Ley del «solo sí es sí»

Podemos se alía con ERC y Bildu para debilitar a Díaz

La «coordinación» entre los morados y sus socios choca con la estrategia de Sánchez y la vicepresidenta

La polémica sobre la ley del «solo sí es sí» se ha convertido en el mayor foco de desgaste del Gobierno de coalición. Después de varias idas y venidas durante la elaboración del texto, por la deficiente solvencia jurídica inicial, la tensión tuvo su punto álgido cuando la norma se convirtió en una pasarela para el beneficio de agresores sexuales que vieron mermado su castigo al amparo de una legislación llamada a proteger a las mujeres y las víctimas.

Desde entonces, los socialistas hablan abiertamente de «efectos indeseados» que hay que «corregir» y presentaron en solitario una proposición de ley a tal efecto. Un propósito de enmienda en el que no le han acompañado sus socios en el Gobierno, que «nunca tuvieron voluntad real de hacer cambios en la norma», según aseguran fuentes socialistas, pese a los arduos intentos de negociación que se sucedieron entre los ministerios de Justicia e Igualdad.

Más allá de la técnica jurídica, de cómo articular un cortafuegos para evitar las rebajas de penas futuras –para las actuales ya no hay solución posible–; políticamente, el pulso entre PSOE y Podemos se ha instrumentalizado por los morados, ante la oportunidad de marcar perfil y diferenciarse de sus socios, llegando este ejercicio a su máxima expresión en el entorno del pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con el que hicieron coincidir en el Congreso la toma en consideración de la reforma planteada por los socialistas para elevar las horquillas penológicas. Ahora, ante los siguientes pasos de la tramitación parlamentaria –este jueves se verá en comisión y el próximo día 20 se aprobará en el Pleno del Congreso, antes de su remisión al Senado–, se reactivan las diferencias en la coalición.

Sin embargo, el escenario ha cambiado. A la tradicional pugna entre PSOE y Podemos por este asunto hay que añadir un actor, que siempre estuvo ahí, pero que ahora ha adquirido una nueva entidad: la vicepresidenta Yolanda Díaz, tras oficializar su intención de concurrir a las generales con Sumar. Desde su entorno ya verbalizaron en los albores del conflicto que su posición no era la de ir al choque con los socialistas en lo relativo a la reforma del «solo sí es sí», porque esto suponía «darle una baza a la derecha».

Sin embargo, el espacio de Unidas Podemos estaba «ordenado y en la misma dirección» y habían acordado seguir la estrategia unitaria de no ceder en la negociación con el PSOE. Fuentes del entorno de Díaz deslizaban entonces que se había quedado «en minoría» en este tema, pero que como buena «demócrata» asumiría el camino acordado por la mayoría del espacio. La vicepresidenta salió debilitada internamente de esta negociación, porque, incluso desde el PSOE, donde la respaldan en su pugna con los morados, asistieron con preocupación a su falta de influencia para resolver el conflicto.

En la parte socialista daban por «encapsulada» la polémica por la ley del «solo sí es sí». Conscientes de que el desgaste sufrido –y ya amortizado– mientras no se daba ninguna solución era mucho más nocivo para sus expectativas electorales que asumir una solución en solitario, sin contar con Podemos. Sin embargo, tras la última maniobra en el trámite de enmiendas, en Moncloa creen que los morados van a utilizar de nuevo este asunto como ariete para intentar debilitar la posición de Yolanda Díaz y de Pedro Sánchez.

Fuentes consultadas ven en la concertación de las propuestas «idénticas» presentadas ayer por Podemos y la pasada semana por ERC y EH Bildu una alianza que choca con la línea marcada por la vicepresidenta –que prefiere marcar distancias en lugar de tejer sinergias con los independentistas– y busca además desmontar la iniciativa del PSOE. Una «coordinación» que reconoció sin reparos la ministra de Igualdad, Irene Montero, en una entrevista en La Hora de la 1 y que busca fortalecer su posición en la batalla por el futuro de la izquierda, apoyada en los socios de investidura que dan cobertura a la coalición.

Todo ello con el telón de fondo electoral, en el que hay que contextualizar cualquier movimiento político que se hace a menos de 50 días de las municipales y autonómicas. No es la primera vez que Podemos da cobertura a los movimientos de ERC y Bildu, ya ocurrió con la derogación de la ley mordaza, que se estrelló contra los maximalismos de los independentistas. Esto generó una profunda fractura y malestar en otros sectores del espacio como el Partido Comunista o En Comú que salieron a criticar los posicionamientos de los morados en favor de sus socios vascos y catalanes.

Además, esto vuelve a elevar los decibelios de un «ruido» que en Moncloa se habían conjurado para silenciar en vísperas de los próximos procesos electorales, conscientes del importante factor desmovilizador que estas cuitas internas entre los socios –dentro y fuera de la coalición– tienen para los votantes. Se suma este factor de inestabilidad a la ordenación del espacio a la izquierda del PSOE, todavía por determinar.