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Pamplona marca el camino de la investidura de Sánchez

Los socialistas necesitan la abstención de Bildu para gobernar la Comunidad Foral, aunque hoy facilitarán que Navarra Suma gobierne la capital.

María Chivite (en la imagen) cree que puede ser presidenta de Navarra con la abstención de Bildu
María Chivite (en la imagen) cree que puede ser presidenta de Navarra con la abstención de Bildularazon

Los socialistas necesitan la abstención de Bildu para gobernar la Comunidad Foral, aunque hoy facilitarán que Navarra Suma gobierne la capital.

«Navarra actuará mañana –por hoy– como tiene que actuar». Estas palabras de la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ponen el foco en el Ayuntamiento de Pamplona. A priori este no es uno de los consistorios donde se tenga fijada la atención de cara a la constitución masiva que se producirá hoy en toda España, pero si en esta ocasión lo es –más allá de lo expresado por Celaá– es porque, en buena medida, lo que ocurra en Pamplona marcará la línea que el PSOE está dispuesto a seguir también a nivel nacional. Si opta por asumir su propio discurso, facilitando que gobierne la lista más votada de Navarra Suma, o entrega la ciudad a EH Bildu a cambio de su apoyo para que María Chivite sea presidenta de Navarra. A las seis de la tarde arrancará la sesión plenaria de constitución de la corporación y los requisitos para salir investido alcalde son alcanzar la barrera de los 14 ediles o ser la fuerza más votada. Navarra Suma lo fue el 26-M, pero con 13 actas, lo que solo le garantiza acceder al poder si los socialistas no se unen a la entente abertzale. Todo apunta a que se permitirá gobernar a Enrique Maya (NA+), aunque desde Bildu intentarán «hasta el último minuto» cerrar un pacto con los socialistas.

En Ferraz creen que no facilitar Pamplona a Bildu es independiente de lo que pueda ocurrir en el gobierno de Navarra, donde sí se necesitan las abstenciones de los abertzales para que Chivite sea presidenta. En un primer momento, desde la dirección federal se censuraron estos apoyos, pero ahora el discurso es otro y se predica que Chivite tiene «toda la legitimidad» para explorar estos contactos. Una línea paralela a la que se ha seguido a nivel nacional con los independentistas catalanes, de quienes se predicaba en un principio que «no eran de fiar» y sobre los que descansan ahora las expectativas de Pedro Sánchez de ser investido. Los socialistas han apostado por aliarse con independentistas vascos y catalanes para tocar y mantener el poder respectivamente.

No obstante, desde Moncloa se siguen haciendo llamadas a la responsabilidad de actores como Ciudadanos a quienes ayer se pidió «reflexionar» sobre la posición de «bloqueo» que se ha adoptado de cara a la investidura. «La actitud obstruccionista y de bloqueo cuando no hay alternativa, no tiene lógica, resulta incomprensible y ciertamente criticable», destacó ayer Celaá. Desde la mesa del Consejo de Ministros no tuvieron reparo en mostrar su «sorpresa» porque «aquellos que nacieron una vocación socialdemócrata y de centro, no se presten a construir la única alternativa para garantizar la gobernabilidad de España».

En Moncloa mantienen la previsión de someterse a la investidura a principios de julio y revalidar el Gobierno antes de las vacaciones de verano. Esta pretensión, no obstante, está ligada a la actitud del resto de fuerzas políticas y, por el momento, ERC se antoja decisiva para favorecerla. En este sentido, Celaá quiso dejar claro que su abstención «no prejuzga nada», sino que obedece a una «tarea de Estado» para evitar el bloqueo, «aportando algo a la construcción». Quiso puntualizar que si ERC actúa de esta forma, lo hace «libremente, porque no se ha negociado nada» con ellos y, por otro lado, espera que las decisiones de la justicia –de impedir a Oriol Junqueras que recoja su acta de eurodiputado– no intervengan en que la decisión de favorecer la investidura se pueda ver frustrada.