Política

Caso Bárcenas

Martes de agosto, lleno en la Audiencia

Ruz requisó los móviles y las tabletas a los abogados para evitar filtraciones

Medio centenar de periodistas hizo guardia ayer a las puertas de la Audiencia Nacional aguantando las altas temperaturas
Medio centenar de periodistas hizo guardia ayer a las puertas de la Audiencia Nacional aguantando las altas temperaturaslarazon

A las puertas de la Audiencia Nacional, la expectación mediática desmentía la hoja del calendario. 13 de agosto. Nadie lo diría. Si Madrid estaba de vacaciones, ayer no se notaba. O quizá los únicos madrileños que no habían disfrutado la noche anterior de las castizas fiestas de la Paloma se habían citado en la mañana judicial. El irreductible pelotón de afectados por las preferentes no faltaron a la convocatoria y, como siempre, se mostraron combativos, saludando la llegada de Álvarez Cascos y Arenas con atronadora salva de reproches –«Arenas a la trena» y el ya clásico «no hay pan para tanto chorizo»– salpicada de una lluvia de sobres.

El ex ministro de Fomento llegó el primero, pasadas las once de la mañana, media hora antes de la señalada en su citación. Lo hizo caminando desde el cercano paseo de Recoletos, trajeado y con una cartera en bandolera que anticipaba una mañana de documentos e informes. Los papeles de Cascos. No hizo declaraciones ni al entrar ni al salir (lo dejó claro, mediante persona interpuesta, para que nadie se llevase a engaño). Pero su salida fue tumultuosa. Buscando esa normalidad imposible de un 13 de agosto cualquiera, Álvarez-Cascos abandonó a pie el tribunal calle Prim abajo. Misión casi imposible hasta para un Tom Cruise en plena forma. La avalancha de cámaras se le vino encima y, escoltado por la Policía, se alejó de la Audiencia Nacional entre un rastro de codazos y empujones que dejaba a los periodistas, por fin, solos frente a Arenas.

El senador del PP tuvo tiempo para hacer memoria. Esperó pacientemente durante tres horas a que le llegará el turno (fue citado a declarar en último lugar). Llegó en coche y se fue igual, en su caso acompañado por un abogado (por lo que pudiera pasar, aunque su comparecencia era como testigo y no precisaba de asistencia letrada) y dos asesores. Con Cascos se saludó con un apretón de manos y ambos departieron unos minutos (siete según quienes se tomaron la molestia de cronometrar el encuentro). Luego, sus esperas se distanciaron y cada uno entretuvo las horas previas en estancias diferentes.

Esta vez, las declaraciones no se tuitearon como sucedió en la última comparecencia de Bárcenas. La búsqueda del «trending topic» de un letrado salió cara a sus compañeros, que tuvieron que entregar sus móviles y sus tabletas antes de las comparecencias.

La jornada se prolongó hasta pasadas las cinco de la tarde, lo que permitió a los escasos restaurantes de la zona que no han colgado el «cerrado por vacaciones» hacer, literalmente, su agosto. Porque para algunos, todos los días del año son hábiles. También un 13 de agosto. Aunque sea martes.