Política

Podemos

La deriva de las mareas amenaza el 36% de los escaños de Podemos

La no reedición de algunas confluencias se presenta como el gran riesgo electoral para la formación morada.

Monedero, ayer durante el acto de inicio de la campaña electoral de Podemos que coincide con la vuelta de Iglesias tras su baja paternal / Efe
Monedero, ayer durante el acto de inicio de la campaña electoral de Podemos que coincide con la vuelta de Iglesias tras su baja paternal / Efelarazon

La no reedición de algunas confluencias se presenta como el gran riesgo electoral para la formación morada.

El discurso de Iglesias trató ayer de despejar las nubes que amenazan el horizonte electoral de Podemos. Contra los pronósticos, contra sus contradicciones y contra las crisis internas. Sólo se sabrá si este retorno del líder ha sido útil para la remontada morada una vez se abran las urnas en la noche del 28 de abril. Hasta ese día, todos en el partido estarán volcados en propiciar que la movilización de sus bases permita retener la mayor parte de su representación actual en el Congreso. El grupo confederal de Unidos Podemos en la Cámara Baja ha contado esta legislatura con 67 escaños, a los que hay que sumar los 4 de Compromís.

Para la reedición de esa cifra global –de 71 diputados–, el difícil encaje de los distintos actores que convergieron en torno a Podemos en 2016 se antoja como una de las principales amenazas. Sólo las confluencias que supo articular el equipo de Iglesias en Cataluña, Galicia y la Comunidad Valenciana reportaron a esta bancada un total de 26 escaños. O lo que es lo mismo, el 36% de su representación en la Cámara Baja. Ahora, la no repetición de las alianzas con En Marea y con Compromís –en Galicia y en Valencia, respectivamente–, dejan en el aire esos 26 diputados. Existe una constancia: «En estas dos regiones, perderemos terreno, influencia y representación pero se trata de evitar la debacle», reconocen en la formación. En Galicia, el líder de En Marea, Luis Villares, insistió, varias semanas antes de que Podemos lo diera por hecho, en que su partido concurrirá en solitario. Las tensiones surgidas durante estos tres años entre En Marea y el partido de Iglesias –trasladadas incluso al Congreso– complican el acuerdo a cuatro bandas y, a día de hoy, la opción que gana enteros es la existencia de dos papeletas el 28-A. Frente a ello, el pacto entre Podemos y EU no ha logrado que Anova se sume al acuerdo y este grupo no concurrirá a las generales. En la Comunidad Valenciana, Compromís concurrirá también en solitario a las elecciones. Consideran en este partido que diversificar las ofertas electorales mejorará su resultado.

En Cataluña, el pacto con los comunes sí tendrá segunda parte. En Comú Podem volverá a concurrir a las urnas con la difícil meta de ser, una vez más, la primera fuerza en Cataluña en unas elecciones generales. Lo logró en 2015 y en 2016. Ahora, sin embargo, las tiranteces entre la sensibilidad oficialista y la soberanista que conviven en esta confluencia amenaza con penalizar al conjunto. Lo hace, además, en un momento en el que el conflicto catalán ocupa el centro de todos los debates y en el que la previsión de que Esquerra Republicana obtenga un gran resultado. El proyecto de En Comú Podem estará comandado ahora por Jaume Asens como número uno por Cataluña.

Al margen de la deriva de las confluencias, Iglesias deberá seguir batallando viejos frentes territoriales que siguen lastrando la imagen que la dirección pretende dar de un partido unido y que en su ausencia no han remitido, a pesar de las negociaciones in extremis entre las direcciones regionales y la secretaría de Organización de la formación. Se suman –pero a nivel autonómico– comunidades como La Rioja y Cantabria donde los órganos autonómicos y el nacional disputan ya en los juzgados los procesos de primarias. La Ejecutiva del partido ya ha configurado unilateralmente el equipo técnico y la candidatura riojana justificándose en la premura de los plazos electorales. En Cantabria se repite el escenario: sin votaciones y con un grupo parlamentario disuelto.

De cara a la confluencia con Izquierda Unida para el 26-M, la alianza no ha podido salvarse ni en Navarra, Murcia, Canarias ni en Asturias. En Aragón, Castilla y León las negociaciones siguen, aunque desde el partido de Alberto Garzón ven difícil la reedición. También se teme remota la posibilidad de un sello electoral entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, tras el golpe asestado por este último en Madrid y que ha obligado a Podemos a reorganizar la candidatura. El partido daba pistas esta semana de la deriva inequívoca entre ambos, al despedir a una decena de cargos errejonistas que dependían de la secretaría de Análisis Estratégico, dirigida por el ex diputado. Tras 90 días de ausencia, Iglesias se ve abocado a dar el vuelvo a las encuestas que reflejan que no superaría el 15% del voto electoral.