El desafío independentista
«Es un disparate en cadena»
Dirigentes independentistas reconocen que el ex president se ha convertido en un «estorbo», pero no lo admitirán en público porque «nadie quiere asumir el coste»
Dirigentes independentistas reconocen que el ex president se ha convertido en un «estorbo», pero no lo admitirán en público porque «nadie quiere asumir el coste».
Profunda división en el mundo soberanista ante un Carles Puigdemont desafiante contra el Estado y que piensa mantener sus planes de investidura. La práctica imposibilidad de que presida La Generalitat y el desgaste que asuma el Gobierno de la Nación es el sentir dominante entre los independentistas. Así se lo han hecho llegar estos últimos días al prófugo de la justicia diputados del PDeCAT, Esquerra Republicana, e incluso sus más afines en Junts per Cataluña. En sus últimos viajes a Bruselas la coordinadora convergente Marta Pascal, la número dos de ERC, Marta Rovira, su jefa de campaña, Elsa Artadi, el portavoz, Eduard Pujol, y varios alcaldes secesionistas intentaron disuadirle de su candidatura única frente a un «plan B» que satisfaga a los republicanos y la CUP. Pero todo ha sido en vano. Puigdemont sigue enrocado en su corte de Bélgica. Aunque oficialmente le mantienen su apoyo, altos dirigentes independentistas coinciden en el análisis: «Puigdemont es un estorbo para normalizar la situación». En el PDeCAT y ERC lo admiten en privado, aunque públicamente siguen manteniendo la ficción del «procés», atrapados en la mentira de una investidura ilegal. «Nadie quiere asumir el coste», advierten muchos independentistas, preocupados por el abandono de filas tras sus dos líderes, Puigdemont fugitivo de la justicia, y Junqueras en la cárcel. Con la instrucción del TS en los talones, el abanico de candidatos es muy reducido y la opción de Elsa Artadi, libre de procesos judiciales, cobra fuerza como delegada del ex presidente. Sin embargo, según su entorno, el prófugo Puigdemont sigue obstinado en su investidura única hasta el último segundo, bajo una auténtica batalla en los tribunales que le lleva a personarse en el procedimiento ante el TC, el Supremo, e incluso el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, sin exigencia de presencia física.
Si finalmente no logra una investidura desde Bélgica, su plan es mantener un fuerte desafío al Estado con una serie de candidatos alternativos que podrían ser tumbados por los recursos del Gobierno. «Un disparate en cadena», afirman los próximos a Puigdemont con la estrategia de ganar tiempo, mantener su corte en Bruselas, viajar por toda Europa en seminarios, conferencias y, llegado el caso, aspirar a ser eurodiputado. Así, los nombres de Jordi Sánchez, líder de ANC, todavía en prisión, y los excarcelados Jordi Turull o Josep Rull, suenan en esta posible delirante investidura. Pero tal opción no satisface en ningún modo a ERC, que sigue apostando por su líder. El problema es grave, dado que el cerco judicial mantiene imputados a Rovira, Sánchez, Rull y Turull, y convierte a Elsa Artadi en la única candidata posible.
Pero su nombre levanta ampollas en el PDeCAT por sus antiguos enfrentamientos con Mas en su etapa de La Generalitat y su baja de militancia en el partido. Los neoconvergentes verían mejor la opción de Turull quien, antes de entrar en el gobierno de Puigdemont fue portavoz parlamentario de Junts pel Si y trabajó codo con codo con la cúpula de ERC. Sin embargo, tiene en contra la imputación por delitos. Esto le obliga a mantener una cierta actitud moderada. Ante el endiablado escenario, muchos en el mundo independentista reconocen la dificultad de un candidato alternativo.
Aunque no lo digan públicamente, el hartazgo contra Puigdemont es enorme, sobre todo en ERC, donde apuestan por un Govern lo más pronto posible dentro de la legalidad. «Necesitamos equilibrio institucional para sacar a Junqueras de la cárcel», admite un dirigente republicano. La confusión sobre los planes de Puigdemont provoca reuniones de urgencia en la cúpula del PDeCAT y en ERC para intentar pactar los pasos a seguir. El desconcierto es enorme, dado que el ex president fugado va totalmente por libre, pasando olímpicamente de su partido con una candidatura electoral de Junts x Cat a su antojo, de cuyos treinta y cuatro diputados solo trece son del PDeCAT. Todos los escenarios están abiertos con un hombre tan provocador y, aunque la opinión mayoritaria es que no pisará suelo español, nadie se atreve a vaticinios concretos. «Puigdemont puede hacer cualquier locura», avisan sin remedio.
Los horizontes son todos muy complicados. Si Puigdemont pone un pie en España sería de inmediato detenido, algo que se le pasó por la cabeza para serlo como presidente electo y un mártir del «procés». Desechada por el momento esta idea, la investidura telemática es rechazada por los servicios jurídicos del Parlament y objeto de recursos del Gobierno, que la invalidaría. Según fuentes del entorno del fugitivo, sus planes pasarían por la investidura en Lovaina o delegar el discurso en alguien de su confianza, Elsa Artadi o Eduard Pujol, y ser investido como un presidente en el exilio con un gabinete teledirigido desde Bruselas. Esta fue la tesis lde Marta Pascal, como mal menor, pero exige una reforma exprés del Reglamento de la Cámara, algo que ahora tiene en sus manos la Mesa bajo la presidencia del independentista republicano Roger Torrent. En los partidos constitucionalistas, Cs, PSC y PP, lo tildan de «auténtico disparate». Si esto sucede, el Gobierno, prorrogará el artículo 155 y mantendrá la intervención de La Generalitat. La última palabra la tendrá ERC y en el PDECaT aguantan como pueden el sapo de un líder que en su día se autodescartó como candidato y ha montado ahora un descomunal desafío. «Cualquier despropósito es posible», avisan en su propio partido.
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