Política

Elecciones generales

Iván Redondo, el hombre que no sabe de qué es capaz hasta que lo intenta

El hombre fuerte de Sánchez en el Gobierno –el otro es Ábalos– no se sienta en el Consejo de Ministros. Ocupa, sin embargo, el mismo despacho que utilizó Alfonso Guerra en La Moncloa

Pedro Sánchez e Iván Redondo, el gran estratega del líder socialista, pasean por los jardines del Palacio de la Moncloa
Pedro Sánchez e Iván Redondo, el gran estratega del líder socialista, pasean por los jardines del Palacio de la Moncloalarazon

Muchos ven su sello en el adelanto electoral anunciado por el presidente del Gobierno el pasado viernes. No se sienta en el Consejo de Ministros, ni siquiera es militante del PSOE, y casi nunca sale en la foto, pero Iván Redondo (San Sebastián, 1981), consultor político y jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, es uno de los hombres de confianza del jefe del Ejecutivo. Su cercanía a Sánchez es tal que buena parte de la estrategia electoral socialista descansa sobre sus hombros. De hecho, fue determinante para que el entonces jefe de la oposición planteara la moción de censura contra Rajoy. Ahora, tiene por delante un nuevo reto: el 28-A.

El hombre fuerte de Pedro Sánchez en el Gobierno –uno de los dos, el otro es Ábalos– no se sienta en el Consejo de Ministros. Ocupa, sin embargo, el mismo despacho que utilizó Alfonso Guerra en la Moncloa cuando fue todopoderoso vicepresidente de Felipe González. Tampoco es militante del PSOE, aunque corta el bacalao en el Comité Electoral de los socialistas y dirigirá, junto al ministro de Fomento y Secretario de Organización, José Luis Ábalos, la campaña que intentará aposentar al líder socialista otra legislatura en la presidencia del Gobierno. Se llama Iván Redondo, vasco, muy joven –38 años– y como los grandes estrategas casi nunca sale en la foto. Oficialmente es el Jefe del Gabinete del Presidente del Gobierno, pero es mucho más y, sobre todo, un hombre «que no sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta», algo que le inculcó su madre.

Iván Redondo, como estratega hábil, procura que los méritos se los lleve su jefe. Admirado y criticado, existe coincidencia en señalarlo como el personaje que percibió la oportunidad de presentar la moción de censura el año pasado y convenció a Sánchez para que diera el paso adelante. Es partidario de aprovechar las oportunidades y actuar con celeridad. Ahora, muchos ven su sello en el adelanto electoral, aunque la versión oficial es que Pedro Sánchez fue quien le encargó a principios de año que estudiara dos escenarios: comicios anticipados si naufragaban los Presupuestos o una cita electoral a largo plazo.

El 26-M, coincidente con europeas, autonómicas y municipales, nunca estuvo encima de la mesa y la fecha del 28 de abril, también habría sido idea del presidente. «Un adelanto electoral no se improvisa», sugieren en la Moncloa. La decisión, en cualquier caso, se adoptó en los «maitines» del lunes 11 de febrero, en la sala de reuniones al lado del despacho de Sánchez, en una reunión a la que asistieron –además del presidente– Carmen Calvo, José Luis Ábalos, Adriana Lastra, Santos Cerdán, secretario de Coordinación Territorial del PSOE, e Iván Redondo, claro. Habían hablado la víspera, tras la manifestación en Colón, con Casado, Rivera y Abascal. Los «maitineros» monclovitas estaban sorprendidos por lo que entendían «mala gestión oganizativa» de los convocantes. Los argumentos se acumulaban sobre la mesa: «el domingo nos ha clarificado el panorama y ha puesto en primera plana el tripartito de derechas». «Unas elecciones rápidas son ahora lo mejor», concluyeron y el presidente decidió pulsar el botón del anticipado electoral.

Aquella mañana, como todas, Iván Redondo desayunó con su equipo, ¡a las siete!, en un bar cercano a su domicilio, en una zona céntrica de Madrid. Analizaron la manifestación y la foto Casado–Abascal–Rivera y quizá ahí surgió la idea «esperanza –el PSOE– frente al miedo –tripartito de derechas–». «El mensaje está en la gente, solo hay que conectar con él y ahora el mensaje es social», sugiere Redondo, un estajanovista del trabajo, que cree que el «50% es trabajo y el 50% suerte». Muchos días, pasadas las once de la noche, sigue en su despacho de la Moncloa, el que fuera de Alfonso Guerra. Quizá no ejerce tanto poder como el histórico socialista, pero si mucha influencia. Como buen vasco, en esta época del año, siempre encuentra al menos un fin de semana para ir de sidrerías con sus amigos en los alrededores de San Sebastián. Menú: tortilla de bacalao, chuletón, membrillo, nueces y sidra natural. Un hombre que no sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta.