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López Obrador redobla el desafío a España

El líder mexicano insta por carta a Felipe VI y al Papa Francisco a pedir perdón por la conquista.

López Obrador junto a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, en las ruinas de las pirámides de Teotihuacán
López Obrador junto a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, en las ruinas de las pirámides de Teotihuacánlarazon

El líder mexicano insta por carta a Felipe VI y al Papa Francisco a pedir perdón por la conquista.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sorprendió el lunes con unas declaraciones que volvieron a agitar el debate sobre el papel de España en la conquista de América. El mexicano señaló que había enviado sendas cartas al Rey Felipe VI y al Papa Francisco para que pidiesen perdón a los pueblos orginarios por las matanzas e imposiciones en «la llamada conquista que se hizo con la espada y la cruz». La petición, que España conocía desde el 1 de marzo, no sentó bien en el Gobierno, que rechazó «con toda firmeza» el contenido de la misiva.

Para echar más leña al fuego, Obrador ha anunciado que no asistirá a los actos por el 500 aniversario de la ciudad de Veracruz, que se conmemoran en abril, alegando que como jefe de Estado mexicano él no puede participar en un festejo de este tipo mientras no «se aclare lo fundamental y se llegue a un acuerdo de reconciliación».

¿Cómo se explica este gesto hacia España de un socio estratégico? LA RAZÓN habló con varios internacionalistas para entender los porqués de la fricción entre dos países con vínculos tan fuertes. Dos datos que ilustran esta relación: España es el segundo inversor mundial en México y Pedro Sánchez fue el primer líder en visitar a López Obrador tras su llegada al poder.

El elemento clave para entender qué ha pasado, según las fuentes consultadas, es el propio López Obrador y su estilo populista de hacer política. No se trata de una enemistad personal contra España, pero sí de una interpretación deformada de la historia para obtener réditos de popularidad y vincularse con figuras históricas del nacionalismo mexicano. «López Obrador vive de una movilización constante de sus bases», explica Antonio Gil Fons, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Guadalajara.

Obrador, de 65 años, alcanzó la Presidencia de México el pasado 1 de diciembre tras arrasar en las elecciones con un discurso de combate a la corrupción, bajo la promesa de reactivar la industria petrolera estatal y de aplicar medidas sociales robustas que paliasen los elevados índices de pobreza del país (por encima del 50%). En poco más de 100 días de gobierno ha desplegado una actividad mediática constante y su nivel de aprobación supera el 80%.

«Tiene un afán de ser el mejor presidente, que le lleva a dirigirse permanentemente a sus seguidores», apunta Gil Fons, mexicano de origen español, que equipara la petición de perdón a otras de sus decisiones políticas, como el combate al robo de combustible, la creación de una Guardia Nacional para reducir los índices de violencia o la consultas populares para cancelar grandes proyectos de infraestructura señalados como corruptos. Todos son temas que apelan a preocupaciones populares y generan mucha atención. La efectividad de sus medidas está aún por demostrar.

Las declaraciones de López Obrador han despertado mucha polémica y reacciones diversas a los dos lados del Atlántico. Luis Huacuja es responsable del programa sobre Unión Europea en la UNAM, la universidad más importante del país, y piensa que ha habido una estridencia exagerada con este tema. «El contenido de la carta llama de manera respetuosa a pedir disculpas a los pueblos originarios, no a México», con la idea de convertir 2021 en «el año de la reconciliación». En esa fecha se cumplirán cinco siglos de la caída de Tenochtitlán y la victoria de los españoles y 200 años de la independencia de México.

«AMLO [como es conocido popularmente el presidente] es muy cercano a la historia y no tenía intención de confrontar, pero fue muy inoportuno», reconoce el académico en referencia a las implicaciones que este asunto puede generar en la política interior de España. «Es pólvora para el proceso electoral y la aparición de partidos como Vox que reivindican el nacionalismo español».

El episodio de confrontación entre México y España ha sorprendido debido a las robustas relaciones bilaterales y la intensa acción exterior de España en México en los últimos meses. Sánchez fue el primer presidente en visitar el Palacio Nacional, el Rey Felipe VI acudió a la toma de posesión de AMLO.

A pesar del enfado mostrado por el Gobierno español, las fuentes consultadas no auguran una escalada en las tensiones. «A partir de aquí pueden pasar varias cosas, que López Obrador no vuelva a insistir en esta cuestión o que se cancelen determinadas actividades culturales y académicas entre España y México». «Debe quedar en un episodio
anecdótico. La diplomacia no llegó a tiempo, pero debe actuar ahora», apunta Huacuja.

No es el primer desencuentro entre Sánchez y AMLO. Discreparon respecto a Venezuela por la posición neutral de México y más adelante por el señalamiento de López Obrador a Iberdrola y sus vínculos con el ex presidente Felipe Calderón.