Caso ERE
Griñán: Una autobiografía mientras espera en el banquillo
Llega «fuerte y belicoso» al juicio tras el «mazazo» de la imputación. Prepara sus memorias y estudia el sumario, que conoce «mejor que los abogados»
Llega «fuerte y belicoso» al juicio tras el «mazazo» de la imputación. Prepara sus memorias y estudia el sumario, que conoce «mejor que los abogados».
«Si algo ha caracterizado el paso de Pepe Griñán por la política es, en mi opinión, la vocación de servicio. Incluso cuando era presidente de la Junta de Andalucía se reclamaba como funcionario del cuerpo de inspectores de trabajo. No vas a encontrar a nadie que pueda contarte que utilizó su puesto para beneficiarse a sí mismo, a su familia o a alguien de su entorno. Y no hubiera permitido que nadie se atreviera a pedir algo así en su nombre». Perfila al ex presidente andaluz quien trabajó con él en San Telmo, sede sevillana de la Presidencia del Gobierno autonómico, cuando el proceso judicial centrado en los presuntos expedientes de regulación de empleo (ERE) fraudulentos comenzó a abrasar el palacio, hasta entonces punto de cosas inadvertidas.
La Justicia ha sentado a José Antonio Griñán junto a otros 21 ex altos cargos en el banquillo metafórico de los acusados, porque lo que se ha habilitado en el tribunal para que éstos escuchen datos de corte y confección de las partes son sillas. Se dirime su responsabilidad en una causa que hizo florecer la jueza Mercedes Alaya. Acapara focos estos días junto a su predecesor al frente del Ejecutivo regional y en la Presidencia del PSOE, Manuel Chaves, al que respondió que sí dos veces: cuando le pidió que fuera consejero tras haber pasado por un par de ministerios, y luego a sucederle al mando de la Junta. Pero los dos no se enfrentan a la misma presión: para Chaves, la Fiscalía sólo ha solicitado una pena de inhabilitación, mientras que sobre Griñán pesa, además, una petición de cárcel. Cuando se hizo pública esa decisión, su hijo mayor proclamó en su muro de Facebook que ni su padre ni ninguno de sus conocidos se había apropiado «de un sólo céntimo de los ERE». Defendió que su progenitor es un hombre íntegro al que le tocó vivir un «martirio». Fuentes de su entorno, que incluyen a cargos y ex representantes públicos del PSOE, confirman a LA RAZÓN que ha «pasado un calvario», pero también que ha habido una «evolución» en el ex presidente. «Los que trabajamos con él en los primeros años de instrucción de los ERE –apuntan– «recordamos su desolación cuando se iban conociendo algunas irregularidades que él nunca hubiera consentido». De esa originaria sensación derivarían otras muchas a medida que avanzaba una «macrocausa» que provocaría su salida de San Telmo a favor de Susana Díaz y después del escaño, «antes incluso de ninguna imputación». Pero ésta llegó y «fue un mazazo, en un momento además en el que ya iba de retirada y tenía una importante trayectoria a sus espaldas», rememoran los amigos. También lo fue el tener que declarar como encausado en el Tribunal Supremo (TS). Quienes lo tratan, aseguran que su implicación en este caso, un tsunami mediático, le afectó, «sobre todo por el hondo sentido del honor que tiene y por su familia». Una madre, hermanos, hijos, nietos, sobrinos y una esposa, Mariete, quien, como su hijo, ha utilizado Facebook para vencer su pudor y aseverar en la antesala del juicio que está «orgullosa de él, de su honestidad y decencia» y «feliz de haber compartido» con su esposo «los últimos 50 años».
Algunos de los que han acompañado a Griñán en el tortuoso camino de los ERE admiten que «lo ha pasado mal» y que al principio le pudo el temor del señalamiento. «No estaba cómodo en público», reconocen. Pero desde hace tiempo es frecuente que sus vecinos se lo encuentren comprando el pan, por la calle o con amigos, «con los que paga a medias lo consumido». Los hay que han compartido tiempo con el ex presidente para «animarlo» a raíz de su encausamiento y a los que les ha sorprendido «su austeridad y sencillez». No así a quienes lo conocían de antes y explican que «ha mantenido la vida austera y discreta de siempre, porque es la que va con su carácter». «Tiene un adosado» en un municipio de Sevilla y «en el garaje el mismo coche desde hace años». «Lo que hay en sus cuentas lo conoce media España» porque, debido a sus cargos, se han difundido durante años, «y ni un euro en paraísos fiscales», añaden. Ese círculo empolvado de buenas intenciones ha respondido, pero «se ha echado de menos un apoyo más visible de muchos compañeros que dejaron de llamarlo», lanzan desde dentro. Desaparecieron pese a «deberle en algún caso lo que son». Quizá no estén todos los que en su día fueron, pero amigos «no le faltan». Sobre los demás, la consigna es el silencio.
En este tiempo de zozobra, el ex presidente ha continuado con la escritura del libro autobiográfico que prepara y en los últimos meses «se ha estudiado el sumario» que le afecta. «Puede que se conozca los escritos de acusación mejor que algunos abogados», ironiza alguien que sabe lo que dice. El reflejo de Griñán en el espejo tiene, como el de todos, luces y sombras. Entre las últimas se encuentra la de los ERE que le condujo a ceder el testigo que recibió en la Junta. Tal vez lamente además el no haber logrado el respaldo necesario para llevar a la práctica la renovación del PSOE-A basada en la meritrocracia que propugnó en su discurso en el tenso congreso regional en el que se hizo con la Secretaría General en 2010. «Vino a decir que el carnet no bastaba para estar en el Gobierno, que pegar carteles y repartir octavillas no podía ser el único respaldo para ser director general o que se acababan las cuotas provinciales en el Ejecutivo». Una enmienda a la totalidad al modo de hacer establecido que no pudo realizar. «Siempre fue un hombre más institucional que de partido», confirman. Estos días, su expresión en la vista oral parece exhibir cierto reposo. Quizá el que le imprime el haber sufrido, pero haber llegado al juicio «fuerte», «tranquilo», «belicoso», en el buen sentido del término, y arropado por los suyos.
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