Galapagar
Movimiento en el tablero y estancamiento de Cs
Los votantes de Ciudadanos son los más fieles a su partido en este momento. El 89,1 por ciento de sus electores volverían a depositar su confianza en Albert Rivera si se produjeran unas elecciones generales –quizá en octubre, si no antes–, escenario nada descartable después de los últimos acontecimientos en el seno de los principales partidos tras la sentencia del «caso Gürtel», conocida el jueves. Sin embargo, los naranjas suben apenas una décima y se estancan en un escenario favorable para nuevos movimientos en el tablero político. Después de Ciudadanos es el PSOE quien cuenta con los adeptos más leales, con un 75,5 por ciento de seguidores que volverían a elegir las históricas siglas de Ferraz de la misma manera que hicieron el 26 de junio de 2016, en la última cita con las urnas para renovar Congreso y Senado.
La tercera posición de esta lista la ocupa el Partido Popular, según el sondeo de NC Report. Castigado por el cerco judicial a los corruptos de otros tiempos, que empiezan a pagar ahora las consecuencias de su mala praxis, sus votantes repetirían en un 69,8 por ciento.
Por último quedaría un partido como Podemos, que se ha ido desinflando de forma progresiva después de su nacimiento al fuego de la protesta del 15-M. Sus fieles en este momento se reducen a un 62,3 por ciento que escogería la opción que encabeza Pablo Iglesias, en la picota durante los últimos días por la compra de una casa en Galapagar junto con Irene Montero, portavoz en la Cámara Baja.
¿Y qué otras opciones después de sus propias siglas escogerían los votantes de cada partido?
En el caso de Ciudadanos, la alternativa favorita sería la abstención, en un 6,5 por ciento, seguida del PP, con un 2,2 por ciento, y el PSOE, con un 1,6.
Respecto al PSOE, el mayor trasvase de fieles iría a Ciudadanos –un 11 por ciento–; mientras que un 8,3 se decantaría por abstenerse y el 1,5 por una alternativa extrema como la que representa el PP.
Por su parte, los electores populares prefieren a Ciudadanos, la opción favorita de quienes desertan del partido liderado por Mariano Rajoy, en este caso un 20,2 por ciento. Los abstencionistas llegan por su parte hasta el 7,2, y un 1,5 se decide por los socialistas.
Por último, en Podemos la fuga de electores se pasa al bando del PSOE –un 15,6 por ciento–, y una cifra similar –el 15,3– se postula por la abstención antes que traicionar a sus siglas por otras distintas. Sólo un 2,7 por ciento se siente convencido por el discurso de Ciudadanos.
En la última década, el voto de izquierdas ha sido más crítico y el más fracturado. La fidelidad de los votantes de Pablo Iglesias en periodo electoral estaba en torno al 84% hace aproximadamente un año. Pero mucho han cambiado las cosas en todo este tiempo. El proyecto que sedujo a millones de votantes tenía un fuerte componente social y se apoyaba básicamente en el electorado desencantado más joven. Pero en el PSOE se ha hecho pedagogía para dejar claro que quiere recuperar sus pilares básicos: ellos eran el progreso antes de Podemos. La batalla en este terreno está servida, y las cifras parecen insinuar que con viento más favorable para Pedro Sánchez.
En las antípodas ideológicas, el fenómeno Ciudadanos no se detiene, aunque no a la velocidad deseada. El auge que detectaron las encuestas nacionales después de las elecciones catalanas del 21-D ha ido en aumento, según todos los sondeos, y además de mantener un fuerte apoyo interno, el granero que más abastece a los naranjas procede de su partido más afín, el PP, un fenómeno que a la inversa se produce con mucha menos frecuencia. Porque raro es el elector de Albert Rivera que regresa a la casa de la que salió, una sede de Génova hoy en horas bajas.
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