Terrorismo yihadista
España, nido islamista
La ilusión islamista del «Al Ándalus» por reconquistar hace de España cabeza de puente de grupúsculos terroristas islamistas, que desde aquí preparan sus actos terroristas contra sus objetivos occidentales. Tras su «victoria 11-M», Rodríguez Zapatero, antes de empeñarse en contar nubes, se empeñó en algo que repugna al sentido común occidental desde tiempos de la Reconquista, pasando por Lepanto y el cerco turco de Viena y que no es sino la Alianza de Civilizaciones, un Pensamiento Alicia según Gustavo Bueno, pues difícil, sino imposible, es la alianza entre dos fes que se basan en el proselitismo entre los infieles y en la afirmación de ser poseedores de «La Verdad».
Sin embargo, pese a la tentación de apaciguamiento o intención de calmar al enemigo cediendo a sus exigencias que anida en muchos europeos, y que ya sedujera el premier inglés Chamberlain, convencido de haber frenado al nazismo tras su pacto con Hitler en 1938, mientras Churchill advertía de que «dar de comer a un cocodrilo es arriesgarse a que te devore», el islam ha demostrado carecer de cualquier deseo de aliarse con occidente, y las naciones musulmanas, primavera incluida, están hoy en una situación de tensión sólo equiparable a la de los vecinos de la Meca cuando el profeta se les vino encima con las tribus ya convertidas al credo de Alá.
La reciente detención de dos presuntos terroristas islamistas en España, vinculados a la rama Al Qaeda en el Magreb, viene a reafirmar la reaparición de grupúsculos radicalizados que tienden a actuar en atentados esporádicos y de gran impacto mediático, como el de la maratón de Boston, que nos hace pensar que sus autores, los hermanos chechenos Tsarnaev, no actuaron desconectados de los circuitos internacionales del terrorismo.
La desaparición de la cúpula de Al Qaeda, con la muerte de Bin Laden y sus lugartenientes, sólo descabezó la organización, que cual Gorgona, tiene ramificaciones que siguen generando monstruos ávidos por alcanzar el paraíso en su particular Yihad.
El creciente número de musulmanes en Occidente, su radicalización fruto de la crisis y su inadaptación a las sociedades en que viven (según el «Financial Times», en 2006 uno de cada tres británicos musulmanes defendía la primacía de la sharía sobre la legislación británica) hace que muchos jóvenes musulmanes sean objetivo para los reclutadores terroristas. Estos «lobos solitarios» carentes de organización de apoyo son terroristas vulnerables, pero también imprevisibles en sus acciones y muy letales, lo que exigirá un mayor esfuerzo de los servicios de inteligencia occidentales para su detección y desactivación.
Occidente no puede permitirse el lujo de no advertir el peligro que representa el islamismo radical y caminar por la senda del pactismo, sin querer enterarse de la amenaza que el Islam, en su conjunto, representa para los principios de la cultura occidental.
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