El desafío independentista

Los catalanes que sí quieren a la Guardia Civil

LA RAZÓN visita una de las casas que varios ciudadanos han puesto a disposición de la Policía y Guardia Civil ante el acoso de radicales separatistas. «Queremos ayudarles a que puedan hacer su trabajo, que es velar por la seguridad de todos»

Una de las casas del barrio de Sarriá donde ofrecen hospedaje altruista a los guardias civiles
Una de las casas del barrio de Sarriá donde ofrecen hospedaje altruista a los guardias civileslarazon

LA RAZÓN visita una de las casas que varios ciudadanos han puesto a disposición de la Policía y Guardia Civil ante el acoso de radicales separatistas. «Queremos ayudarles a que puedan hacer su trabajo, que es velar por la seguridad de todos».

Son catalanes de a pie. Personas que han visto por los medios de comunicación el acoso al que están siendo sometidos los 12.000 agentes de la Policía Nacional y guardias civiles desplazados hasta Cataluña para velar por la seguridad en la región ante el desafío separatista y el referéndum ilegal. Les expulsan de hoteles, deben dormir en campamentos improvisados sin calefacción ni ducha, y sufren escraches en cuarteles y comisarías... Por este motivo, han abierto las puertas de sus casas de manera altruista para que, si lo necesitan se instalen en ellas. Hay médicos, abogados, funcionarios, agricultores, profesores... así hasta aproximadamente medio centenar de voluntarios de todos los rincones de Cataluña dispuestos no sólo a darles cobijo sino también manutención. Las plazas de las que disponen rondan las 70 y las ofertas varían desde habitaciones dobles, sencillas y hasta incluso personas que se han ofrecido a acoger a 8 agentes en su domicilio.

Esta iniciativa ha ido creciendo desde hace dos semanas cuando miembros de la Hermandad de Amigos de la Guardia Civil decidieron salir en ayuda de los agentes extorsionados. A través de esta plataforma que han organizado en la página web de la Hermandad, las personas que han querido sumarse han aportado las descripciones de su hogar, la capacidad de acogida así como otros «extras». Desde donde les han llegado más ofrecimientos ha sido de Barcelona, después de Lérida, Tarragona y, en último lugar, de Gerona. Este listado lo han puesto a disposición de Prefectura de la Plana mayor de la Guardia Civil así como de la Jefatura de la Policía, que les mostraron su agradecimiento por este trabajo altruista.

Más tarde serían personas de todos los sectores los que se sumaron a esta causa. J. Soriano, un profesor universitario de Barcelona y padre de dos hijos, es uno de ellos. La mayoría de estos «salvadores» prefieren mantenerse en el anonimato pues temen convertirse también en víctimas de los radicales. No quieren ser señalados ni que sus hijos puedan ser insultados en las escuelas, por eso, aunque narran su historia, prefieren hacerlo sin dar el nombre. Soriano reside en el barrio de Sarriá y ha puesto a disposición de los agentes una habitación doble y una individual. «Quiero ayudar, sé que no mucho, pero es lo que puedo ofrecer. Mis hijos ya están fuera de casa, el pequeño se casó hace poco y ahora estamos mi mujer y yo solos, así que consideré que tenía que poner mis habitaciones a su disposición. Los guardias civiles y los policías son personas muy disciplinadas, agradables y con los que es fácil convivir. Además, también lo hago a modo de agradecimiento por la labor que hacen a diario, creo que su trabajo no está lo suficientemente reconocido. Están mal pagados», asegura a LA RAZÓN.

Alguno también ha ofrecido su vehículo personal para facilitar los desplazamientos de los agentes, aunque otro miembro de este grupo solidario reconoce que «no es demasiado efectivo». «Lo lógico es que los agentes estén concentrados en un mismo sitio por si tienen que participar en algún operativo, por lo que tenerles desperdigados por diferentes casas quizá no sea lo mejor, pero aun así estamos aquí para lo que necesitan. Es un acto de solidaridad que tiene importancia a nivel sentimental, que vean que no están solos», asegura uno de los promotores de la iniciativa. Una mujer viuda que reside en Alella, en la costa norte de la provincia de Barcelona, ha llegado a ofrecer hasta cuatro habitaciones. Hasta el momento, ningún agente se ha instalado en estos domicilios particulares. En primer lugar porque la mayoría de los que han tenido que irse de hoteles, por ejemplo, han podido refugiarse en casas de familiares que residen en Cataluña, pero las puertas siguen abiertas. «Yo creo que este odio que tienen algunas personas en Cataluña contra los guardias civiles es porque no les conocen y no saben realmente las funciones que tienen. Y nadie «compra lo que no conoce». La gente joven ha crecido con los Mossos y creen que sólo ellos son los que están para protegerles. Pero es mentira. Aquí ha fallado el desconocimiento», afirma Soriano, que reconoce que en la Fuerzas de Seguridad, como en todas las profesiones, hay quien «comete excesos de manera excepcional» y que no por ello se puede criminaliza a todo un cuerpo de trabajadores. «Eso no puede llevarse a la generalidad», matiza. Además, pide que todos aquellos que les hacen escraches se pongan en su piel. «Son personas que han venido hasta Cataluña cumpliendo con las órdenes del Ministerio. Gente que va a estar alejada de sus familias semanas, que no van a ver a sus esposas o maridos... por eso hay que tratarles bien», dice. «Lo que aquí les ofrecemos es que además de tener una cama para dormir, puedan ir al gimnasio, salir a pasear, es decir lo mínimo de sentido común. Esto no es un hotel cinco estrellas, tan sólo un poco de reconocimiento y apoyo a quienes garantizan el orden en nuestro país», concluye.