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Las barreras de Echenique en el Congreso

El diputado de Unidas Podemos pondrá a prueba la accesibilidad del Congreso. En la Cámara Baja es imposible que una persona con silla de ruedas acceda a los sillones ministeriales o a la tribuna de oradores.

Pablo Echenique, diputado de Unidas Podemos, padece una enfermedad genética llamada atrofia muscular espinal / Foto: Luis Díaz
Pablo Echenique, diputado de Unidas Podemos, padece una enfermedad genética llamada atrofia muscular espinal / Foto: Luis Díazlarazon

El diputado de Unidas Podemos pondrá a prueba la accesibilidad del Congreso. En la Cámara Baja es imposible que una persona con silla de ruedas acceda a los sillones ministeriales o a la tribuna de oradores.

No es una novedad en la sociedad, pero sí refleja a la perfección los impedimentos a los que las personas con movilidad reducida deben someterse y sortear en su día a día. En el seno de la soberanía popular, en el Congreso de los Diputados, esta legislatura que arranca, el diputado de Unidas Podemos por Zaragoza, Pablo Echenique, pondrá a prueba la accesibilidad de la Cámara Baja. Antes que él ya lo hicieron los diputados populares Francisco Vaño, Ignacio Tremiño y también José Oreiro. La antigüedad de la institución limita considerablemente la posibilidad de acometer obras de restauración en el Hemiciclo, al ser parte de Patrimonio Histórico. Hecho que influye directamente en los diputados que llevan ya tres legislaturas transitando sus dependencias.

Echenique deberá enfrentarse a cinco barreras arquitectónicas a las que en su día ya lo hicieron sus predecesores con enfermedades genéticas. Durante la VIII, IX y X Legislatura no pudieron acceder a los escaños ordinarios junto al resto de sus compañeros. La estrechez de las escaleras imposibilita la cabida de una silla de ruedas o la instauración de un elevador automático que facilite el paso. Por el mismo motivo tampoco podían desplazarse a la mesa del presidente de la Cámara cuando una sesión requería de la votación manual y es, hasta ahora, éste mismo el que se traslada. Tampoco pueden formar parte de la mesa del Congreso ni ocupar sillones ministeriales, al ser este espacio limitado y volver a toparse con las difíciles escaleras. Asimismo, a la hora de acceder a la tribuna de oradores, los servicios de la Cámara debían instalar una mesa auxiliar en la zona baja del Congreso –donde trabajan las copistas– para poder intervenir públicamente.

El diputado de Unidas Podemos ocupará entonces la última fila de escaños del hemiciclo, o en su defecto –por ser un nombre más común– «el gallinero» del Congreso. Este emplazamiento, que pasará a ocupar desde el próximo martes 21 de mayo, cuando se constituyan las Cortes generales, sí consta de espacio suficiente para que las personas que necesiten usar silla de ruedas puedan acceder a sus escaños. Otra de las barreras que tendrá que sortear será la del acceso al Hemiciclo, pues no podrá entrar por la puerta principal (el patio), pues desde el edificio de grupo de parlamentarios al Palacio hay unas escaleras que no cuentan con elevador. Por otro lado, en el edificio donde se encuentran los despachos de los diputados para acceder de la tercera planta bis (donde está su mesa de trabajo) a la cuarta (el de Iglesias) no hay ascensor, por lo que deberá desplazarse desde la Carrera de San Jerónimo (el edificio frente al Congreso) donde sí hay ascensor para llegar a la cuarta.

En 2004, y para adaptar la Cámara Baja a las necesidades del primer diputado que acudía al Congreso en silla de ruedas, Francisco Vaño, los servicios de mantenimiento instalaron un ascensor para que éste accediera al escaño situado en la parte alta del hemiciclo. No son pocas las quejas que varias asociaciones han derivado a la Institución para poner fin a las limitaciones que afectan a las personas discapacitadas. El propio Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) y la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE) pidieron en 2016 a la presidenta del Congreso que impulsara las obras necesarias para dotar de plena accesibilidad a la tribuna y al espacio reservado en el Salón de Plenos a la Mesa de la Cámara Baja, «evitando así que se excluya a los miembros con discapacidad física actuales o futuros». Desde entonces se han acometido ya varias modificaciones que han permitido la accesibilidad desde los garajes a los edificios de ampliación mediante rampas y ascensores adaptados. Pero las obras en el Hemiciclo siguen sin llegar puesto que para dar accesibilidad a la sala de Plenos y las estancias más solemnes de la Cámara se presentan más obstáculos, ya que resulta prácticamente imposible hacer más modificaciones que las ya hechas en unas dependencias construidas a mediados del siglo XIX y que forman parte del patrimonio histórico artístico. Dichas obras, dependerían de la aprobación de estas reformas por parte de la presidencia del Congreso y de la Mesa, según informan fuentes del Congreso a este diario.

El escenario opuesto lo encontramos en la sede del Consejo General del Poder Judicial, totalmente accesible y también en la tribuna de oradores del pleno de Cibeles, que lo es desde el verano de 2017. Similar es la situación de la Asamblea de Madrid, donde los diputados autonómicos no encuentran impedimentos para acceder a sus puestos. Ahora, Echenique tiene en su mano la posibilidad de denunciar la falta de accesibilidad en la Cámara.