«Cada día sin atentado, un día perdido»

Dos de los detenidos, tres varones de origen marroquí pero nacionalidad española de entre 26 y 29 años de edad, residían en el poblado chabolista de la Cañada Real, por lo que tenían una relativa facilidad para comprar armas.

«Cada día que pasa es un día perdido. Hay que empezar la yihad ya». Eso era lo que venía a decir entre sí los miembros de la célula del Daesh, el Estado Islámico, que agentes de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional desarticularon ayer.

Estaban preparados para cometer atentados en Madrid en cualquier momento. Los detenidos, de edades comprendidas entre los 26 y 29 años, son de origen marroquí. Según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas, las conversaciones que mantenían los miembros de la célula y otros detalles, que no se revelan por razones operativas y porque el juez Andreu de la Audiencia Nacional ha declarado secreta la causa, hacían temer, dado el carácter imprevisible de este tipo de grupos, que podían perpetrar una acción criminal en cualquier momento. En el ánimo de ellos estaba que cada «día que pasaba era un día perdido», por lo que iban «retrasados» con respecto a los planes del Califato.

Los hechos ocurridos recientemente en Israel, donde palestinos acuchillaron o atropellaron a ciudadanos o soldados judíos, habían enardecido el ánimo de los miembros de la célula, al comprobar la aparente «facilidad» con la que se puede perpetrar una acción criminal.

La entrada de Rusia, con su gran potencial militar, en el conflicto les provocaba una necesidad urgente de venganza para demostrar que el Estado Islámico no estaba vencido. A diferencia de otras bandas terroristas, como ETA o el IRA, las células yihadistas de este tipo no se dedican a vigilar objetivos, sino que el día elegido, y con las armas de las que puedan disponer en cada momento, atacan el primer objetivo que se encuentran. En la actualidad, tenían preferencia por los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado españolas, por el gran número de acciones que han desarrollado contra el Daesh en nuestro país.

De hecho, en una nota difundida por el Ministerio del Interior, se explica que «el operativo policial se ha desarrollado de forma urgente, dado que los integrantes de la célula, individuos muy imprevisibles en sus reacciones, presentaban indicadores de máximo riesgo, y se había detectado su voluntad plena de pasar a la acción y llevar a cabo actos terroristas».

«El grupo estaba perfectamente organizado y jerarquizado, y cada uno de sus componentes tenía designado un papel determinado. El líder de la célula terrorista desempeñaba labores de captación mediante la difusión de los postulados y mandamientos del Daesh, controlaba la evolución de los mismos y desarrollaba métodos de formación de disciplina terrorista. Los otros dos integrantes asumían el papel de actores operativos, es decir, eran los encargados de realizar los actos terroristas», agrega.

Además, uno de los arrestados tenía establecida su residencia en la barriada de La Cañada Real Galiana, en la localidad madrileña de Rivas-Vaciamadrid.

Según las investigaciones policiales, tenía fácil acceso a un mercado ilícito de todo tipo de armas, hecho que agravaba más la situación.

Interior subraya que «el uso de internet y de las redes sociales como medio de información y comunicación también era una constante en la actividad del grupo y labor principal de los detenidos con el fin de mantenerse informados de los avances y éxitos de la organización terrorista Daesh, además de obtener por este medio el material para sus actividades de radicalización».

Circuitos cerrados

Utilizaban, dentro de las redes sociales, unos circuitos «cerrados» a los que sólo pueden acceder las personas que conocen las claves por lo que su detención resulta más complicada. De esta manera, se mantenían en contacto con los responsables del Estado Islámico en Siria e Irak.

Los yihadistas no tenían trabajo, cobraban la Renta Mínima de Inserción, de unos 400 euros, y, aparte de eso, hacían chapuzas con personas que les pedían ayuda para realizar determinados trabajos, normalmente con ciudadanos de su nacionalidad.