El desafío independentista
La apertura del diálogo con Rajoy lleva a Mas a replantearse sus alianzas
El presidente de la Generalitat ha mantenido varios encuentros con Pere Navarro. No quiere que su futuro dependa exclusivamente de Junqueras
El resultado electoral dejó a Artur Mas en una difícil disyuntiva. Subido en el barco para viajar a Ítaca –metáfora que utiliza para referirse a una hipotética independencia de Cataluña–, apostó por apoyarse en la ERC de Oriol Junqueras.
El resultado electoral dejó a Artur Mas en una difícil disyuntiva. Subido en el barco para viajar a Ítaca –metáfora que utiliza para referirse a una hipotética independencia de Cataluña–, apostó por apoyarse en la ERC de Oriol Junqueras. Pero la realidad es tan caprichosa como desastrosa la situación financiera de la Generalitat. Lo demuestra que Cataluña es la única autonomía que no ha presentado sus presupuestos para este año, y también que, por segundo año consecutivo, es la comunidad que más dinero ha pedido al Estado a través del Fondo de Liquidez Autonómico.
Sin capacidad para financiarse en el mercado internacional, poco margen de maniobra tiene un gobierno que debe pagar nóminas, facturas de proveedores y vencimientos de deuda por mucho que esté acosado por ERC para poner ya una fecha y el enunciado concreto de la consulta soberanista.
Mas ha empezado a buscar otras vías que hagan posible desarrollar la legislatura. Esquerra no sabía que el presidente de la Generalitat se iba a reunir en privado el pasado jueves con Mariano Rajoy, rompiendo así una etapa de dura confrontación que quieren cambiar desde ambas partes. En las últimas horas, los republicanos se han afanado en explicar públicamente que el pacto entre los socios no está roto porque Mas acudiera a La Moncloa a un encuentro sin luz ni taquígrafos y con mantel de por medio. «No estábamos al corriente de la reunión, pero esto no genera ninguna duda al pacto de estabilidad parlamentaria», apuntó la secretaria general de ERC, Marta Rovira. Pero lo cierto es que muchas cosas han cambiado en los últimos días. Lo demostró el propio Mas pidiendo a los socialistas catalanes que se subieran al barco. La invitación a sumarse a su gobierno –también con ERC– se hizo a través de los micrófonos, lugar que el primer secretario del PSC, Pere Navarro, entiende que no es el adeucado, especialmente porque ambos han mantenido varios contactos discretos desde las autonómicas del pasado noviembre y ese ofrecimiento nunca se había puesto sobre la mesa. El líder del PSC enmarca las reuniones dentro de la «normalidad» que se supone a dos líderes políticos que trabajan en el mismo hemiciclo parlamentario, y, en cualquier caso, para los socialistas la prioridad no es convocar la consulta soberanista, como presiona ERC, sino encarar las políticas anticrisis y, sobre todo, no hacer recortes sociales.
El volumen de los recortes vendrá dado finalmente por el techo del déficit que, si llega al 2 por ciento y no al 0,7, se traducirá en un tijeretazo de 1.800 millones frenta al de 4.400 que debía hacer la Generalitat. El diálogo con el Gobierno está dando unos frutos y la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, piensa que pueden ir más allá. Pero no hay cheque en blanco que valga, el PP ya sabe qué es apoyar las principales leyes del Govern –los dos presupuestos de la anterior legislatura– y no hacerse efectiva la reciprocidad que reflejaban los documentos firmados con CiU.
Por ahora, Sánchez-Camacho descarta la colaboración parlamentaria con Mas, pero le pide que aproveche «la nueva etapa de diálogo sincero, leal y recíproco» para replantearse la disyuntiva de cuál debe ser su hoja de ruta. «Mas debe optar entre la agenda independentista o la agenda constructiva con el presidente del Gobierno para sacar a Cataluña de la crisis, tiene que dejar de nadar entre dos aguas», afirmó.
La presidenta popular, que no se ha reunido con Mas pero sí varias veces con Rajoy, valora «muy positivamente» la apertura del diálogo y la «rectificación de las políticas de confrontación» con el Gobierno. Ahora bien, el diálogo institucional se debe basar en «la lealtad mutua y dentro del marco de la legalidad». En definitiva, «ERC y el proceso independentista sólo le hundirán», por lo que «si quiere cambiar de rumbo para restablecer puentes con Madrid, tiene que romper con los republicanos». En esa línea trabajan también discretamente importantes empresarios.
El dilema con ERC de querer aumentar impuestos
Cuando CiU y ERC negociaban el pacto de legislatura, la fecha de la consulta soberanista no era el único escollo para rubricar el documento. Unió fue muy crítica con los impuestos que quieren imponer los republicanos, entre ellos recuperar sucesiones, y ahora es el PP la formación que defiende que ésa no es la vía a seguir. Para mantener el diálogo con el Gobierno, la Generalitat también debe replantearse los gravámenes que defiende ERC, entre los que se encuentra uno para las bebidas azucaradas. El PP considera que la hoja de ruta del Govern pasa, además, por presentar inmediatamente los presupuestos de 2013, reducir del orden del 25 por ciento las empresas públicas y hacer reformas estructurales en materia laboral. Crear organismos como el Consejo Asesor de la Transición Nacional tampoco invitan al diálogo con el Gobierno.
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