Opinión
El impacto de la inmigración en los procesos electorales
La afluencia creciente de migrantes influye en el tablero político
Parafraseando a Marx y Engels podemos concluir que la emigración influye claramente en abundantes países occidentales trastocando tendencias electorales, condicionando el lenguaje o la conducta de determinados dirigentes con respecto a otros países, creando focos de xenofobia, engordando a partidos que en el pasado era comparsas, etc...
España, aunque no el mejor, es un ejemplo a tener en cuenta. Uno puede pensar que la captación de conversaciones telefónicas de Sánchez por una nación vecina, algo que hemos apuntado en estas páginas, puede ser la razón principal del giro inopinado de nuestra postura sobre el Sáhara. Cuesta, sin embargo, trabajo no percatarse de que Marruecos utiliza la avalancha emigratoria como presión con nosotros, la riada de 8.000 personas, en buena parte jovenzuelos, hacia Ceuta hace un par de años resulta elocuente dadas las fechas en que se produjo. Y esto le arroja buenos resultados. La repetición de esas invasiones pacíficas es algo que debe dar terror, al ridiculizarlo, al presidente Sánchez. La impresión es que Rabat, aunque aumentando su cooperación, no se excede en el celo.
Marruecos no es el único que emplea la emigración como medida política. Turquía lo ha hecho en el pasado de modo más arrollador y ha obtenido considerables sumas de la Unión Europea para que el tránsito de miles de emigrantes asiáticos hacia Europa, de Siria, Pakistán o Banglades aminore. Putin emplea también la ducha fría migratoria con Finlandia y con otros países. Hay más. Los emigrantes y los ciberataques son utensilios que los secuaces de Putin dominan.
La afluencia creciente de emigrantes empieza a influir en el tablero político. Alemania, que acogió generosamente a un millón de personas, ve subir espectacularmente a un partido que se nutre de votantes que estiman que la acogida de extranjeros empieza a ser excesiva. En Holanda , la emigración alteró los resultados electorales y en Portugal, que el partido «Chega» ( Ya basta) haya multiplicado por cuatro sus votantes está relacionado con el tema. Los dirigentes lusos ganadores han proclamado que no van a aceptar lecciones ni de Lula ni de Pedro Sánchez pero en esta ocasión las reticencias no van hacia el caduco «imperialismo español» sino hacia la ideología. En EE UU el problema resultará aún más determinante en las elecciones de noviembre. Pueden devolver a Trump a la presidencia. Biden tiene algo a favor que no acaba de calar en la opinión pública, la buena situación económica y laboral. Y, sin embargo, arrastra dos cargas que pueden serle más dañinas, su edad y la invasión migratoria. El votante cree que el presidente ha sido demasiado permisivo no vigilando bien la frontera y haciendo concesiones legales excesivas, el número de menores no acompañados se ha, por ejemplo, duplicado en el último año. Estados conservadores de recepción como Tejas muestran ostensiblemente su repulsa y otros a los que llegan los emigrantes empaquetados desde el sur comienzan a piafar irritadamente a pesar de ser feudos demócratas como Nueva York. El «estentóreo» Trump y sus seguidores pregonan que, debido a la blandura de Biden, en el 2022 entraron 2.200.000 irregulares y en el 2023 unos 2.400.000. Si en el pasado la mayoría, 80%, procedía de Méjico, Guatemala y Honduras ahora han aumentado los de China, India, Mauritania, Cuba y… Venezuela que han abandonado siete millones de personas.
Los dirigentes occidentales empiezan a distinguir que, siendo esencial el trato humanitario con todos los ilegales, una cosa es los que sufren persecución por razones políticas, religiosas o sexuales y otra distinta los que entran por razones económicas. Curiosamente los cubanos siguen huyendo del paraíso castrista y los yanquis son reacios a emigrar a Cuba. ¿ Por qué será?
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