Análisis
El fin de un ciclo
Por primera vez, los separatistas no tienen mayoría asegurada. Están, además, más divididos que nunca en un proceso electoral
Las elecciones autonómicas catalanas del 12 de mayo representan el principio del fin de un ciclo revolucionario que se inició en 2012 y se consolidó en las elecciones catalanas de 2015 y 2017, con participaciones récord del 74,9% y 79,1%, respectivamente, y que el Covid-19 cercenó al 51,3% en 2021. La participación prevista para el próximo domingo vuelve a niveles anteriores a los de 2012, con un 65,8%. Con desmovilización del electorado de la izquierda independentista de ERC y CUP, que no llegan a conservar ni el 60% de sus votantes. Por primera vez desde la creación de la ficción del procés, los separatistas no cuentan con una mayoría parlamentaria asegurada en el Parlamento de Cataluña. Además están más divididos que nunca. Se perfilan dos familias cada día más antagónicas, la izquierda independentista, ERC y CUP que pueden lograr entre 28 y 30 escaños, y la derecha soberanista, Junts y Aliança Catalana, con 35/38 escaños. Mientras que las fuerzas no secesionistas superarían a los separatistas al sumar entre 67 y 71 escaños, de los cuales el PSC y Comuns obtendrían 44/46 y PP y Vox 23/25. Por lo que por primera vez desde 2006 el Parlament probablemente este dominado por fuerzas no secesionistas.
El PSC crece 5,4 puntos y gana entre 6 y 7 escaños. Su avance se sustenta con la captación de 84.000 votantes de ERC y 51.000 de los comunes. Conserva el 79,1% de sus votantes. Su principal rival en estas elecciones, Junts, mejora en 2 ó 3 escaños. Retiene el 77,6% de su electorado. Su avance se basa en la llegada de 89.000 votantes de ERC y de 28.000 de CUP. De hecho la principal fuga de votantes de ERC y CUP tiene como destinatario el partido de Puigdemont. El fortalecimiento de Junts, que pasa de tercera a segunda fuerza en Cataluña podría ser mayor, pero la irrupción de Aliança Catalana le sustrae 39.000 votos, la mayor pérdida de votantes de Junts. Y convierte en este trasvase de voto en la principal transferencia de voto que obtiene la nueva formación radical catalana de la alcaldesa Orriols.
Pero además de este renacido bipartidismo, es de destacar la candidatura del PP, que supera en crecimiento a los dos grandes, mejorando su resultado de 2021 en 6,1 puntos y ganando entre 10 y 11 parlamentarios más, convirtiéndose en la cuarta fuerza política catalana. Esto supondrá un revés para la independencia y el abandono de una parte de su electorado que constata un deterioro en sus condiciones de vida desde que Artur Más iniciara su desafío al Estado en 2011. La inferioridad en escaños y votos de los rupturistas con España quedará escenificada en la noche electoral del 12-M, lo que debe dar lugar al inicio de un periodo de reflexión en ERC y Junts para volver a medio plazo a la senda constitucional, ya que debe ser asumida por los dos simultáneamente, ya que el «mercado» soberanista se reduce y no hay sitio para dos, de lo contrario el otro quedaría solo liderando el independentismo con los réditos electorales que ello comportaría.
Una vez dejada atrás la mayoría parlamentaria separatista, el escenario postelectoral nos dibuja dos opciones; Reedición del tripartit (PSC-ERC-Comuns) o repetición electoral, ya que la suma Junts+ERC+CUP está entre 62/65 escaños, cuando en 2021 las tres fuerzas consiguieron 73 escaños.
En ambos escenarios el gran perjudicado sería ERC, ya que un gobierno PSC-ERC permitiría a Junts desde la oposición acaparar el electorado independentista de los republicanos y convertirse en la fuerza hegemónica separatista y aspirar a ser de nuevo primera fuerza política catalana como en tiempos de Pujol.
Y en caso de nueva convocatoria electoral, el declive de los de Aragonés se acentuaría aún más ante el reforzamiento del bipartidismo de PSC y Junts.
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