España

Moncloa cree que el debate fue «clarificador»

Soraya Sáenz de Santamaría, ayer, durante la rueda de Prensa posterior al Consejo de Ministros que fue el último antes de las vacaciones
Soraya Sáenz de Santamaría, ayer, durante la rueda de Prensa posterior al Consejo de Ministros que fue el último antes de las vacacioneslarazon

Un día después del duro cerco por el «caso Bárcenas» que el PSOE lideró en el Parlamento contra Mariano Rajoy el Gobierno escenificó ayer que mantiene la mano tendida a los socialistas, como a los demás grupos políticos, para dialogar y en la medida de lo posible llegar a acuerdos sobre las reformas estructurales que España todavía tiene que afrontar. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ratificó que el Gobierno sigue estando donde estaba al margen de la ofensiva de la oposición o de que el PSOE amenace con mociones de censura o pida comisiones de investigación sobre el ex tesorero. Y que, por tanto, debe ser el PSOE el que explique si ha cambiado de posición, por qué plantea las iniciativas con las que amaga o si opta por primar el boicot por encima del diálogo y el pacto. «Le corresponde al PSOE explicar dónde está y cuál es su situación en este momento. El Gobierno sólo piensa en hacer reformas para salir de la crisis», puntualizó la vicepresidenta. Que añadió: «Es el PSOE el que ha decidido no seguir colaborando con el objetivo nacional de salir de la crisis».

Moncloa está satisfecha con el resultado del debate parlamentario. Era un «toro» difícil y creen que Rajoy lo manejó con soltura, imponiéndose a las dificultades. Ayer era el último Consejo de Ministros antes de las vacaciones de verano y lo utilizaron para ratificar el mantra, que Rajoy enarboló en el Senado, de que ni Bárcenas ni la oposición condicionan su agenda ni interrumpen el ritmo de sus reformas. Esto no quiere decir que en el Gobierno confíen en que con el debate parlamentario de esta semana termine su penitencia por el «caso Bárcenas». Rajoy sabe que no lo puede cortar y por eso reclama la máxima celeridad posible en el ámbito judicial. Éste es uno de sus principales problemas una vez que en el Parlamento rompió con el maleficio de no nombrar a su ex tesorero y dijo aquello que en el partido llevaban tanto tiempo esperando oír: «Me equivoqué al designarle».

A finales de agosto volverá a reunirse el Consejo de Ministros y en septiembre el Gobierno arrancará el nuevo curso político con la agenda cargada de iniciativas y de actos para intentar seguir poniendo sordina al ruido que pueda continuar generando Bárcenas. Después del día de ayer, los riesgos para Rajoy son dos: decisiones judiciales que le afecten o que el ex tesorero haga nuevas filtraciones que dejen en entredicho el compromiso, en nombre de su partido y en el suyo propio, que el jueves asumió en el Senado.

Pero en el entorno del presidente dicen que Bárcenas no tiene ninguna prueba en contra del presidente con la que pueda confirmar en sede judicial o mediática sus acusaciones, y mucho menos hacer que éstas se traduzcan en imputación judicial.

También advierten de que en su discurso Rajoy se cuidó de dejar la puerta abierta a que sí pudiera haber habido comportamientos individuales, de los que no tiene constancia, que no hayan obrado correctamente. Responsabilidades que si llegara el caso que se confirmaran, él haría que se asumieran. A mediados de mes pasarán por la Audiencia Nacional, en calidad de testigos, María Dolores de Cospedal, secretaria general, y Javier Arenas, vicesecretario de Política Autonómica.

Sáenz de Santamaría destacó ayer que el debate parlamentario del jueves fue «muy clarificador» y que el presidente cumplió con su obligación de «dar explicaciones a los ciudadanos». Preguntada por el hecho de que Rajoy y Bárcenas intercambiaran un SMS después de se conociera la comisión rogatoria que dejó al descubierto la fortuna de este último en el extranjero, momento en el que Rajoy dijo el jueves que rompió con el ex tesorero porque perdió la confianza en él, Sáenz de Santamaría se limitó a indicar que el presidente ya había respondido.