabal, Javier de Andrés... Algunos aprendieron a hacer política de proximidad con el ejemplo de Ramón Rabanera. De manera cariñosa hay quien les llama ahora “el clan de los Celedón” o los alaveses. Años antes, Oyarzabal ya se había llevado el primer “guantazo” por lucir una pulsera de la bandera de España en su muñeca. “Ese día me dije, la tendré que llevar más grande y esta vez en la carpeta”. Al lado de su casa habían asesinado al jefe de la policía, su mejor amigo de clase se marchaba a vivir a Madrid porque su padre estaba amenazado y su vecino hacía la mudanza vencido por el yugo etarra. Encontraron su nombre en los papeles de diversos pisos francos con seguimientos que habían realizado de él y su familia. “Tuve algunos momentos de mucha tensión porque pensábamos que venían a mi casa”.
El asesinato de Gregorio Ordóñez y el de Miguel Ángel Blanco hizo que una generación de jóvenes vascos diera un paso al frente y se comprometiera con la política. Son la generación “Goyo”, su primer referente y su ejemplo, por quien arriesgaron frente al miedo, a pecho descubierto. Alfonso Alonso y Javier Maroto vivían en barrios cercanos, se conocieron en las Nuevas Generaciones del PP que presidía entonces Oyarzabal. Ambos querían luchar para que otros no decidieran lo que tenía que ser su tierra. Maroto, estudiante de económicas y empresariales y Alonso de Derecho y filología clásica querían ejercer sus profesiones antes de dedicarse a la política. Y así lo hicieron, Maroto ejerció su profesión en el sector privado y Alonso en la abogacía. “Con el tiempo hicimos esa apuesta juntos por la política”, recuerda.
Borja Sémper, presidente de Guipúzcoa tenía 17 años cuando cogió un tren desde Irún a San Sebastián, se presentó en la sede, llamó al timbre y dijo: “vengo a conocer a Gregorio Ordóñez”. “Tenía una firme convicción y una actitud dialogante que me atraía”, destaca. Fue Goyo quien le instó a ir como concejal de Irún y así lo hizo cuatro meses después de que lo asesinaran. En 1999, en Irún, se llevaría a cabo el primer pacto de los demócratas entre PSE y PP y Sémper se convirtió en primer teniente alcalde. Aquellos años hizo buenas migas con los alaveses y recuerda sus tertulias en la sede de San Antonio. Era un sitio “humilde, un piso viejo y céntrico, poco operativa, pero nos importaba bastante poco. No era una sede de moqueta, y eso se nota”. Apenas tenía dos despachos, una sala de reuniones y un “txoco” (cocina) además del baño. “Ahora parece casi un bareto”. “Nadie pensaría que ése nosotros quedábamos allí”, destaca Maroto. En torno a aquello, mucha ilusión y una forma diferente de hacer campaña. “Con ingenio suplíamos la falta de libertad”. “Más de una vez nos llevamos un susto”, dice Sémper quien recuerda cómo en una pegada de carteles “en más de una ocasión tuvimos que salir corriendo. Entonces no había ni escoltas”.
En casa de Maroto, cuando decide dar el paso a la política pensaron que “estaba como una regadera, pero lo dijeron con la boca pequeña”. También fue el asesinato de Goyo lo que le impulsó a ello. “Sentimos en aquella ocasión que no nos íbamos a callar porque unos con una pistola dijeran que el que hable le volamos la cabeza. Toda una generación dio el paso a la vez una mezcla de rebeldía e inconsciencia que traía consigo el mensaje de “con nosotros no van a poder”. “Yo voy a seguir defendiendo con dignidad mis principios y la libertad. Dice que a pesar de las renuncias al dar ese paso, “vale la pena” porque “nada vale más que la dignidad y la libertad”.
Maroto tiene claro que el ADN del PP vasco es el HHC: “humildad, honestidad y cercanía”. “Somos el partido de estar en contacto con la calle, al contrario que el PNV que es el partido de la jerarquía, de las empresas públicas, de las cuotas de poder y del control férreo”. Han venido para sumar, en positivo, a unir a toda aquella generación que se enfrentó al miedo, porque “somos el partido de mano tendida y del encuentro”, de apertura a la sociedad vasca y a todo el mundo que lo representa. Quieren ser una referencia para todos los que trabajaron en esa etapa, recuperar el centro derecha en el País Vasco. Fortalecer un proyecto recuperando personas y las que quedaron por el camino, ése es el partido que ha venido a liderar Alfonso Alonso, aseguran. “El PP busca reencontrarse con todos”, destaca Oyarzabal.
Una de las estrategias del PP vasco será fijarse en lo que ha funcionado en el modelo alavés. No en vano, Vitoria, donde Alonso y Maroto fueron alcaldes sigue siendo el PP la fuerza más votada. Las encuestas que manejan son “las de la calle”, dicen que para ellos es la más fiable. “La única capital de provincia que creció fue la vitoriana frente a otros donde se ha retrocedido. No se nos debe de olvidar que es una forma de hacer política que funciona”, subrayan.
¿Qué secreto tiene el modelo alavés? “Que engancha con la gente, confían en ti, te respaldan y que curras, trabajas un montón y le devuelves la confianza a los electores para volver a revalidarla”, asegura el vicesecretario de sectorial. Otro de los ingredientes que se ha despertado en el PP vasco es la ilusión. Maroto subraya que “sólo lo de los galones es para los medios de comunicación, aquí somos un equipo y esa palabra aquí funciona”.
El primer hijo de Sémper nació con una escolta en la puerta del hospital. “Esto no me hace mejor ni peor que otros, pero me permite demostrar que el compromiso es inquebrantable contra ETA”. Con 19 años, a las puertas del cine recibió la llamada de un guardia civil que le indicaba que habían intentado asesinarle. La banda terrorista fijó su objetivo en él hasta en tres ocasiones, la segunda con un coche bomba en la puerta de su casa. Destaca que la singularidad del PP vasco con el resto de comunidades es que ellos siempre supieron que tocar poder era difícil y además tenían que luchar por algo que no tenían que hacer en el resto: “luchar por ser libres”. Entonces luchábamos por la derrota de ETA y hoy lo hacemos para que la convivencia en el País Vasco se sustente en los pilares de memoria, justicia y verdad. “Antes no se nos pedía una posición que fuera más allá” y ahora tiene que encontrar un discurso que seduzca. Su reto ahora es luchar contra el desgaste de la marca PP, con pocos recursos y una implantación menor que en otras comunidades, reconoce. “Esto nos hace jugar con desventaja y encima tenemos la incomprensión de cierta parte periodística que cuando nos salimos de lo que creen que debe ser el PP nos plantan ciertas sombras de duda”, dice el presidente del PP de Guipúzcoa.
Ramón Gómez, ex portavoz del ayuntamiento de San Sebastián es una de las personas de confianza de Alonso en el Ministerio y en el partido y destaca que entre los pilares del PP vasco está “defender la idea de España en el País Vasco”, una comunidad que cuenta con tres territorios históricos y la defensa de los derechos forales. Tienen por delante la misión de “reconectar con los ciudadanos” pueblo a pueblo, barrio a barrio, demostrando que las políticas del PP acaban dando resultado. En sus comienzos tenían que luchar contra la juventudes de Harrai, ser la vanguardia del partido movilizándose en las universidades, recuerda. “Hemos llegado hasta aquí y lo tuvimos que hacer casi solos, cuando parte de la sociedad vasca nos daba la espalda”, un esfuerzo que ahora no se les reconoce en las urnas.
Alonso se metió en política con la idea de que España tenía cabida en el País Vasco. Comenzó en un partido muy pequeño como era los Demócrata Cristianos. Luchó contra esa amenaza de ETA. Nadie ha olvidado la imagen de un Alfonso Alonso, alcalde de Vitoria aguantando el tipo en el balcón, en las fiestas de la Paloma, frente a una lluvia de huevos que se estallaban contra él. “Era donde tenía que estar”. En el PP vasco “creemos en un proyecto común que se llama España” y quiere ser “una fuerza dialogante, constructiva y unida”. Mano tendida, encuentro, apertura de la sociedad vasca a todo el mundo que lo representa. “Queremos dejar el partido de la resistencia y ser el de la influencia” y se postulan como el partido de la centralidad. “Mi compromiso es de largo alcance”, asegura. Dicen que en el PP vasco hay “cantera” y que ha llegado el momento de darles protagonismo y presencia, cada uno cumpliendo con sus funciones y al igual que a los equipos, donde ahora Alonso ejerce de capitán, quiere dar juego.
Para el eurodiputado Carlos Iturgaiz dice que el ADN del PP está en “no perder el norte y el rumbo de lo que siempre ha sido”. Ser un muro de contención del nacionalismo, su defensa de las víctimas del terrorismo y ve a Alonso a la persona “capaz de ilusionar y gran gestor”.
Gorka Angulo, periodista vasco y buen conocedor de aquellos años de los orígenes del partido recuerda que el factor que hizo retrasar el impulso que había empezado a lograr las siglas del PP fue el asesinato de Ordóñez. “Habían sumado a los de UCD, pensaban que en aquellas elecciones darían un gran salto, iban a incorporar gente, pero no hubo tantos que después estuvieran dispuestos a dar la cara, se frena. Había mucho miedo”. Pero hubo una resistencia que de varios jóvenes, muchos de ellos hijos de nacionalistas que a pesar de todo decidieron arriesgar. “Los que estaban en política era por principios, se estaban jugando la vida”.
También el ex concejal de Elorrio, Carlos García cree que los populares debe ser un referente de principios y valores de toda España, aspirar a recuperar su posición de alternativa al nacionalismo liderando un proyecto de País Vasco próspero en España y Europa.
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