Política

ETA

Que me dejen verificar a mí

La Razón
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Seguro que cualquier ciudadano español es capaz de verificar si ETA quiere o no disolverse y entregar de verdad las armas, porque a fuerza de treguas, gestos y golpes de efecto destinados a confundirnos, nos hemos convertido en expertos en desenmascarar a estos asesinos que pretenden en esta ocasión que les toquemos las palmas por entregarnos cuatro pistolas y un puñado de balas. Cada vez que me toca ver las imágenes de estos encapuchados recorriendo las televisiones de media Europa, y los comentarios de los locutores que se congratulan por tan magnánimo gesto, me rebelo ante tanta farsa, tanta soberbia y tanta desvergüenza. Un puñado de extranjeros agasajados por Urkullu y los amigos de ETA, por actuar en esta obra dirigida al público internacional y también de casa, para que a fuerza de repetir que ya no matan, logren convencer al mayor número de personas, de que hay que ser generosos y olvidar, perdonar, excarcelar y ayudar a borrar un pasado que ya no les sirve más, porque ya ha dado de sí lo que tenía que dar y en fin, conseguir han conseguido, sino todo, bastante. Pero la bestia es insaciable y sigue presionando al Gobierno, eso sí, sin tiros, porque ahora tienen menos pistolas, porque la Guardia Civil y la Policía, los verdaderos «verificadores», se las han quitado, jugándose la vida, no como los de esta Comisión de verificación, que no paran de sonreír y de darse palmadas en la espalda. Yo no le veo la gracia, y no entiendo tanta felicitación y tanta alegría. Se nota que quienes no conocen la verdadera historia de ETA, no logran ser de verdad sensibles al dolor de las miles de víctimas de esos tipos con capuchas, que se permiten perdonarnos la vida ayer, para poder chantajearnos hoy y hacernos creer que nos toca a nosotros mover ficha o mejor dicho, preso. Pero que no se hagan ilusiones, que por mucho que nos traigan expertos en conflictos de medio mundo el Gobierno no va a ceder ante las pretensiones de los terroristas y sus cómplices políticos.

Que vuelvan los huidos y se entreguen, que empiecen a colaborar para esclarecer los crímenes y que dejen de exigir para sus presos una libertad que no merecen y que se callen, que se dejen de focos y que se vean las caras con las Fuerzas de Seguridad del Estado, pero claro nuestros hombres y mujeres policías y guardias civiles sonríen menos que estos invitados extranjeros, cuando tienen enfrente a un terrorista porque saben bien quienes son, como la mayoría de los españoles, que a pesar de querernos alegrar, por esta simbólica entrega, mira por donde no lo conseguimos, simplemente porque es mentira, ETA no da nada gratis y eso es lo que deberían verificar.