Nueva York
«La Sanidad andaluza está a la vanguardia, sólo por detrás de Cuba»
Donde no llega la marea blanca. Facultativos y pacientes relatan a LA RAZÓN situaciones dantescas en un sistema al borde del derrumbe. La saturación en urgencias y las interminables jornadas de los médicos, síntomas del colapso
SEVILLA - María estaba terminando de arreglarse para ir al Teatro de la Maestranza a ver una ópera de Puccini, «Manon Lescaut», cuando sintió que las piernas no la sostenían. Ingresó por Urgencias en el Hospital Virgen del Rocío y se encontró con un panorama aterrador. «Había camillas por todas partes, incluidos los pasillos, pero eso es más o menos normal. Lo que me impresionó, y me asustó, es que la doctora que me atendió se puso a llorar por la impotencia de no poder atender como era debido a los enfermos. Llevaba más de veinticuatro horas de guardia y sus nervios se habían quebrado». Con un cuadro de paraplejía, felizmente reversible, esta profesora universitaria recién jubilada se encontraba de repente como Paquirri en la plaza de toros de Pozoblanco: intentando consolar al médico que trataría de salvarle la vida en vano. Estos turnos insoportables son la consecuencia de los recortes recetados por el gobierno bipartito de la Junta de Andalucía que en dos años han mandado al paro a 7.650 profesionales que trabajaban para el Servicio Andaluz de Salud (SAS). UGT y CC OO bendicen con su silencio este holocausto laboral mientras sabotean las movilizaciones de los sindicatos profesionales.
Nuestra profesora se sometió una delicada intervención quirúrgica e inició su rehabilitación convencida de que «la sanidad funciona en Andalucía gracias al esfuerzo heroico de los sanitarios». Diez días después de la operación, fue trasladada al hospital de San Juan de Dios, cuya unidad de lesionados medulares es referencia en el sur de España. Durante cinco semanas, María estuvo alojada en una habitación individual de grandes dimensiones, ya que necesitaba espacio para introducir la maquinaria de rehabilitación. Una vez de alta, una ambulancia la recoge cinco veces a la semana y la devuelve al final de la mañana a casa, después de su sesión de ejercicios y fisioterapia. ¿El coste de todo este tratamiento? Cero euros con cero céntimos.
«Al ser un hospital concertado, –explica el gerente de una clínica privada– el SAS corre con la cuenta y estoy en condiciones de asegurar que el gasto por paciente y día es menos gravoso para el erario que si hubiese estado en un centro público. La famosa externalización consiste en permitir que los recursos del Estado se administren con criterios racionales. ¿Qué tiene de fascista el multiplicar la productividad del personal? ¿Qué hay de malo en erradicar malas prácticas de los usuarios como la costumbre de llevarse las sábanas a casa? Pues son objetivos que sólo se logran si al frente de una empresa hay un empresario en lugar de un comisario político». María, persona informada y de alto nivel cultural, sentencia: «El noventa por ciento de mis compañeros de planta ignora que está siendo tratado en un hospital concertado. Ven el logotipo de la Junta en la puerta y piensan que esto lo construyó Chaves».
El Sindicato de Enfermería (SATSE) le pone cifras a la aterradora realidad de los recortes en la Sanidad Pública andaluza. Los pacientes en lista de espera quirúrgica rozan los 60.000, un 10% más que en 2011, y el promedio entre el diagnóstico y la entrada en quirófano es de 59 días. «Sin parangón en toda España. Los recortes del bipartito hacen que el modelo de Sanidad Pública andaluza sea a día de hoy insostenible». El primer síntoma de este derrumbe es el «permanente colapso de las urgencias». La semana pasada, durante la epidemia de gripe que asoló a todo el país, en los dos hospitales más importantes de Sevilla, el Virgen del Rocío y el Virgen Macarena, se vivieron escenas dantescas, con centenares de enfermos hacinados en estancias en las que hasta las hileras de bancos de las salas de espera ejercían de improvisadas camillas. Ante la profusión en la Prensa de fotografías alarmantes, la solución de la Consejería de Salud fue... blindar las urgencias. «Doblaron la presencia de guardias de seguridad para impedir la introducción de dispositivos con cámara y cambiaron los códigos de acceso de las puertas, pero los enfermos seguían apiñados en condiciones infrahumanas. Es la vieja táctica de esconder la porquería debajo de la alfombra», resume un trabajador del Virgen del Rocío.
La propaganda se ha constituido en la principal arma para combatir los hechos. Las distintas ramificaciones de la Consejería de Salud tienen en nómina a tres docenas de técnicos de comunicación encargados de expandir la especie de que la Sanidad andaluza está a la vanguardia. «Quizás sólo por detrás de la cubana», apunta sarcásticamente un facultativo. Un ejemplo sangrante se vivió hace poco, según se supo el viernes gracias a una carta enviada por un lector a un diario regional. «La consejera de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, María José Sánchez, no conoce a mi padre y ya no es posible que eso cambie. Murió el jueves 23 de enero en el hospital Macarena. Unas horas antes, la vi pasar (...) mientras mi padre agonizaba en una sala de urgencias en la que entre pacientes y acompañantes nos hacinábamos más de trescientas personas, sin espacio para que se pudieran mover ni los enfermos ni los sanitarios que intentaban hacer su trabajo entre las protestas de los usuarios. Pero ella no vio nada de todo esto. La llevaban bien protegida, rodeada de personas sonrientes y atentas, evitando que pudiera darse de bruces con la realidad. ¿O fue ella la que, conocedora de esa realidad, prefirió pasar de largo?» Al día siguiente, la Junta publicaba una nota asegurando que no había «colapso ni crisis en las urgencias de los hospitales sevillanos».
No opina lo mismo, desde luego, la asociación Defensor del Paciente, que en su memoria de 2013 revela que los dos grandes hospitales de Sevilla, ambos mencionados con anterioridad, ocupan el primer y el tercer puesto en el ranking nacional de reclamaciones de los usuarios de urgencia. Para ilustrar la desavenencia entre la Sanidad andaluza y la recomendación de la Organización Mundial de la Salud sobre el tiempo prudencial de espera en urgencias, cifrado en una hora, se cita el siguiente titular de Prensa: «Un enfermo estuvo más de veinte horas sin ser atendido en el Macarena con un amago de infarto». En cuanto a las listas de espera, y como prueba de que a la asociación Defensor del Paciente no la mueve el sectarismo, indica que Andalucía y Madrid son las dos comunidades que más deterioro han padecido en este punto concreto. Un mero vistazo a los presupuestos sanitarios explica los motivos del declive del modelo andaluz: se trata de la región de España que menos dinero invierte en Sanidad por habitante y año (980 frente a los 1.205 de media nacional). El descenso de esta ratio desde 2010 es del 16,9%, un tijeretazo salvaje que no ha merecido la respuesta de ninguna de las demagógicas mareas que acosan a los consejeros del ramo... siempre que sean del PP.
Sin duda, en Valencia o Madrid sería impensable que los campeones de la movilización social asistiesen impasibles a la existencia de un aparcamiento de enfermos denominado Sala PIN (acrónimo de «pendiente de ingreso»), habitual en algunos hospitales andaluces. Un facultativo con dos décadas de experiencia en la Sanidad Pública de varias comunidades lo define como «una solución inédita en el mundo, una especificidad andaluza cien por cien original. En los días de máxima afluencia, llenamos un ala del hospital. Jocosamente, solemos decir que cuando la sala PIN se desborda, hay que habilitar la PAN y la PUN. Lo que se vive allí es dantesco porque los pacientes se amontonan antes de que los vea nadie. Si hay un virus gástrico en circulación, encontramos a gente defecando en un cubo al lado de embarazadas a la espera de que se libere una cama en el materno-infantil. Niños, ancianos, víctimas de reyertas metidos sin control en una pocilga. ¿Sabes lo que pasa? Que este hospital atiende a una zona históricamente deprimida de la provincia de Sevilla y la gente se conforma porque, comparado con lo que conocieron hace treinta años, esto es el Mount Sinai de Nueva York. La permanencia durante casi cuarenta años del mismo partido en el poder propicia en determinado segmento de la población una errónea identificación entre el PSOE y los avances intrínsecos de la democracia».
La presión sindical
- «Doctor, ¿lo puedo citar por su nombre?
- Ni se te ocurra. Los desafectos al régimen somos represaliados con saña. Son capaces de plantar de jefe de cirugía a un conductor de ambulancias con el carné de Comisiones Obreras y ponerme a mí a repartir yogures.»
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