Relevo en el PSOE
La izquierda cambia de chaqueta
El PSOE estrena liderazgo y estrategia: Sánchez pasa a la ofensiva y modela hasta su estética para recuperar los votantes que Podemos le robó
La foto que sirve de excusa para estas líneas carece, ciertamente, de la trascendencia histórica y la grávitas del retrato de familia de Yalta o de la seductora simpatía castiza de aquella en la que Adolfo Suárez da fuego a Felipe González en los polvorientos años de la Transición.
La foto que sirve de excusa para estas líneas carece, ciertamente, de la trascendencia histórica y la grávitas del retrato de familia de Yalta o de la seductora simpatía castiza de aquella en la que Adolfo Suárez da fuego a Felipe González –traje negro, chaqueta de pana– en los polvorientos años de la Transición. Son otros tiempos, otra España y, desde luego, es otra izquierda muy diferente –inédita, en realidad– la que se da la mano en una imagen cuyas claves han desentrañado para nosotros dos expertos en comunicación política, utilizándola como pretexto para analizar la lucha por la hegemonía del progresismo en la que están enfrascados sus dos protagonistas.
Pablo Simón, doctor en Ciencias Políticas y profesor en la Universidad Carlos III, recuerda que Pedro Sánchez ha utilizado muchas otras veces esta estética. «A mi lo que me llama la atención es Pablo Iglesias». En Vistalegre II, explica, hubo reproches a Íñigo Errejón por ir con americana y ahora vemos cómo Iglesias la ha normalizado y va con ella a todos lados últimamente. «Pero si te fijas sigue teniendo un problema y es que no le queda bien: no tiene la talla bien cogida y siempre se le ve como impostado con el traje. Revela un poco ese intento de Pablo Iglesias de errejonizarse de una forma que no termina de salir del todo y que al final hace que el personaje de verdad, que es el que está debajo, siga saliendo a la luz», argumenta.
La indumentaria de Sánchez, sin embargo, no le pareció a Simón tan llamativa como algo que sucedió después: tras la reunión hubo una rueda de prensa de Iglesias en el Congreso y Sánchez se fue a un plató de televisión. Para el politólogo se trata de una curiosa simetría: «Antes Pablo Iglesias no tenía escaño y comentaba las intervenciones de la nueva política desde los platós de televisión y ahora en el caso de Sánchez se han girado las tornas». Sin embargo, no puede hablar de que el PSOE vaya a rebufo de Podemos. Sencillamente se han identificado los dos vectores de apoyo estructural que tiene el partido de Iglesias (los jóvenes del 15-M y los separatismos) y se trata de socavarlos. En este sentido Simón recuerda que «por debajo de 35 años España sigue siendo un campo básicamente morado y los territorios plurilingües suponen el 70 de los votos de Podemos».
«Un mal jugador de ajedrez solo juega con sus piezas» subraya este experto para pasar a explicar que la formación morada basó su estrategia en proyectarse como la única oposición contra lo que denominan «la triple alianza». Sin embargo, esa ecuación caduca en el momento que Sánchez llega al liderato elegido por la bases y le quita a Podemos una bandera a podemos al infringir una derrota al establishment. «Esto le ha robado la cartera y el relato a Podemos», apunta. Por ellos, «la moción de censura fue una iniciativa que venía caduca tras la victoria de Pedro Sánchez. Ahora Podemos se ve en la necesidad de matar a abrazos al PSOE y no hay espacio para una mecánica directa de confrontación con el PSOE porque ya no es creíble».
Lluis Orriols, doctor en políticas por la Universidad de Oxford, coincide con Simón en que la batalla por la izquierda ha ido mutando en los últimos meses. «El primero de los cambios fue el Congreso de Vistalegre II de Podemos en febrero», argumenta. En ese momento el partido de Igelsias abandona el empuje populista que tuvo desde sus inicios y que fue parcialmente perdiendo con el pasar de los meses. Pero en ese momento Podemos decidió ser un partido marcadamente de izquierdas y representar un electorado clara. Adoptaron un perfil defensivo para mantener el espacio electoral que tenia hasta ahora y rechazando una actitud o estrategia más expansivo o ofensiva que Errejón describía como convencer «a los que faltan». En ese momento esa estrategia no comportaba un riesgo claro de pérdida de votantes moderados porque el partido socialista estaba a la deriva. Con la victoria de Sánchez el partido muta y pasa a ser un partido ofensivo en el que el PSOE va a salir a buscar a los que se fueron. «A partir de ahora buscarán ampliar sus bases de izquierdas que alguna vez lo votaron pero que les abandonaron: una facción importantísima».
Para Orriols el partido socialista está en condiciones óptimas para adoptar esta estrategia ofensiva y atraer votantes de Podemos. «Tal y como están las piezas tenemos un Podemos que se quedó desde febrero afianzando su trinchera en la izquierda y de golpe tenemos un PSOE que ha decidido salir a atacar. Es previsible que si las piezas no se mueven –y ya lo estamos viendo en algunas encuestas– que el PSOE sea capaz de ganar parte de electorado perdido», argumenta. La pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿A costa de cuantos votantes?
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