PP
Los pactos dan oxígeno al PP
El «pacto andaluz» con Ciudadanos y Vox fue el botón de muestra que se ha exportado a Murcia y la Comunidad de Madrid
El «pacto andaluz» con Ciudadanos y Vox fue el botón de muestra que se ha exportado a Murcia y la Comunidad de Madrid.
La irrupción del multipartidismo y, principalmente, la fragmentación del centro derecha en tres partidos han sido letales para el PP en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 26 de mayo. La división del voto en este espectro ideológico –tal como ya advirtiera Pablo Casado en campaña– favoreció los intereses del PSOE, que se impuso como la fuerza más votada en la mayoría de comunidades y provincias. Sin embargo, la cintura de los populares y su capacidad para alcanzar acuerdos con aquellos que irrumpieron en su espacio, ha permitido al PP mantener algunos de los feudos históricos que se pusieron en cuestión en las urnas. No sin esfuerzo, ya que para ello en algunos casos han tenido que propiciar el entendimiento entre dos fuerzas que se reconocían antagónicas: Ciudadanos y Vox.
Gracias al concurso de ambas formaciones, el PP consiguió la hazaña de dar carpetazo a 40 años de socialismo y arrebatarle el bastión andaluz al PSOE y a Susana Díaz en diciembre. Este pacto, que encalló por momentos en lo programático, fue un botón de muestra que los populares han exportado a la Comunidad de Madrid y a Murcia para mantener ambos feudos. En las dos comunidades ganó el PSOE, pero los populares han logrado sobreponerse gracias a los pactos. No ha sido fácil y prueba de ello es que ambas gobernabilidades se han resuelto más de dos meses después de que se celebraran los comicios.
Más sencillo ha sido dilucidar los dos bastiones que también estuvieron en juego en las pasadas elecciones. Juan Jesús Vivas mantuvo su hegemonía en Ceuta por quinto mandato consecutivo gracias a que el resto de partidos prácticamente no le mostraron oposición. Ha sido el único feudo en el que al PP no le ha hecho falta pactar para gobernar.
En Castilla y León fue Ciudadanos quien decantó la balanza en favor de los populares, ya que podía haber favorecido un gobierno de signo socialista, con quien también sumaban. La orden vino desde arriba y fue el propio Albert Rivera quien impuso al díscolo Francisco Igea que permitiera que Alonso Fernández Mañueco presidiera la región. En esta ocasión los números eran lo suficientemente solventes como para prescindir de Vox.
El poder territorial del PP actual lo completa Galicia. Se trata del bastión por excelencia popular, no en vano, es en el único en el que conserva la mayoría absoluta. Un apoyo mayoritario que tendrá que someter a las urnas el próximo año y en el que se medirá su inmunidad al avance de Ciudadanos y Vox.
Y dentro de lo que pudo ser y no fue se encuadraría Aragón, donde el pacto del PSOE con el PAR desarticuló cualquier opción de alianza por la derecha.
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