Francia
Los terroristas esconden 7 toneladas de explosivos, subfusiles y 150 pistolas
Mantienen «zulos» operativos como elemento de chantaje y presión
ETA ha explicado hoy que deja fuera de uso un fusil, de los 300 que se estima aún tiene; tres pistolas de un arsenal de varios cientos y apenas 16 kilos de las toneladas de material que posee para fabricar explosivos.
Además de los tres misiles tierra aire, que figuraban en la documentación que se incautó a Aitor Elizarán, a la banda le quedan, al menos, 150 pistolas y revólveres de los 338 robados en 2006, en pleno periodo de negociación con el Gobierno socialista, de unos almacenes de Vauvert, en Francia. Ayer no estaban sobre la mesa que con tanto interés miraban los «verificadores». Tampoco se vio las máquinas troqueladoras y los miles de matrículas vírgenes que utilizan para «doblar» los coches que roban en Francia. No estaban los fusiles de largo alcance, cuyo número exacto se desconoce, pero que superan las dos decenas. Sobre el número de pistoleros que, en un determinado momento, podrían entrar en acción y cometer atentados, los expertos no se ponen de acuerdo y van desde los que piensan que se reducen a 20, hasta los que creen que rozan el centenar.
ETA tiene en su poder siete toneladas de material de explosivos para fabricarlos; dispositivos suficientes para montar decenas de bombas-lapa, que se colocan debajo de los coches y que se activan con el movimiento; minas para fijar encima de los automóviles y asesinar a sus ocupantes, con las que han entrenado a pistoleros en Francia. Por no hablar, según las fuentes consultadas por LA RAZÓN, de las armas «antiguas», en supuesto desuso, como los subfusiles Mat, UCI o las pistolas Browning o Herstal, en un número que nadie es capaz de establecer.
El 27 de enero, este periódico adelantaba que ETA había dividido sus zulos, en los que esconde armas y explosivos, en dos clases: los denominados «muestrarios» y los realmente operativos que esconden los artefactos, pistolas, revólveres y fusiles que les interesa mantener en su poder como elemento de chantaje y presión. Lo mostrado ayer deja pocas dudas al respecto, independientemente de quién haya tomado la iniciativa. La banda, que entonces tenía pocas esperanzas de que el Gobierno llegaría a negociar con ellos, había planeado, poco después de anunciar el alto el fuego, a finales de 2011, por si sus exigencias de conversaciones llegaban a buen término, dividir sus armas y explosivos en dos clases de zulos. En los primeros habría armas y con los que escenificaría un «acto de buena voluntad», supervisado por los «verificadores».
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