75 años del Rey
La Reina, compañera imprescindible
El año 2012 no ha sido un año cómodo para Doña Sofía. A los problemas de salud de Don Juan Carlos hay que añadir otras cuestiones familiares que a nadie se le escapan. Y sin embargo, en vez de retirarse a sus cuarteles de invierno –recordemos que Doña Sofía también cumplirá 75 años en noviembre–, ha hecho frente, a diario, a su trabajo como consorte y ha acudido no sólo junto a su esposo, sino en tantas ocasiones sola, a los actos que marcaba su agenda y sus deberes protocolarios.
Para una mujer acostumbrada a un reducidísimo entorno de confianza, la presencia de su hermana Irene ha debido de ser un apoyo indudable, pero muy pocas personas más han conocido ese día a día en el que percibía como cualquier decisión que tomara iba a ser criticada no tanto a veces por su actitud, sino por cuestiones que tenían más que ver con la Familia Real.
Se la criticó por ir a ver y dejarse fotografiar junto a su hija en Washington, cuando aún vivían allí los duques de Palma. Tenía gracia: ¡sólo el día anterior se la censuraba en una cadena de televisión por haber dejado sola a Cristina! Se la criticó por interrumpir al Rey en un discurso, por agarrarle en unas escaleras para que no cayera, por ir sola a algunos viajes, por no acompañar al Rey en otros. Por ir a unas bodas. Por no ir a otras... Había barra libre para opinar sobre lo que hacía o dejaba de hacer.
Por supuesto también la criticaron por las declaraciones que hizo tras visitar a su nieto que se había pegado un tiro en el pie. Es evidente que procuró quitar hierro al asunto sonriendo, diciendo que eran cosas de chicos y que Froilán estaba bien y, por supuesto, ocultando que quizá lo que le hubiera gustado hacer era pegarle otro a su yerno por permitir aquel disparate.
A estas alturas Doña Sofía ya sabía lo difícil que era ser Reina de España. Ha vivido historias de todos los colores, la mayoría poco conocidas o que no han trascendido, especialmente durante la transición, cuando se convirtió en la mejor asesora de don Juan Carlos. Muchos olvidan aquellas reuniones militares, tan bien descritas por Torcuato Fernández Miranda en sus memorias, cuando era ella la que secundaba los deseos de su esposo para visitar por ejemplo en Sáhara español. O ya fallecido Franco, cuando su presencia allanaba dificultades con personalidades que mantenían sus reticencias hacia el que veían como sucesor de un dictador. Pero incluso en aquellos momentos, siempre fue prioritario para ella salvaguardar, proteger y defender el espacio familiar. Y se encargaba personalmente de todo aquello. Pero ahora las cosas son distintas. Es la familia la que está en el ojo del huracán y el futuro pinta negro.
Así las cosas, ha tenido que poner en juego toda la profesionalidad que el Rey siempre ha alabado. Y no era fácil. Porque no es cuestión de ejercer de madre, abuela, suegra o Reina. Ella ya sabe que es reina las 24 horas del día. Tampoco existen en su profesión papeles por horas para refugiarse en momentos difíciles. Y éstos lo son. Las encuestas cantan. Nunca la monarquía había tenido tan poco apoyo popular. Por eso creo que el papel de la Reina puede ser clave en esta etapa. Es lógico que a Doña Sofía le toque mantener las relaciones familiares. Cuestión complicada no exenta de riesgos.
Muy probablemente también tendrá que estirar su agenda semanal. Hay que recordar que Don Juan Carlos, aún no recuperado del todo de su última operación, sigue con una agenda reducida y que, aunque los Príncipes de Asturias han tapado muchos huecos, hay actos que solo ella puede cubrir. Paralelamente, los que la conocen saben que seguirá con sus actividades desde la Fundación para la Ayuda a la Drogadicción y otras actividades en el Tercer Mundo a las que ella suele llevar personalmente su ayuda e impulso.
También tendrá que multiplicarse en las tareas familiares. Su ayuda a las Infanta Elena y Cristina con sus hijos y el apoyo a su familia griega que tampoco nunca falta. Se podría pensar que es un trabajo formidable para la edad que va a cumplir. Pero está educada para soportar este tipo de excesos de trabajo, a pesar de los años que cumplirá. Es posible que quizá note una diferencia con respecto al pasado: que estará más sola en esta singladura. Una razón más para que el resto de la familia espabile y de una imagen distinta a la que últimamente hemos visto. No se juegan algo familiar en los próximos meses. Se juegan el futuro. Y si no lo saben ver, no merecerán estar en el. Tarea para el Rey. ¡Y para la Reina!
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