Política

Lamo de Espinosa: «Nuestro patriotismo es muy débil»

Experto sociólogo, Emilio Lamo de Espinosa relata algunos de los cambios de nuestro país en los últimos 40 años -«aunque necesitaría varios libros para describirlos todos»-, pone el acento en la buena reputación de España y cree que «podemos enorgullecernos de tener una de las democracias más elaboradas del mundo».

Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto Elcano
Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto Elcanolarazon

Experto sociólogo, Emilio Lamo de Espinosa relata algunos de los cambios de nuestro país en los últimos 40 años -«aunque necesitaría varios libros para describirlos todos»-, pone el acento en la buena reputación de España y cree que «podemos enorgullecernos de tener una de las democracias más elaboradas del mundo».

- Hemos pasado del bipartidismo al cuatripartidismo. ¿Se mantendrá en el tiempo?

-No lo sé, pero sí sé que dependerá del comportamiento de los mayoritarios y de los nuevos. Estos tienen que afianzarse, y la experiencia comparada muestra que no es fácil y pueden desaparecer en dos o tres elecciones. Pero depende también de que los «clásicos» sean capaces de renovarse, pues fue su resistencia lo que generó los nuevos. Concretamente, creo que el socialismo pasa, en España y en toda Europa, por una coyuntura muy difícil, podría romperse y desaparecer, dejando espacio libre tanto a Podemos como a Ciudadanos. La situación está muy abierta.

-En Holanda no hay mayorías absolutas desde hace cien años. ¿Están preparados los políticos y la sociedad española para que no las haya?

-Creo que está más preparada la sociedad que los políticos. Los sondeos ponen de manifiesto que se prefiere la situación actual al monopolio o duopolio anterior, que acabó generando una insufrible partitocracia. De aquellos polvos nacen estos lodos. Son los políticos los que tienen que interiorizar que si la sociedad es plural (y lo es) no tienen alternativa a entenderse, negociar y pactar. No se puede gobernar contra los demás, ni hacer oposición pensando simplemente en desgastar al Gobierno. Como dijo el Rey en cierta ocasión, hay que darse la mano y no la espalda. Es lo que se hizo en la Transición y la razón por la que ésta – y la idea de consenso- sigue teniendo tan excelente imagen en la opinión pública española.

-¿Ha cambiado la sociedad española desde entonces?

-Necesitaría varios libros para describir los cambios. Por resumir mucho, hemos pasado de una dictadura a una democracia plena, de un sistema muy centralizado a uno de los más descentralizados, de una economía autárquica a una de las más abiertas del mundo, de la contra-reforma tridentina a la contra-cultura californiana, de una sociedad con altos niveles de analfabetismo a una con los más altos niveles de formación superior, y podría seguir. La España que conocí de joven se parecía más al Marruecos actual que a la España actual.

-Entonces, se ha transformado también la imagen que proyecta España...

-Radicalmente. En aquella época no existíamos en el escenario internacional. Hoy estamos en el pelotón de cabeza de los países del mundo, en el 10% más relevante e importante. De hecho la reputación de España es mucho mejor fuera de nuestras fronteras que dentro.

-¿Cómo es hoy nuestra democracia?

-En contra de afirmaciones repetidas de que tenemos una democracia «de baja calidad», la realidad es la contraria. No lo digo yo, lo dicen los más acreditados institutos de investigación extranjeros. Recientemente, la Unidad de Inteligencia del semanario «The Economist» ha editado su ranking anual del estado de la democracia en el mundo. En esa investigación, muy rigurosa, que analiza más de 150 países, solo hay 19 democracias completas. Para calibrar esa rigurosidad basta decir que ni Francia ni Estados Unidos son considerados como democracias completas sino «imperfectas». Pues bien, España figura en el lugar 17 de esas escasísimas democracias completas, al lado de Reino Unido. Podemos enorgullecernos de tener hoy una de las democracias más elaboradas y eficientes del mundo.

-¿Cuál señalaría como el principal problema?

-Pues probablemente que los españoles no nos lo creemos, que nuestro patriotismo o nacionalismo es muy débil. Es una de las herencias del franquismo, que liquidó el nacionalismo español, tachado siempre de «fascismo».

-En Cataluña hay cada vez más movimientos de la sociedad civil frente al independentismo. ¿Hay que llegar a situaciones límite para que los españoles nos impliquemos?

-Espero que no. En Cataluña hay más resistencia de la que aparece, aunque sea pasiva más que activa. En la mejor de las coyunturas, el independentismo no ha conseguido superar el 50% de apoyo en los sondeos, que luego se traduce en poco más de uno de cada tres a la hora de votar. Y no han conseguido el más mínimo apoyo internacional. Pero el independentismo sí ha conseguido, con la ayuda del poder de la Generalitat y el servilismo de los medios de comunicación (y nuestra ausencia, por cierto), una hegemonía total en el escenario público. Oponerse es casi un acto heroico que, en todo caso, tiene consecuencias. Allí sí que la democracia es muy baja calidad.

-Usted ha escrito «Europa después de Europa». ¿Cómo es esa Europa?

-La expresión no es mía, sino del pensador checo Jan Patocka, y aludía a la necesidad de reconstruir Europa más allá de la Era de Europa, que acabó en 1945. Necesitamos una Europa fuerte para domeñar la globalización, asegurar nuestras fronteras y proteger nuestros valores.

-Y sobre España...

-Un recuerdo: la vieja España rural y agrícola de mi infancia, una España de tiempos lentos largos, donde poca cosa ocurría. Recuerdo con nostalgia.

-Una palabra: consenso.

-El futuro: mirar al futuro, no al pasado; solucionar los problemas de nuestros hijos y nietos y no las querellas de nuestros abuelos.

-Un tópico real: la excelente calidad de vida de España.

-Un tópico irreal: «Spain is different».