El desafío independentista
Mas aparca el soberanismo unilateral y acepta la «vía Duran»
Los dirigentes de Unió Democràtica se sentían ayer satisfechos después de escuchar la comparecencia de Artur Mas al ver a un presidente de la Generalitat que no galopa a horcajadas de un caballo desbocado hacia la independencia. «Hoy el president ha salido y le ha dicho a los socios de ERC: "Por mucho que apretéis, el proceso de la consulta no lo haremos a vuestra manera". El compromiso se mantiene, pero el cómo lo hacemos lo decidimos nosotros», celebraban en las cocinas democristianas. Los dirigentes de Unió han insistido mucho en «hacer las cosas muy bien» y en no tener prisas con la consulta, abriendo la puerta a aplazarla a 2015 o a 2016. Y sus presiones, al fin, han surgido efecto. O eso al menos creen en Unió.
Mas programó ayer al mediodía una rueda de prensa en el Palau de la Generalitat con el propósito de tomar la iniciativa y demostrar que ni es un títere de ERC ni tampoco un líder con un único proyecto, el soberanista. Un sondeo publicado el pasado viernes pronosticó que los republicanos han tomado la cabeza en intención de voto, lo cual desató las alarmas en la federación nacionalista. El president asegura que siempre se toma las encuestas con distancias, pero lo cierto es que no ha tardado en reaccionar para recuperar la iniciativa.
En CiU hay preocupación porque la consulta soberanista está engullendo toda la acción de gobierno y porque este proceso resulta, a ojos de buena parte de la opinión pública, extraordinariamente tutelado por ERC, que el pasado lunes urgió a Mas a reunirse con Mariano Rajoy pedir la convocatoria de la consulta. Los republicanos arguyen que este formalismo forma parte del acuerdo de estabilidad firmado al comienzo de la legislatura, aunque en realidad lo que buscan es un portazo del Gobierno para precipitar el proceso soberanista de forma unilateral en Cataluña.
Pero Mas no piensa plegarse a ninguna de estas exigencias. Ni piensa pedir una reunión con Rajoy porque asegura que ya le ha dejado claras sus intenciones, ni piensa actuar a la brava desde Cataluña. «Mantenemos el rumbo de que la consulta hay que hacerla. Recordamos que los marcos legales existen, pero hay que tener voluntad política de todas las partes, sabiendo que una consulta de este tipo no tiene vinculación jurídica estricta, sino que luego hay que negociar. Ahora bien, ni el marco bueno para hacer las cosas es el "no me da la gana"de las instituciones del Estado, ni el "hago lo que me da la gana"desde Cataluña», resumió el president.
De esta manera, Mas descartó liderar un proceso soberanista por la vía de los hechos consumados, mediante la aprobación en el Parlament de una declaración independentista, al estilo de Kosovo, una opción que no desagrada a ERC, aunque los republicanos también son partidarios de la consulta.
Para Mas, lo prioritario en este momento no es proseguir la aceleración del viaje soberanista, sino abrir su Gobierno a los pactos. El president lanzó un llamamiento al PSC para incorporarse al Govern, aunque la oferta fue en vano porque los socialistas no están dispuestos a ser cómplices de la creación de estructuras de estado (hacienda propia, sistema universitario propio, banco público propio, justicia propia, función pública propia, seguridad social propia).
Aferrado a la silla de president
Con o sin el PSC en el Govern, lo único que tiene claro Mas es que quiere agotar la legislatura –expira en 2016–, a diferencia del anterior mandato, cuando precipitó las elecciones al cabo de dos años. El líder de CiU desearía liderar un gobierno «de amplio espectro» junto a ERC y PSC, pero, por el momento, sólo puede aspirar a convencer a los republicanos. A Esquerra le va muy bien, en términos demoscópicos, seguir en la oposición y teledirigir la consulta desde fuera, pero se abrió a entrar a gobernar, siempre y cuando Mas asuma nuevas condiciones: concretar la fecha de la consulta, así como todos los escenarios que se pueden propiciar.
Tras escuchar la exposición de una hora y media del president, el PP catalán, a través de su portavoz parlamentario, Enric Millo, instó a Mas a romper con ERC y a buscar un nuevo aliado que le garantice una mayoría «estable» para luchar contra la crisis. «Es necesario buscar una nueva mayoría de gobierno porque ha quedado evidenciada la incapacidad de gobernar con el actual socio», dijo Millo en alusión a la falta de presupuestos de 2013, la cual CiU atribuye a que el Gobierno no concreta el objetivo de déficit, a pesar de que en privado aumenta el resquemor con ERC.
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