Operación Púnica
Granados, a Dios rogando
El ex alcalde de Valdemoro asiste a misa una vez por semana, tiene televisión propia en su celda y asiste como observador al taller ocupacional
Francisco Granados sigue su vida carcelaria como un recluso más. Continúa en el módulo de preventivos de la madrileña cárcel de Estremera, una de las zonas más tranquilas y menos masificadas de la prisión. Está totalmente integrado y comparte celda con otro recluso. Se levanta todas las mañanas temprano, a las 7:30 aproximadamente, y colabora con las tareas propias de limpieza y mantenimiento de la celda: hace la cama, se ocupa de ordenar que todo esté en su sitio.
Viste con ropa cómoda, vaqueros, zapatillas de deporte... Sale a pasear por el patio de su módulo eso sí, siempre acompañado por tres presos con los que ha hecho buena relación. Es con ellos con los que en la sala disputa numerosas partidas de dominó, parchís e incluso ajedrez.
Según ha podido saber LA RAZÓN se lleva bien con todo el mundo, no da ningún problema y come perfectamente. En los primeros controles psicológicos que se le realizaron al ingresar en prisión por parte del equipo psicológico de la prisión fueron positivos. De hecho, nunca se plantearon la aplicación del Protocolo de Prevención de Suicidios (PPS) y, desde el principio, destacó por su adaptación. No en vano, Granados ya conocía la prisión de Estremera ya que él mismo la inauguró cuando era consejero de Presidencia, Interior y Justicia, acompañado del ministro del Interior en aquella época, Alfredo Pérez Rubalcaba, y la secretaria general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo.
Cuando Granados entró en la cárcel, con el primer ingreso que su familia le hizo en su tarjeta peculio – en la que como máximo pueden gastar 100 euros a la semana– compró un televisor en el economato de su módulo. Por ello no acude a la sala de estar a ver la televisión con el resto de reclusos sino que prefiere irse a su celda y así poner el programa o informativo que más le interese en ese momento.
Su prisión está dotada de polideportivo, gimnasio, piscina y biblioteca. Aunque el que fuera el número dos de la Comunidad de Madrid no ha explotado aún todos los servicios, aunque sí que dedica tiempo a la lectura, de hecho cuenta con varios libros en su celda.
Aunque podría participar en la actividad que realizan los otros reclusos en los talleres ocupacional de su módulo, él prefiere asistir exclusivamente como observador y contemplar cómo sus compañeros de prisión realizan manualidades artísticas como barcos o cuadros.
El ex alcalde de Valdemoro, al que el juez Eloy Velasco acusa, en el marco de la «Operación Púnica» de beneficiar a su amigo Marjaliza y a otros empresarios en materia de contratos públicos y urbanismo y con ello de actuar en su propio beneficio, cumple fielmente con los oficios religiosos. Acude a la misa que se celebra en su módulo una vez por semana. Después de escuchar la homilía, regresa a su celda o va a pasear.
Es uno más de la prisión. Su mujer y sus hijos acuden a las visitas ordinarias estipuladas por la prisión y se comunican con él mediante locutorio. Son visitas de carácter general de 40 minutos de duración, durante el fin de semana (sábados y domingos). A esas comunicaciones pueden acudir un máximo de cuatro visitantes. Al igual que el resto de familiares de los demás reclusos, los de Francisco Granados debieron acreditar la relación de parentesco (libro de familia, certificado de convivencia, etc.) y cuando acuden a verle, al igual que el resto de los internos, deben someterse a los controles y registros establecidos para que no pasen ningún objeto o producto que no esté autorizado, algo a lo que no pueden negarse. También le visita su abogado siempre que lo desea, un derecho que tiene como recluso.
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