Toni Bolaño
Junqueras 3 – Puigdemont 0
Que el PDeCAT no atraviesa su mejor momento no es noticia, pero que su socio de ERC lo ponga en evidencia sí. Y esto ha sucedido en la última semana. Junqueras se reunió con Puigdemont y le dejó claro qué si quería crear «el conseller del referéndum», debería primero hacer limpieza en sus filas. Los afectados se temieron lo peor y lo filtraron a la prensa. A partir de ahí, reuniones, conspiraciones, puñaladas traperas, desconfianza y malas caras. Al final, Puigdemont claudica de nuevo y el PDeCAT se retira a los cuarteles de invierno por enésima vez, aunque esos cuarteles estén embargados y su actual sede en venta.
Puigdemont se ha rendido ante las huestes de Junqueras que se ha permitido el lujo de hacer rueda de prensa conjunta con el presidente que, en teoría, es el que tiene las competencias para cambiar a su gobierno. La puesta en escena denota que uno tiene las competencias y el otro el poder.
Jordi Turull, nuevo consejero de Presidencia, fue el gran derrotado en el congreso del PDeCAT, pero hoy es uno de los pocos que está en la «pomada» del referéndum. Puigdemont lo ha colocado a su lado porque está bien visto por ERC, porque es el hombre de la vieja guardia de CDC y porque Marta Pascal le negó el cáliz que le ofrecía el presidente catalán para incorporarse al gobierno. Un mal menor, vamos.
Joaquim Forn, nuevo consejero de Interior, tiene experiencia en este campo. Se ocupó de la policía municipal en tiempos de Xavier Trias como alcalde. Ahora pujaba para ser candidato a la alcaldía. Puigdemont lo retira de esta carrera, dicen que para dejar paso a Neus Munté como candidata, y lo sitúa al frente de una consejería clave para los planes soberanistas. Forn remodelará en las próximas horas la dirección de Interior y, algunas fuentes apuntan, que echará mano de Joan Delort, un hombre del primer gobierno de Mas, que pasó al Ayuntamiento de Barcelona dónde coincidió con Forn. Delort sustituirá a la bestia negra del independentismo, el actual director Albert Batlle. Para Educación, Puigdemont ha colocado a la independiente de partido, Clara Ponsatí, economista, y miembro de la dirección de la Asamblea Nacional Catalana.
El nuevo ejecutivo tendrá que afrontar como primera medida la compra de urnas. Algunas fuentes apuntan que serán compradas en China, a dedo, aunque otras sólo aseguran que serán «compradas fuera de España». Y una segunda, la renovación de los altos cargos que han mostrado reticencias en la recta final del proceso soberanista. Un proceso que genera dudas y temores a los que hasta ahora lo jaleaban porque el desafío era gratis. Cuando hay precio, los convencimientos son menos. Aquí, ERC se cobra una gran pieza: el secretario del Govern, Joan Vidal, un hombre de Mas. De los de toda la vida.
El mundo soberanista celebra el nuevo descalabro como «el fortalecimiento del Gobierno ante el 1-0». No parece que vean al rey desnudo, sino que cierran filas a la desesperada, mientras que Junqueras mira el proceso con la garantía de que ERC ha doblegado el pulso al PDeCAT y al propio Puigdemont. Según un alto miembro del Govern, «Puigdemont es del PDeCAT, piensa como ERC y actúa como la CUP». Un cóctel que a 78 días del 1-0 se augura explosivo.
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