Comunidad de Madrid
«Esto tiene una malísima pinta, no hay vuelta de hoja»
En septiembre del pasado año, el «tándem Marjaliza-Granados» ya tenía sus serias sospechas de que la Justicia y la Unidad Contra la Corrupción de la Guardia Civil (UCO) les seguían muy de cerca los pasos y sus negocios.
En septiembre del pasado año, el «tándem Marjaliza-Granados» ya tenía sus serias sospechas de que la Justicia y la Unidad Contra la Corrupción de la Guardia Civil (UCO) les seguían muy de cerca los pasos y sus negocios. El «contacto» que tenía el ex consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid y ex alcalde de Valdemoro dentro de la Benemérita, José Luis Caro Vinagre, le puso en alerta a través de lo que le previamente le había comentado otro compañero del Cuerpo que había entrado como apoyo a las labores de investigación que llevaba a cabo la UCO. A raíz de las grabaciones intervenidas por orden del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco se ponen de manifiesto, en relación con lo anterior, dos hechos fundamentales. Por un lado, que Francisco Granados toma conciencia de que la situación en esas fechas tiene ya «una pinta malísima», y, en segundo lugar, que su socio recibe la advertencia de que tenía «pinchado» el teléfono y que agentes vigilaban de forma permanente las inmediaciones de sus oficinas en Pinto.
Así, en una conversación entre Granados y Caro Vinagre, el primero le comenta al agente que la noche anterior estuvo con «su amigo», en referencia a un guardia civil, y que éste le manifestó que el departamento involucrado en la investigación había solicitado apoyo. «Por lo que ha visto, que no tiene duda, que 100% y que tiene una pinta mala, mala». «Eso tiene una pinta malísima, me he metío yo, y eso tiene una pintaaa...y con una pinta mala, ¡mala, mala, mala! en mi opinión», afirma al respecto Granados.
Apenas cinco minutos después de esa conversación, el ex político vuelve a llamar al guardia civil. En el transcurso de la misma, la conclusión es la misma: el círculo se va cerrando y las expectativas comienzan a ser más que sombrías. «¡No tiene vuelta de hoja! y, además, cuando uno hace ese despliegue de medios y tal, el tema va...¡el tema va pa´ lante y serio! ¿sabes?», manifiesta Granados a su interlocutor, valoración que éste comparte en todos sus términos. «¡El tema va pa´ lante. Serio, serio, serio, serio». Y, a continuación, el guardia civil le argumenta los motivos: «Si ya me lo dijo él –el otro guardia civil al que no se ha identificado– a mí, que era la cosa seria».
En los días siguientes, Granados telefonea en varias ocasiones a Caro Vinagre para preguntarle si ha podido contactar con su compañero para saber cómo está la situación, aunque los resultados no son positivos.
Lo cierto es que la conversación inicial que tuvo con el guardia civil destinado a apoyo en esas investigaciones es lo que hizo saltar las alarmas de preocupación a Granados. «Me sonó a advertencia», llegó a manifestar. Por ello, y antes de ponerse en contacto con el agente Caro Vinagre, lo primero que hace es llamar a su socio David Marjaliza, quien ese día se encontraba en Formentera. Le cuenta la conversación con ese guardia civil, que estaba en la UCO, y de cómo en un momento dado éste le señaló que estaban haciendo «cosas» y que, aunque no mencionó específicamente al considerado «cerebro» de la «trama Púnica», «estaba allí, en tu puerta, haciendo cosas». Marjaliza pregunta entonces si se trataba de su domicilio, a lo que Granados le responde que es «en la oficina, en la oficina, en la oficina».
De forma casi inmediata, Marjaliza llama por teléfono a su secretaria para advertirle de los hechos que ha tenido conocimiento: «¡Que tengo un Policía ahí, un guardia civil en la puerta! y, bueno, aparte el teléfono pinchao. ¡Ya lo sabes!». Su secretaria no parece dar mucha importancia a ese aviso; más bien se lo toma hasta con humor: «¡Le vamos a volver loco porque no hacemos naaa! Ja». Al final, Granados y Marjaliza tenían motivos más que suficientes para estar preocupados. Hoy siguen en prisión.
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